DAVID SANTIAGO TOVILLA
“La idea fundamental es darle a conocer a la genta dedicada al teatro, la importancia de la gestualidad dentro del movimiento actoral", dice Antonio Esparza en tomo a la conferencia que impartirá este día en las instalaciones Congreso del Estado de Chiapas.
La conferencia Gestualidad
dentro del teatro parlante se inscribe en el programa "Cómicos de
la Legua", instrumentados por el Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes (CNCA) en coordinación con instituciones estatales.
Esparza explica: "en
muchas ocasiones vemos actores sin definición corporal. Es escaso el trabajo
corporal, el conocimiento de las diferentes actitudes que se puede tomar para
abordar un texto. Mi propuesta se basa en la escuela de Étienne Decroux, la escuela de la mima
corporal, sustentada en el mimo estatuario: una anatomía corporal conociendo su
división y codificación”.
—¿Cómo se da esa
definición corporal? ¿Qué comprende?
—Antes de abordar un
texto, por qué no pensar en el aspecto corporal.
Por ejemplo, a Otelo
de William Shakespeare, le hicimos una coreografía para la Universidad
Veracruzana. Una obra de tres horas. Si no pensáramos en el trabajo corporal
que puede desarrollar el actor, nos hubiéramos quedado en la limitación de un
Shakespeare hecho muchas veces, en Inglaterra y Alemania.
Se trata de ingresar al
teatro contemporáneo, priorizando la corporeidad antes del texto. Meter al
actor a una disciplina en la que torne como referencia los elementos del texto
desde la perspectiva corporal, una vez con esto, experimentar un entrenamiento
para la codificación de un lenguaje. Así el texto tendría otra manera de
plantearse porque en ocasiones el actor se olvida del movimiento, es sólo voz,
cuando es importante el cuerpo, como herramienta.
En esta mima corporal,
refiere Antonio Esparza: "se separan las líneas más importantes, como en
fragmentos, a partir de los cuales y con una codificación se conoce el cuerpo y
cómo puede moverse en cuanto a la escena y el espacio. A partir de ese momento
se realiza un trabajo en donde el texto queda en segundo plano. Las intenciones
no van a través de la voz sino del cuerpo. Toman vida. Se convierte en un
teatro integral en donde el cuerpo es casi todo y la voz un apoyo".
La mima corporal,
modifica la actitud del actor y los requerimientos del director: "el
director tendría que recurrir a algún coreógrafo, someter al actor a una
disciplina en la que aproveche pedazos de cuerpos, como los vaya necesitando:
cabezas, troncos, brazos, masa corporal. Crea fragmentos corporales que dan una
idea total.
"El actor pasaría a
un segundo plano. No va a lucirse como se acostumbra. Sería un objeto, una
marioneta animada que diera sus sentimientos y emociones a través de la
corporeidad".
Distancia a la danza de
su propuesta: "la danza contemporánea es salvaje. Quiere desprenderse del
piso, volar.
El trabajo de la mima corporal es racional. El cuerpo entrena al pensamiento,
provocando una reacción en la
que surgen elementos desconocidos por el actor, más allá de la danza.
“En la danza hay una
técnica. La mímica trabaja con el silencio, como en una partitura; mientras la
danza es un encadenamiento total y constante. La mima trabaja una escultura,
partiendo de ella hace un estudio minucioso de sus partes. Se puede con esto,
proporcionar intensiones mayores que las del pensamiento humano. A veces el
pensamiento coincide con lo que sucede, pero la velocidad interna del
ejecutante es más avanzada que el pensamiento, creando un público activo".
Una propuesta alternativa
sin mayores logros por el momento: "no hay grandes avances porque todavía
se sintetiza el teatro a la coreografía de la danza”.
Cuando la gente se
preocupa por buscar elementos nuevos puede darse cuenta de sus necesidades y
hacer ejecuciones alternativas: "retomar un poco el teatro oriental: crear
un ritual en la escena, que cada movimiento tenga una justificación,
respondiendo a una codificación. Superar el movimiento por el movimiento".
