''Cuando un esclavo toca el timbre de la casa que habita Alexis, ella abre la puerta e inmediatamente lo desnuda: toma entre Sus manos el pene y los testículos para amarrarlos con una cadena ligera. Tras esta operación, los abandona en cualquier rincón del sótano. Si el sirviente se atreve a protestar, Alexis lo regaña, y para evitar más reclamaciones o gritos, lo amordaza con la pantimedia que uso el día anterior", comenta Rocío Barrionuevo en una edición del suplemento Sábado. La columnista de "eros" reseña el libro de Alexis Duncan: Fott Fetish (NY,1993).
Coincidentemente, vimos el filme de Barbet Schroeder: Maîtresse (1975) con Buller Ogier y Gérard Depardieu. Cinta que, con gran similitud en acciones, lugares y relaciones entre una maîtresse -mistress en el libro- y hombres que gozan con el maltrato físico.
La película muestra desde los latigazos en las distintas partes del cuerpo hasta 1a minuciosa tortura de un miembro masculino cruzado con agujas cuyos extremos salientes son tensados por finos alambres; ellos a manos de una mujer que utiliza el color negro para todo lo que lleva encima: las botas con tacón elevadísimos, el ajustado pantalón de cuero o simulación, los guantes.
Ella, no tiene relaciones sexuales con ellos. Los sujetos llegan a recibir otro tipo de estimulaciones en un sótano con perfección disimulado tras una mesa de centro de la casa.
En ambos casos, es asombrosa la semejanza de escenarios. Barrionuevo informa del sótano, también lugar de operaciones del personaje encarnado por Ogier. Por igual, data de asir un miembro en esencia igual al caso del largometraje. De lo anterior, se deduce que ambas producciones, si bien la primera dice ser una especie de autobiografía, parte de ideas elaboradas sobre las aficiones calificadas como "masoquistas". No se sabe cómo pueda apreciarse esto en el libro: en la película es evidente.
Maîtresse cae en la explotación común de cuando se manejan las "perversiones". Señala con simpleza y extremo esquematismo los hábitos sexuales: esto, aquello, lo otro. Viste a la mujer "sádica" de acuerdo con la idea ya inculcada en el imaginario colectivo, el cual no siempre-parte de raíces sólidas de la realidad.
Presenta poses no experimentos corporales con imaginación; ideas no sensaciones. Esa mirada tradicional, predispone para emitir un juicio, debido a su oposición con el ideal de ternura que dice nuestra cultura debe predominar en el juego sexual, aunque nadie pueda negar el placer de las mordidas en los pezones y del ardor quisquilloso tiempo después.
En Maîtresse los latigazos apenas resbalan en los traseros, los gestos de placer son muecas, los gemidos son aquellos emitidos cuando se quiere relajar a alguien o perturbar a alguna puritana. No se muestra la plena forma de realización de quienes encuentran satisfacción en modo distinto a la mayoría y remarca el estereotipo de los objetivos: sadismo, masoquismo.
Maîtressey Fott Fetish indican que aún se está lejos de la ventilación natural de esas y otras aficiones. En término reales poco se ha avanzado en siglos. Hoy Sade seguiría diciendo lo mismo que en 1784: "el único propósito de todos mis empeños es articular pensamientos que han atormentado mi conciencia desde que tuvo uso de razón; que dichos pensamientos pueden estar en conflicto con los pensamientos de otras personas, o la mayor parte de otras personas o todas las otras personas excepto yo, no es creo, razón suficiente para suprimirlo.
En cuanto a aquellas almas susceptibles que puedan ser ''corrompidas'' por enterarse de mis escritos, tanto peor para ellas, digo yo. Me dirijo únicamente aquellos hombres que son capaces de examinar con una mirada objetiva todo cuanto está ante ellos. Dichos hombres son incorruptibles".
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