“Museo de la Laca” de Chiapa de Corzo, Chiapas


DAVID SANTIAGO TOVILLA

DIARIO POPULAR ES!

Chiapa de Corzo, Chiapas. Uno de los atractivos de esta ciudad es la artesanía trabajada en laca. Hoy, el museo que guarda trabajos representativos de este oficio cumple su cuarenta aniversario.

 

El Museo de la Laca está próximo a la plaza principal de la ciudad, sobre la calle Ángel Albino Corzo en la casa marcada con el número treinta y cinco. El inmueble es tradicional: con un pasillo a modo de banqueta, cubierto por parte del techo de la casa, arcos y redondas columnas. El techo es de teja, deja ver vigas y regletas.

 

Una placa metálica anuncia en la entrada "Este museo fue inaugurado el mes de septiembre de 1974 con motivo del sesquicentenario de la incorporación de Chiapas a México". En referencia al nuevo local, propio, después de haber permanecido desde su fundación, en 1952, en un domicilio ubicado a una cuadra de distancia.

 

Ingresando al museo, se encuentra una mampara con la explicación relativa a la laca: "Se da el nombre de laca a la artesanía con que se impermeabilizan y decoran, mediante técnicas y materiales especiales, objetos de madera y corteza vegetal". Procedimiento "útil y decorativo, muy común en el México precolombino" difundido a Mesoamérica.

 

La explicación también indica los lugares de manufactura actual: Uruapan y Pátzcuaro en Michoacán; Olinalá y Acapetlahuaya, Guerrero y Chiapa de Corzo, Chiapas.

 

El Museo de la Laca, dependiente del Instituto Nacional Indigenista y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, cuenta con tres pequeñas salas. La primera, aloja a los objetos de Michoacán, Guerrero, Guatemala, Japón, China y Tailandia.

 

En este espacio, llaman la atención los platos chinos decorados cuya antigüedad es señalada hacia el siglo XVIII. Uno de ellos, laqueado con pintura café amarillento, adornado con flores de loto y hojas verdes dice haberse ''hecho en el año Chen Lon".

 

En esta primera sala, también están los trabajos en madera de Lináloe: baúles, cajas. Hay juguetes populares, figuras de animales, cruces, representaciones de fiestas populares: la rueda de la fortuna, los "caballitos"; platos de gran tamaño (hasta de un metro de diámetro) en laca embutida llamada así porque "sobre un fondo laqueado, generalmente negro, se traza un dibujo; luego, el interior de éste se raspa hasta descubrir la madera y en el hueco se incrusta un color distinto". En los trabajos de laca predominan las figuras de flora y fauna en esta última, principalmente flores.

 

Al avanzar en el recorrido se encuentra un acceso al taller. Un espacio habilitado porque entre los objetivos del Museo están "la difusión de la artesanía mexicana y el fomento de la producción de obras de estilo antiguo para conservar las formas tradicionales sin menoscabo de los nuevos diseños producidos por el ingenio y la habilidad de los artesanos.

 

Por ahora, en el taller hay baúles pequeños, cruces, jícaras de diversos tamaños, máscaras y una cruz de aproximadamente dos metros y medio de alto, con reglas de quince centímetros de ancho. No está detallada rústicamente. Los dibujos que presenta están elaborados con trazos finos y profesionales: al centro un corazón rasgado y sangrante que pasa por un perfecto rostro de Jesucristo en un manto y cuyas gotas llegan a una copa (el cáliz). En la cruz hay diversas figurillas con significados correlativos.

 

Al retornar a la segunda sala del Museo, se aprecian trabajos de los estados de Chiapas y Guerrero; donde permanecen cinco camerinos o nichos exclusivos para las imágenes religiosas; el de "San Jacinto", expuesto, data de 1881. Sobresalen también una enorme máscara con penacho adornado con espejos.

 

La sala tres, tiene pumpos, baúles antiguos, dos trajes de tigre tradicional utilizado en las fiestas de Corpus Christi en el municipio de Suchiapa. Una máscara de parachico. En este espacio, se expenden productos laqueados.

 

El Museo de la Laca fue fundado el 27 de marzo de 1952 por Armando Duvalier. Su esposa, Carmen Haro, recuerda: "Fue necesario ir de puerta en puerta preguntando si poseían alguna pieza como toles, jícaras, jicalpestles, cruz de aje; desde luego que fueran de legitimo aje, pues para esas fechas ya hablan tomado auge el sapolín (pintura de aceite muy comercial)'".

