DAVID SANTIAGO TOVILLA
DIARIO POPULAR ES!
Francisco Valero deja intacto el café recién servido. Para cumplir la cita y la entrevista se levanta de la mesa que comparte con conocidos suyos. Carga un portafolios que, por la firmeza al ser cargado, revela su peso.
Dentro, se verá después, va parte del material
bibliográfico elaborado por Valero, o bien, de apoyo. Ordena la bebida
estimulante. Habla de sus libros de poesía: «¿Cuántos libros llevo? Son muchos.
En Voces mutantes compilé cuatro poemarios. Revisados, como acostumbro.
Expurgo, reviso mucho, sin querer destruir lo hecho en una etapa de mi vida. Sí quitarle
algunas asonancias demasiado reiterativas».
Saca el primer volumen de poesía 1967-1986. Lo dedica. Puede
leerse. «Soy la cazadora mítica —dirás— / mi flecha atraviesa a los ibis/ y
mi semilla genera a los centauros. / cadenciosa del poeta; / tu sola alusión a
mi lira/ hará que comparezca ante ti / desde mi sitio de reposo y te complazca.
/ Soy el amor. / bajo tus sienes., / arranco v me llevo el trino de tus rejas. /
Soy el viento, la sed del manantial / donde brotan todas las pasiones. / En mi
última visita / te llevaré conmigo».
Francisco Valero continúa: «En otro, In memoriam
compilé trabajos paralelos a éstos, pero más tendientes a la prosa. Aunque el
primer trabajo, recoge mis reflexiones sobre el arte y su relación con la
sociedad, en un tiempo que incursioné en la pintura; primero se llamó La
profecía de los malditos. En la edición del Instituto Politécnico Nacional
se tituló: La profecía de los malditos y otros diálogos con el arte».
Explica: «Veo la historia con un enfoque de cambio,
socialista. En la crisis actual, muchos conceptos se agolparon en la mente.
Desechando algunos, pero valorados después porque todo sirve, tiene una
explicación y una razón. Revisó ese libro para volver a sacarlo a la luz. No voy
a desdecirme de nada. Lo que planteo es algo muy sencillo: primero, matan de
hambre a los artistas, después de muertos los elevan. Es un fenómeno que se
repiten en la historia. Allí están los ejemplos de Van Gogh, Paul Gauguin,
Porfirio Barba Jacob. En Chiapas, tenemos a Raúl Garduño.
«Yo vi lo que muchos intelectuales: el socialismo como
una salida, un nuevo cauce, una posibilidad de desarrollo artístico. Las cosas
no han salido así pero el problema continúa. El capitalismo tampoco lo ha
resuelto. En esos tres libros estaría mi pasado más remoto».
Se refiere a las variaciones en décadas de trabajo, la
idea seguida como escritor: «Toda obra de arte es un ritual inacabable. Nos
morimos dejando algo inédito, que la gente va a sorprenderse y tratar de
interpretar. Acá se habla del libro negro de Raúl Garduño. Eso es bueno, que la
gente se ocupe de una obra. Eso pasa con todos. Al principio, uno tiene la
ilusión de publicar el primer poemario. La preocupación es tener un orden
interno para que eso pueda fluir. Mis libros así fueron creados. Les he quitado
más que incluirles. Siempre hay que aligerar. Hay detalles que deben
sacrificarse. He seguido un orden cronológico, pero también un orden
estilístico. El más reciente, desde luego, tiene mayor dominio del lenguaje».
Habla del procesamiento literario: «Hay que vivir. Yo
no creo en quien se dedica a hacer poemas. Eso del arte por el arte. Hay que
enlodarse en el mundo. Siempre estar al margen de todo para captar cosas. Pensar
en ser el primero que lo hace, aunque no sea así, pero puede servir para soltar
la mano. En estos días, por decir, he participado en eventos que me han dejado
una riqueza espiritual. Conocí gente, hablé ante ellos, lo cual va a repercutir
en una obra, si no es que ya está sucediendo».
Continúa: «A Tuxtla lo llevo en la sangre. No nací
aquí pero mi madre sí, mis tíos. Desde niño aprendí a deletrear el mito de
Tuxtla. Un lugar que estaba en una región del planeta donde mi abuelo, Marcos
E. Becerra, había hecho cosas importantes. Más adelante, pude conocer la riqueza
de este hombre».
Alude a otros trabajos: «No había más esto es lo que
he escrito. He hecho antologías, ensayos. La antología es un trabajo
indispensable. Sólo que no debe ser de cuates. A quien hace esto, la historia
se encargará de hacer pedazos. Por todos lados sucede diciendo es la cosa
subjetiva que nos domina. ¡Mis timbres! Siempre hay un punto objetivo en
que apoyarse. Una antología verdadera de Chiapas no se ha hecho. Conozco la de
Casahonda Castillo. Hay muchas parcialidades. No se ha realizados un estudio a
fondo».
