"Muy buenas las tengan y las pasen mejor": las primeras palabras de Armando Jiménez en su conferencia "palabras y palabrotas" realizada el martes pasado en el Auditorio del Instituto Chiapaneco de Cultura. El primero de uno de tantos dichos que ha conocido en su recorrido por el mundo.
Y
aunque el nombre de la conferencia inducía a pensar en alguna clasificación,
Jiménez apuntó: "No existen palabrotas, ni palabritas; ni buenas o malas
palabras. Simplemente hay palabras, las "decentes" que se escuchan
"feas" e "indecentes" calificadas ''bonitas".
Las
primeras, registradas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua,
"elaborado por viejitos mojigatos, cuya función debería ser lo que la
gente dice, no normar las palabras".
Las
segundas, en una gran proporción ausentes, pero con mayor fuerza, precisión y
riqueza por la variedad de sinónimos que tienen: Borracho, por ejemplo, tiene
sinónimos graduales: alegre, a medios chiles, pedo, pedísimo,
hasta la madre". Estas posibilidades no las tienen las
"buenas" palabras.
Sin
embargo, las "malas" palabras y los chistes "colorados"
deben decirse en el lugar y el momento adecuados: "Porque desde el
director de ICHC, el presidente Municipal y hasta el presidente de la
República, como otros personajes cultos son tan "mal hablados" como nosotros;
sólo que jamás los escucharemos decirlo en público".
Armando
Jiménez ilustró con anécdotas: una cena diplomática en donde escuchó a alguien
alabar las buenas chiches de la esposa del embajador chileno: en su país
les llaman así a los collares; la invitación de los representantes españoles
invitándole un culito: un trago ingerido en un vaso pequeño de vidrio
con gran fondo de cristal; o la expresión de una primera dama argentina sobre
algo que se chingó, un calificativo habitual no "grosero" en
el sur del continente.
También
dijo palabras: "Pendejo, definido como el vello que sale en el pubis;
entonces me están diciendo bello con falta de ortografía; pinche: especialista
en artes culinarias; cabrón: macho de la cabra, seguramente porque piensan que
tengo el vigor físico de los chivos", esto a sus setenta y seis años.
Armando
Jiménez aportó previamente datos de su picardía a las letras mexicanas. En
entrevista destacó sus dos nacionalidades: coahuilense y chilango, con la
reciente naturalización del Consejo Consultivo de la Ciudad de México.
También
ciudadano distinguido de poblaciones como Alvarado, Veracruz, en donde “hicieron
el honor de nombrarme hijo putativo con el grado de presidente de la Academia
de la Lengua de Alvarado, con facultades para expedir diplomas a quienes se
hagan merecedores de ello". Nombramiento recibido ya por Artemio de Valle
Arizpe, Miguel Alemán Valdés, Camilo José Cela y Renato Leduc.
Armando
Jiménez tiene doce libros publicados. El más conocido: Picardía Mexicana,
libro de circulación impresionante: noventa y ocho ediciones vendidas, cuatro
millones de ejemplares "para vergüenza de nuestra generación, porque hay
libros más importantes que el mío".
Este
texto, inicialmente se imprimió con el prólogo de Alfonso Reyes, después se agregó
otro de Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura 1991.
0tro
libro: Nueva picardía mexicana con prólogo de Octavio Paz, quien
"se entusiasmó tanto que se extendió y llegó a hacer un libro sobre el
tema".
La
picardía como constante: Grafitos de la picardía mexicana, que trata de
letreros y dibujos pintados en camiones, bardas, excusados. Por igual: Vocabulario
prohibido de la picardía mexicana y Tumbaburros de la picardía mexicana
con anotación de Pablo Neruda, otro Premio Nobel.
Armando
Jiménez refirió: "Hace muchos años asistí a la Unión Soviética a las
festividades del primero de mayo. Neruda visitaba frecuentemente ese país. Era
mi ídolo y no encontraba cómo acercármele.
Estaba
rodeado de grandes personajes, pero observé que tenía una copa vacía en la mano
—pues era mejor tomador que literato— y esperaba un mesero ruso. Y yo que no sé
ni madres de ruso, usurpé el oficio Fui a ofrecerle paté, caviar, vodka, a
Pablo Neruda. Él se quedó admirado de mi buen español. Le pedí que me lo dijera
por escrito. Escribió: ‘Sr. Armando Jiménez: habla usted perfectamente el
español'.
Ahora,
cuando alguien me dice que soy mal hablado le respondo: una persona que sí sabe
de estas cosas dice que lo hablo a la perfección no pendejos como tú”. Sin ser
restrictamente un prólogo, como se cuenta, Jiménez dijo incluirlo para tener la
vanidad y el gusto de poseer cuatro libros prologados por premios nobeles.
En
la lista está Gabriel García Márquez, quien prologó Dichos y refranes de la
picardía mexicana. Especificó: "los prólogos de Paz, Márquez y Cela me
los dieron antes de recibir el galardón internacional. Después de ello es
difícil verlos".
Se
pidió su autodefinición: el gallito inglés: una representación de los
genitales masculinos, disimulada con la
forma de un pajarito. Esta figura acompañó la primera edición de Picardía
mexicana. Símbolo popular que en la actualidad forma parte de la firma de
Armando Jiménez: "si no lo estampo no me pagan un cheque o admiten un
documento". El gallito inglés, por ello, aparece puntualmente los sábados
en el suplemento cultural del diario Uno más uno.
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