Guadalupe Olalde: La humanidad entre olivos y acebuches


Guadalupe Olalde: La humanidad entre olivos y acebuches

DAVID SANTIAGO TOVILLA

DIARIO POPULAR ES!

Los olivos son para Guadalupe Olalde la metáfora adecuada para la condición humana. Olivos y acebuches, ha titulado el volumen número 19 de la serie "Creación literaria", editada por el Instituto Chiapaneco de Cultura. En él se reúnen narraciones y textos poéticos.

 

Olalde comenta: «En el libro no se incluye material alguno con el título "Olivos y acebuches". Pero si hay una cita inicial: Al tercer día, Dios creó olivos y acebuches. Unos de casta, de linaje, de savia fuerte y pura: olivos destinados a las grandes empresas ... Y también creó acebuches débiles y silvestres, condenados a emplear todas las fuerzas de su vida en despegarse de la tierra hacia la altura de los olivos.

 

«Esa idea resume lo que pienso de los seres humanos. Quisiéramos ser olivos y somos acebuches. A veces pensamos que somos acebuches y somos olivos. Hay gente que se siente lo segundo y es lo primero. En un mismo día, oscilamos de una a otra esencia. Siempre tendemos a levantarnos. Mis personajes, al sustentarse en la vida real, son uno de estos dos árboles».

 

Personajes que han tenido o tienen relación con la autora: «No quiere decir que el libro sea una copia de la vida real. Conozco personas y sucesos que después llevo a la escritura. Son completamente reales. En unos, yo misma».

 

Estos son los agrupados en "Historias de Marías", primera parte del libro. La segunda, "Leyendas coletas", es un trabajo de recopilación: «Me las narraron para que no se pierdan; además fueron consignadas para que no se deformen. Son reales, verídicas».

 

Como varios de los autores de la serie de las ediciones del gobierno del Estado, éste es su primer libro publicado. La importancia, señala Guadalupe Olalde, es la identificación con Chiapas: «Olivos y acebuches reúne el trabajo de una vida. Y me agrada que se me publique en Chiapas. Tengo seis años de residencia en este lugar. Tenía mis apuntes y fue acá donde los trabajé. Hay historias como "Leyenda palencana" que son chiapanecas».

 

Olalde nació en Nicaragua y vivió en la ciudad de México, en donde estudió Lengua y Literaturas Hispánicas. Del proceso de elaboración comenta: «Yo quería ser poeta. Nunca escribí cuentos, hasta llegar a este estado. Pero mis poemas no me convencieron. Tampoco a mis amigos.

 

«Cuando escribí las narraciones sucedió lo contrario. Fue exaltada mi capacidad narrativa. Entonces, trasladé los poemas a prosa y resultó la parte denominada "Brevaria", la que más me encanta».

 

En ella puede leerse: «Por girar de prisa las manecillas de tus días no pude compartir. Por desafiar al tiempo y al silencio, siendo de nuevo espacio abierto, no lo fui. Hoy sola estoy entre el océano redondo de mis horas, bebiendo recuerdos y destiempos, buscando compases desacordes. Construimos sensaciones sin palabras, sin tinta, ni papel. Tuvimos ojos sordos y callados.

 

«Hoy merecemos silencio y veremos nubes de hiel. Las cuerdas de los tiempos ya están rotas. Si volverán a unirse, no lo sé... en un tiempo futuro, en la prehistoria, en la vida pasada o por venir. Muero despacio mientras mis días se queman, envolviéndome de agua y de distancia seca. ¿Y, ¿tú o yo? Respiraremos rabia, tendremos sed. Y si lloran los huesos, morirán nuestros países. Las piedras siempre son. Son las miradas y también el caer. Sólo Dios asomado a mi ventana nunca es».

 

La escritora dice «Una sección que no sé qué es. Les llamo textos poéticos. Qué son no me importa. Lo fundamental es que pudieron darse. Son».

 

Composiciones que se inscriben perfectamente en la idea sustancial de los "olivos y acebuches", mencionada al principio: «Los libros y la escritura son reflejo de nuestra interioridad. Me gusta tener esa preocupación vital. El día que dejara de preocuparme por si soy o no, sería tristísimo. Quizá dejara de escribir».

 

En esa medida, dice Guadalupe Olalde, la literatura es lo más trascendental para ella: «Ahora que ha salido el libro, me he retroalimentado de lo que la gente siente al leerlo. Estoy feliz de constatar de que nací para escribir y que verdaderamente es la razón de mi existencia en este mundo y en este tiempo».

 

Después de la publicación de este libro, indica, pulirá una novela inédita: Don Teófilo y la escala descendente. La historia de una joven provinciana, de los años 20: «Ella tuvo el llamado terrible del arte. Se dedicó a la música. Rompió con cuestiones familiares. Si en la época actual son difíciles muchas cosas, para alguien en esas circunstancias fue mayor. Igualmente, está basada en la historia de una tía. Viví muy de cerca su situación. Cómo una persona puede volcar su pasión en la música como otros lo hacen con la poesía. No tiene una trama específica. Tampoco es una novela feminista. No lo soy. Todos somos seres humanos. Todos gozamos o sufrimos».