“Simplemente palabras, ni buenas ni malas”: Armando Jiménez


DAVID SANTIAGO TOVILLA
DIARIO POPULAR ES!

"Muy buenas las tengan y las pasen mejor": las primeras palabras de Armando Jiménez en su conferencia "palabras y palabrotas" realizada el martes pasado en el Auditorio del Instituto Chiapaneco de Cultura. El primero de uno de tantos dichos que ha conocido en su recorrido por el mundo.

Y aunque el nombre de la conferencia inducía a pensar en alguna clasificación, Jiménez apuntó: "No existen palabrotas, ni palabritas; ni buenas o malas palabras. Simplemente hay palabras, las "decentes" que se escuchan "feas" e "indecentes" calificadas ''bonitas".

Las primeras, registradas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, "elaborado por viejitos mojigatos, cuya función debería ser lo que la gente dice, no normar las palabras".

Las segundas, en una gran proporción ausentes, pero con mayor fuerza, precisión y riqueza por la variedad de sinónimos que tienen: Borracho, por ejemplo, tiene sinónimos graduales: alegre, a medios chiles, pedo, pedísimo, hasta la madre". Estas posibilidades no las tienen las "buenas" palabras.

Sin embargo, las "malas" palabras y los chistes "colorados" deben decirse en el lugar y el momento adecuados: "Porque desde el director de ICHC, el presidente Municipal y hasta el presidente de la República, como otros personajes cultos son tan "mal hablados" como nosotros; sólo que jamás los escucharemos decirlo en público".

Armando Jiménez ilustró con anécdotas: una cena diplomática en donde escuchó a alguien alabar las buenas chiches de la esposa del embajador chileno: en su país les llaman así a los collares; la invitación de los representantes españoles invitándole un culito: un trago ingerido en un vaso pequeño de vidrio con gran fondo de cristal; o la expresión de una primera dama argentina sobre algo que se chingó, un calificativo habitual no "grosero" en el sur del continente.

También dijo palabras: "Pendejo, definido como el vello que sale en el pubis; entonces me están diciendo bello con falta de ortografía; pinche: especialista en artes culinarias; cabrón: macho de la cabra, seguramente porque piensan que tengo el vigor físico de los chivos", esto a sus setenta y seis años.

Armando Jiménez aportó previamente datos de su picardía a las letras mexicanas. En entrevista destacó sus dos nacionalidades: coahuilense y chilango, con la reciente naturalización del Consejo Consultivo de la Ciudad de México.  

También ciudadano distinguido de poblaciones como Alvarado, Veracruz, en donde “hicieron el honor de nombrarme hijo putativo con el grado de presidente de la Academia de la Lengua de Alvarado, con facultades para expedir diplomas a quienes se hagan merecedores de ello". Nombramiento recibido ya por Artemio de Valle Arizpe, Miguel Alemán Valdés, Camilo José Cela y Renato Leduc.

Armando Jiménez tiene doce libros publicados. El más conocido: Picardía Mexicana, libro de circulación impresionante: noventa y ocho ediciones vendidas, cuatro millones de ejemplares "para vergüenza de nuestra generación, porque hay libros más importantes que el mío".

Este texto, inicialmente se imprimió con el prólogo de Alfonso Reyes, después se agregó otro de Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura 1991.

0tro libro: Nueva picardía mexicana con prólogo de Octavio Paz, quien "se entusiasmó tanto que se extendió y llegó a hacer un libro sobre el tema".

La picardía como constante: Grafitos de la picardía mexicana, que trata de letreros y dibujos pintados en camiones, bardas, excusados. Por igual: Vocabulario prohibido de la picardía mexicana y Tumbaburros de la picardía mexicana con anotación de Pablo Neruda, otro Premio Nobel.

Armando Jiménez refirió: "Hace muchos años asistí a la Unión Soviética a las festividades del primero de mayo. Neruda visitaba frecuentemente ese país. Era mi ídolo y no encontraba cómo acercármele.

Estaba rodeado de grandes personajes, pero observé que tenía una copa vacía en la mano —pues era mejor tomador que literato— y esperaba un mesero ruso. Y yo que no sé ni madres de ruso, usurpé el oficio Fui a ofrecerle paté, caviar, vodka, a Pablo Neruda. Él se quedó admirado de mi buen español. Le pedí que me lo dijera por escrito. Escribió: ‘Sr. Armando Jiménez: habla usted perfectamente el español'.

Ahora, cuando alguien me dice que soy mal hablado le respondo: una persona que sí sabe de estas cosas dice que lo hablo a la perfección no pendejos como tú”. Sin ser restrictamente un prólogo, como se cuenta, Jiménez dijo incluirlo para tener la vanidad y el gusto de poseer cuatro libros prologados por premios nobeles.

En la lista está Gabriel García Márquez, quien prologó Dichos y refranes de la picardía mexicana. Especificó: "los prólogos de Paz, Márquez y Cela me los dieron antes de recibir el galardón internacional. Después de ello es difícil verlos".

Se pidió su autodefinición: el gallito inglés: una representación de los genitales masculinos, disimulada con la forma de un pajarito. Esta figura acompañó la primera edición de Picardía mexicana. Símbolo popular que en la actualidad forma parte de la firma de Armando Jiménez: "si no lo estampo no me pagan un cheque o admiten un documento". El gallito inglés, por ello, aparece puntualmente los sábados en el suplemento cultural del diario Uno más uno.