A las divas no les perdona follar y embarazarse: Ale y Bibi

DAVID SANTIAGO TOVILLA

Encamarse con alguien puede resultar un acto perdonable para el común de los mortales. Pero intolerable para quienes tienen entre sus funciones la de contribuir a la masturbación mental en niveles estéticos e ideológicos. Bueno, lo imperdonable no es tanto una de muchas y agradables cogidas; sino los resultados que éstas tengan, porque todo mundo se conforma con esas que no dejan huella.

Primero fue Alejandra Guzmán. Una de las primeras divas de la juventud mexicana. La pionera de las veinteañeras que explotó su imagen y cuerpo, que participó con perfección en el cultivo de un ideal de mujer que proyecta los medios de comunicación. 

Ale remitía a la portada de su segundo acetato: un bello cuerpo disponible, al que sólo cubría una delgada seda. Los afiches en donde mostraba sus tentadoras piernas protegidas por un sugerente panti negra y al fondo, su vestido negro que se hundía en la cavidad del ''altar de Venus'' como le llamara Sade.

Todos contentos. Ale proclamaba en entrevistas su gusto por los hombres, le decía a la Vero algunas intimidades y aceptaba sus acostones frecuentes. En esa medida, participaba en las reglas no escritas del juego del estrellato: mujeres deseables, dispuestas, voz y movimientos sexualizados, potencialidad inacabable; encamadas reconocidas, pero nunca comprobadas, para, en el fondo del colectivo, pensar en la intocable, única, pura. 

Por eso nadie dejó de comentar lo notorio de su embarazo y el consecuente ocultamiento ante las cámaras, el retiro del que mucho trabajo le costara salir. Hay hechos que, siendo lo que son, no suelen perdonarles las masas consumidoras de imagen.

Ahora es Bibi, esa que logró colocarse entre el gusto de los lectores de un suplemento cultural sabatino y desatar pasiones entre bibipoetasy trevipoetas

Bibi con su rígida postura, por lo regular muy recta sobre sus altas zapatillas. La tez morena clara que llama a remojarse, tocarse y recorrerse. Una delgadez que sugiere su facilidad para practicar el encabalgamiento, para  dibujar ochos en el vientre del amante.

Sale la noticia con el reportero COR de El Universal, sobre el embarazo de la Bibi. Callan todas las trompetas que hasta ese momento ininterrumpidamente acompañaron la danza de la estrella. 

Bibi quedó sin los sostenes que antes le sobraban y no tardó en precipitarse. A borrarse en pocos días de la frágil memoria de los receptores. El mancillamiento de su vagina es el de muchos de sus seguidores. La sociedad no les permite ejercer una sexualidad que ella misma impulsa. Eso, no lo pensaron a tiempo las hoy señoras.

*Publicado en Diario Popular Es!