“Hace falta disciplina para la literatura”: Israel González


DAVID SANTIAGO TOVILLA

DIARIO POPULAR ES!

Fotografía: Armando Trejo Arenas

No hace más de tres meses, conversábamos con el poeta Israel González. Entonces, revisamos aspectos de su trabajo literario. En esta ocasión, en su breve retomo a la entidad, comenta con su visión crítica temas generales, como la situación en la provincia y en el centro para algunos escritores:

 

—Alguna vez decías que la crítica es una forma del amor ¿Puedes explicarlo?

 

—Toda crítica genuina tiene como motor esencial el amor hacia la vida, hacia la humanidad. José Revueltas amó entrañablemente a sus compañeros de partido, y ese amor (amor es comprensión, entendimiento del otro) le hizo ver sus distorsiones ideológicas y lo llevó finalmente a su señalamiento. Porque Revueltas los amó tanto que los quería más humanos, más capaces de entender que el socialismo sólo puede nacer del respeto a las posiciones del otro, de la razón, de la discusión incesante, no de la intolerancia, los dogmas y los estatutos.

 

—Has convivido con dos tipos de sociedad: la provincia y el centro del país: ¿Cuál es tu relación con ambas y cómo las consideras culturalmente? ¿Se ha modificado en algo el esquema de provincia-­retraso y centro-progreso?

 

—Parece una pregunta de respuesta muy obvia ¿no? La respuesta puede ser de todos sabida: la provincia está mil años luz, retrasada culturalmente de la capital, debido al centralismo que siempre hemos padecido.

 

Allá hay más apertura ideológica; acá, en Chiapas, el machismo sigue siendo aplastante. Allá está todo culturalmente; aquí estás como atado, como esperando a que los papeles que siempre han representado esos personajes irreconciliables llamados provincia y capital cambien, se modifiquen sustancialmente.

 

Sin embargo, y a pesar de que todo esto es cierto, el Distrito Federal no es el paraíso que todos pudiéramos pensar. Los capitalinos no aceptan tan fácilmente a los que llegamos de provincia; por ejemplo; sienten que uno llega a quitarles esos espacios que sólo a ellos les pertenece por descender de Cuauhtémoc.

 

Pero supongo que eso también siente mucha gente de provincia cuando los defeños vienen a radicar a Chiapas. Además, no todos los capitalinos son así: pero hay retrógradas e ignorantes que se quieren pasar de listos. Allá existe lo peor de lo peor, pero también lo mejor de lo mejor. No es justo ni cuerdo generalizar porque a fin de cuentas todos somos mexicanos y compartimos un territorio y un idioma comunes, cualidades y limitaciones similares. Si hemos de salvarnos lo hemos de hacer juntos.

 

Ahora, mi experiencia con los universitarios de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM es que allá si hay nivel universitario: se sabe escuchar, las diferencias se razonan con argumentos, hay una gran libertad para ser creativos y se convenza sobre la base de razonamientos. ¿Cómo no ser creativos en un ambiente con tanta confianza en los poderes creativos del estudiante y donde hay tanto respeto a la diferencia?

 

—¿Consideras que ha habido algún avance para los creadores en la localidad, tanto en las posibilidades de divulgación de su trabajo como en sus condiciones de vida?

 

—No sé cómo anden en sus condiciones de vida; pero sí sé que está publicando mucho y con criterios de calidad: libros de poesía, revistas (La Revista del Consejo, el Anuario). Hay una muy intensa vida cultural. Pero esta labor me parece que es más bien del Instituto Chiapaneco de Cultura, que éste es el gran promotor, el gran impulsor.

 

Porque, por ejemplo, la Universidad Autónoma de Chiapas sigue esforzándose en acumular desprestigios: testimonio de ello es Vida Universitaria y la Memoria del Primer Festival de Escritores Chiapanecos. A mí esto me da tristeza y coraje. ¿Qué los académicos y los estudiantes de letras no sienten que todo esto es una burla a su condición? Esto nos degrada a todos los chiapanecos, pero, en fin.

 

El Chiapaneco de Cultura ha instituido becas. Está bien. Los diarios siguen sin pagar colaboraciones. ¿Para qué queremos literatura si la literatura es tan banal como para no merecer siquiera una exigua remuneración? Porque la literatura siempre ha estado entre la espada y la pared. ¿Por qué había de cambiar esta situación? Además, todos aceptamos que sea así. Y así será.

 

—¿Qué se requiere para hacer más dinámica y con mayor rigor profesional la actividad literaria?

 

—Trasplantar el estado al Distrito Federal. Allá la competencia y el rigor profesional de los otros nos obligará a superar nuestras disciplinas de una hora semanal de lectura y trabajo. Como aquí nadie se exige ni exige, pues todos estamos bien… Muy bien, sin complicaciones. Luego, regresar y hacer de cuenta que seguimos allá.