 

Haro de Duvalier menciona, también, los concursos de laca, iniciados en 1954 y que a la fecha cuentan 38: "Antes se premiaba con monedas de oro equivalentes al valor del premio". Estas joyas eran lucidas después, orgullosamente en collares, pulseras y aretes.

 

El organismo de promoción cultural recibe, según quienes le atienden, la visita de aproximadamente dos mil visitantes al mes, entre los cuales sobresalen los procedentes de Estados Unidos, Italia, España, Francia, Guatemala y, desde luego, México.

 

El Museo de la Laca está próximo al barrio de "San Jacinto" llamado por Armando Duvalier barrio de las pintadoras porque años atrás, era la principal zona de residencia de las trabajadoras de la laca según refiere Luva Macías viuda de Blanco, quien durante treinta y cuatro años prestó sus servicios en dicho lugar.

 

Saliendo del Museo y abordando la calle Francisco l. Madero para dirigirse al domicilio de Macías, a cinco cuadras, pueden verse en algunos lugares, la preparación de las multicitadas jícaras. Objetos que han perdido —en términos de Néstor García Canclini— su valor de uso, para adquirir un valor de consumo mercantil.

 

Luva Macías dice: "antes no existían bolsas de plástico y debían utilizarse los jicalpestles, se llevaban para transportar las compras de la gente que venía de las rancherías cercanas a esta ciudad. Entonces, era de uso común, también para la vendimia: se exhibían repletos de mangos, tomates, cebollas, etcétera.

 

"Los bochos elaborados con el fruto del árbol de morro, servían para tomar el pozol. Las jícaras pequeñas se utilizaban para el baño. No había regaderas. Los baúles (ahora decorativos), eran para guardar objetos.

 

Una pareja cuando se iba a casar mandaba a laquear sus baúles. Y, los camarines con las cruces se han usado siempre para los santos. Explica que en la actualidad las jícaras se siguen consumiendo por ser el complemento del traje de chiapaneca.

 

Luva Macías se jubiló en 1990, fecha en que también dejó de practicar el oficio. Recuerda su participación en el primer concurso convocado por el Museo. Se realizó en 1954. Entonces, aunque llevaba quince años en el oficio, sabíamos que ganaría la señora Adelfa Ruiz, quien tenía un taller en el centro, mismo en que trabajó mi madre. Allí aprendí”.

 

"En el concurso, obtuve el segundo lugar con la primera jícara propia que tuve, ahora en exhibición". Señala contundente: “Antes calificaba un jurado de calidad. Dibujantes y pintores que conocían; ahora, son representantes de las instituciones solamente. Antes no se interesaban por las personas sino por el trabajo".

 

Muestra orgullosa el diploma correspondiente, firmado por José María de la Cruz, H. Ventura Cruz Trajo y Armando Duvalier. En los años siguientes, la entrevistada obtendría distintos lugares, pero siempre dentro de los tres primeros.

 

De Duvalier dice: "Siempre tuvo mucho cariño por el Museo. Cuando fue director del Museo Regional de Antropología seguía pendiente. Venía a supervisar las compras de laca que se hacían".

 

Proporcionan más datos: el Museo se instala durante la dirección de Daniel Rubín de la Borbolla en el Museo Nacional de Artes e Industrias Populares. Cargo después ocupado por Francisco Espejel, quien visitaba personalmente a los artesanos y los motivaba a seguir produciendo.

 

Recomienda a las nuevas generaciones de laqueadores: "poner dedicación para poder ser buenos artesanos. No debemos ser trabajadores deficientes. Haciendo cosas de calidad, bien terminadas, sin manchones podrán ser mejor pagados, porque hay gente a la que se le hace caro pagar por un objeto que lleva hasta una semana de elaboración".

En el laqueado se utiliza el tizate, una tierra blanca recogida en los márgenes del río Grijalva. También el aje, una sustancia obtenida de un animalillo con el mismo nombre, semejante a una cochinilla y que habita en el árbol de "timbre", propio del municipio de Venustiano Carranza. Materiales que se aplican alternadamente. Después el eje y la pintura que deberá presentar determinado brillo obtenido por la frotación con un algodón. Finalmente, se hacen los trazos deseados.

 

En los festejos del 40 aniversario del Museo de la Laca, se  realizó un reconocimiento a las artesanas que han persistido durante los últimos veinte años: Luva Macías, Rosalba Cameras Balbuena, María Angela Nandayapa Fonseca, Vicenta Clory Díaz Vargas, María Morales Molina, Sofía Díaz Vargas, Nelly Oralia Díaz Macias, Lucinda& Fonseca Santiago, María Arce, María de los Ángeles Interiano, María Antonieta Escobar, Banda Rosales y Zaira Chavarría.