Antonio Esparza indica
que no se han explotado todas las posibilidades del género mimético: "No
se han aprovechado las evoluciones en favor del género. La escena requiere de
cantidad de elementos. Tiene mucho qué dar, pero está en estado latente. Hay
mucha gente joven, deseosa de investigar. Se ve un derroche de energía, pero no
es esto; al contrario, guardar la energía para dar dos o tres cosas y hacer un
mundo. En lugar de un derroche, hacer una síntesis del movimiento; de esa
manera, el actor y la escena darán un gran paso".
Proporciona algunas
alternativas: "Generar un movimiento diferente al acostumbrado. En las
escuelas, la expresión corporal suele ser anárquica. Todo es un taller de
expresión corporal muy libre: volar y volar como el viento, después debe ser
denso, pesado. Si eso no va respaldado de una codificación real, en donde el
alumno sepa lo que está moviendo y cómo lo mueve, cuáles son sus tonos
musculares, seguirá experimentando dentro de un anarquismo, con los resultados
que vemos. Se diferencian los tonos musculares entre el grito y la
tranquilidad, pero en ese lapso puede ocurrir mucho; hay silencios, momentos
importantes que se desconocen. Las escuelas de arte deben retomar la propuesta
de la mima estatuaria".
Esparza defiende un
concepto diferente para el mimo: "La mima no se ha desarrollado en este
país. Estamos acostumbrados a ver a los mimos con la cara blanca y encerrados
dentro de un cristal, imitando a un señor que camina o jala una cuerda.
“Eso se hizo desde
Chaplin, está totalmente gastado. Yo voy hacia el mimo contemporáneo, en busca
de un teatro integral, distinto, respaldado por una técnica y una codificación
del lenguaje".
En la mímica
contemporánea influyen: "Étienne Decroux, con la mima estatuaria: el
trabajo minucioso de las posibilidades de expresión dentro del cuerpo. Étienne
fue maestro de Marcel Marceau, pero éste se dedicó al mimo típico y murió en
Francia hace diez o quince años, pero a la gente le gusta porque no tiene otras
opciones.
"También están Jean
Asselín y Dennis Boulanger, trabajadores de la comedia del arte y las máscaras.
James Donlon y Tonyo Shimin que hacen un trabajo más limpio y puro a través de
las máscaras".
Antonio Esparza dirigió
la extinta Compañía Nacional de Teatro, con sede en el estado de Michoacán. Ahora
dirige "Kamaleón Teatro Corporal", con el que ha montado Génesis, Tiempos modernos, La partida de Arthur Rimbaud, Historias silenciosas y en el mes de octubre próximo presentará Rompecabezas 11, obra ganadora de una beca del INBA-CNCA para una
temporada cartelera.
Al escaso desarrollo de
la mima, corresponde una crítica limitada: "El público recibe el
espectáculo. Algo diferente a la danza. La gente cuando encuentra que no hay
caras blancas ni se van a reír, se dan cuenta de que la mima también trabaja
elementos como el teatro: fársicos, la bufonería, de ensueño, hasta llegar a la
tragedia. Es acostumbrar a la gente a otras propuestas, porque creen que la
comedia es lo transmitido por la televisión. El enfrentamiento como un teatro
real, les mueve todo.
—Pero la crítica como
trabajo especializado…
—No existen críticos
especializados, todavía no hay muchos conocimientos sobre esto.
Muchas veces quieren compararlo con la danza, pero son diferentes. No hay una
crítica que vaya al fondo de la mima.
Antonio Esparza también
ha tenido oportunidad de conocer la situación de la mima en el continente. En
abril de este año representó a México en el VII Festival y Congreso
Latinoamericano del Mimo, que reunió a diecisiete países latinoamericanos: "En
este Congreso esperaba a ver a los argentinos con mucha fuerza, después de un
receso de años por las condiciones políticas; pero vinieron con las caras
blancas, en su mayoría; aunque hubo propuestas de algunos de ellos. En el
Congreso, estuvieron: Cuba, Perú, Ecuador, Bolivia, planteando la situación de
cada país. Pude darme cuenta de que en Latinoamérica el desarrollo del mimo
quiere darse, pero no ha habido la apertura requerida. Ha sido difícil. Ha
estado marginado".
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