Recuerda una experiencia en el vecino estado de Tabasco,
con la obra La bohemia tabasqueña, compilación hecha en 1986: «Mira, en
Tabasco se hizo algo. La iniciativa partió del gobernador Enrique González Pedrero.
La bohemia tabasqueña es un movimiento interesante que se realiza a finales del
siglo XIX y los principios del XX.
«Esa entidad estaba marginada, como una isla. Lo
curioso es el movimiento intelectual. Es cierto que registra altibajos. No todos
los poetas son de la misma raigambre, pero hay cosas muy interesantes a partir
de este trabajo. Buscaron en bibliotecas del extranjero, investigaron;
finalmente se contrató a Gerardo Rivera, quien hizo el trabajo final. Pero fue
una investigación. Se puso sobre la mesa no a todos los poetas de Tabasco, sino
a los de la llamada bohemia. No con un espíritu de descartar a alguien,
sino incluirlos para que otros hagan la selección».
Muestra el libro comentado y señala para el caso de Chiapas:
«Habría que empezar con eso. No hay una complicación. Debe hacerse un gran
libro, una especie de tumbaburros donde aparezcan muchísimas cuestiones. De allí ir
depurando. Hasta el momento, no se ha hecho bien ni lo uno ni lo otro. Así se
podría empezar. Con la poesía, pero también con otros géneros literario».
Francisco Valero es el nieto de su abuelo, se
dice en los corrillos del medio local. Él lo sabe: «Está bien. Qué bueno que lo
digan». Expresa antes de referirse al motivo de uno de sus trabajos recientes:
la antología Ultimo deseo ... Marcos E. Becerra (1870-1940). «Aquí se
habla de Don Marcos porque hay una escuela y una biblioteca con su nombre,
porque hay personas que lo conocieron y lo mencionan. Pero es una
incongruencia, una injusticia, que la gente de Chiapas no conozca su obra. No
se ocupan de él. He hecho cartas, peticiones, sin resultado. La historia
juzgará a quienes no lo hacen». Ironiza: «Falta no que el nieto de su abuelo
demande la divulgación de la obra sino los mismo chiapanecos. Las palabras
de don Marcos son de una sabiduría inmensa».
Para Valero existen otras obras, como la de Becerra,
que no se difunden. Entre ellas, la de Rodulfo Figueroa. Exhibe un tomo
voluminoso de un diccionario, en donde se le exalta por su soneto de la
zandunga: «Cuando en la calma de la noche quieta/triste y doliente la
zandunga gime,/ un suspiro en mi pecho se reprime/ y siento de llorar ansia
secreta.// ¡Cómo en notas sentidas interpreta/ esta angustia infinita que me
oprime!/ ¡El que escribió esa música sublime/ fue un gran compositor y un gran
poeta!// Cuando se llegue el suspirado día/ en que con dedo compasivo y yerto/
cierre por fin mis ojos la agonía/ dejadme descansa, ¡que estaré muerto...»
V alero abunda en el acercamiento con Figueroa: «Le
tengo un amor inmenso a la obra de Rodulfo. Es un poeta que vivió treinta y
tres años. Antes, cuando oía de él lo asociaba con el "Poema a
Tuxtla". Siempre pensé que había algo más. Hace algunos años me puse a examinar
su trabajo y resultó una antología». Texto publicado, en 1991, por el Congreso
del Estado y el Instituto Chiapaneco de Cultura con el título Por el arte.
Como el anterior, dice, ha hecho otros trabajos: Fernando
Zelada, Josefa Murillo: «Es el mismo fenómeno. Son gente a quienes no se les
conoce realmente en su lugar de origen. No soy nada más el nieto de don Marcos
sino también de Zelada, Murillo y Rodulfo. Todos ellos. Es el fenómeno el que
me aprehende».
Sin embargo, es hacia Marcos E. Becerra a quien ha
dirigido sus reivindicaciones: «Con su antología demuestro que su poesía se
realizó en Chiapas. Reclamo un lugar para él porque es un gran poeta».
Para finalizar, V alero Becerra entrega su más
reciente título de poesía: Utopía. En él recoge parte de una gran
utopía: «Chiapas. Cuentan de él / que sucumbió ante el influjo del deseo/ Y
decía / Sol que no quiere abrir/ Instantero silenciado / Fantasía telúrica/
Azar que alivia el cosmos // Ritual contestación/ ceremonial de parachicos / la
fuente que recuperaste / y el aire que pasea cenizas tuyas...»
Mucho le une a Chiapas, asegura. Es el lugar donde
quisiera vivir. Si hubieran condiciones. Si le emplearan para su trabajo de
investigación...
*Publicado en dos partes:
22 y 25 de septiembre de 1993.
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