DAVID SANTIAGO TOVILLADiario Popular Es!
"Me gustaría pensar que él también al final de su vida, tratará de consumir sus miedos en el vértice imposible de las pasiones tardías, que sabrá atesorar con luz esos momentos y que el recuerdo de una tarde salvadora, el recuerdo fulgurante de una tarde de amor, se convertirá de nuevo, en su memoria, en el recuerdo de una última noche de locura, esa noche que acaso no pasó con nadie, la misma que yo, pasé contigo ... " Pasiones tardías insiste Mayra Montero en La última noche que pasé contigo, novela que si bien no fue merecedora del XIII Premio de Sonrisa Vertical convocado por la editorial Tusquets, ésta tuvo el acierto de publicar.
La última noche que pasé contigo es uno de esos textos de la prosa contemporánea que logran ir más allá en su propuesta erótica y que, remite a su concepción integral e innata en el ser humano. En el libro se trasmite por una variedad de formas: que hacen más nuestros asuntos de por sí íntimos.
Mayra Montero presenta confesiones desenfadadas, hechos evidentes y que tal vez se asocien con algún pasaje personal. Atiende a la vez múltiples aspectos de las implicaciones humanas de la relación sexual en un trabajo no voluminoso y extremadamente digerible.
Una pareja común: Celia y Femando. Con silencios comunes en tomo a sus "deslices", rememorados en una travesía marítima. Pasiones que con el paso de los años se tornan más urgentes y satisfactorias.
El erotismo no es de los rasgos de juventud. La pareja está viaja en barco para olvidar la separación de la hija su casamiento Celia recuerda la añeja relación con su primo, Martín Conejo resultado de las guardias en el hospital para cuidar al padre enfermo: "Yo estoy lejos, muy lejos ya, tumbada de nuevo en la cama, hundiendo la cara en los despojos de mi propia ropa, arqueándome ligeramente para que el otro pueda colocar una almohada bajo mi vientre.
"Pienso en papá, hace ya dos días que está en coma, la boca inútilmente abierta, los sádicos tubitos saliéndole por la nariz, y escucho la maloliente voz de mi verdugo, "prepárate, hija de puta"; siento el contacto de su torso velludo agitándose contra mi espalda su mano de gorila que va abriendo el camino, papá se ahoga, se está ahogando y Marianito no sabrá que hacer, la punta de su sexo me perfora, papá cianótico y Marianito paralizado, un dolor de clavo al rojo vivo, me muero, se muere..." Sodomía, incesto, necrofilia, en unas cuantas líneas para ejemplificar.
Fernando, encarna el desenfreno al conocer a Julieta en el buque. Sus entregas se escriben alternadamente con las de Celia en sugerentes capítulos titulados con más boleros: Burbujas de amor, Sabor a mí, Negra consentida, Amor, qué malo eres, Nosotros, Vereda tropical y Somos. Julieta, mujer de encanto y capacidad para trastornar a sus amantes para hacerlos rendírsele incondicionalmente a sus dotes femenino, en especial a su personaje que no es otro -y Femando nunca lo sabrá- que aquella mujer por quien el ''amor de su vida'' cambió a su abuela.
Tragedia de la que Montero informa a través de las intercaladas Cartas. Misivas, muy humanas, que llevará el propio Fernando: "pensé que es una pena que jamás hayamos pasado una noche juntas, es una pena porque un amante nunca sabe lo vulnerable y manso que es el otro hasta que no lo ve dormir. Nunca nos vimos dormir ¿entiende Angela?, ésa es la gran carencia de nuestra relación ... Julieta es bastante más joven que nosotras, pero probablemente también mucho más sabia. De cara es fea, tú lo sabes sin embargo tiene un cuerpo espléndido y de repente se me ocurrió que hubiéramos podido ser muy felices las tres ...
"Me dará pena, entre otras cosas no volver a ver a Fernando, ese niño que me ha hecho reflexionar. Esta, mañana, por ejemplo, me quedé mirando sus ojitos y me complací de su inocencia de su frustración por no poderte llevar ninguna carta entonces me pregunté qué clase de amores, qué arrebatos, qué dolores lo estremecerán cuando sea adulto", los mismos que a ellas.
Fernando tampoco pasó la última noche con Julieta, así como hubiese querido pasarla Angela con su pareja lésbica. Y deseó a Julieta con la misma intensidad que la mujer que dejó a la abuela. Y la amó como a los auténticos amores, a los inasibles.
Montero no escribe, pero connota la fábula: pasar cada noche como si fuera la última y no lamentarse de aquellas que pudieron ser y no sucedieron. Vida sólo hay una y un ahora.
MONTERO, Mayra, La última noche que pasé contigo. Ed. Tusquets, Col. "La sonrisa vertical", México, 1992.
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