“Las lecturas ayudan a encauzar nuestra voz”: Eduardo Hidalgo


DAVID SANTIAGO TOVILLA

DIARIO POPULAR ES!

El ciclo 'Textos inéditos", promovido durante varios meses de este año por el Instituto Chiapaneco de Cultura y la Universidad de Chiapas, llega a su penúltima sesión.

 

Este día, participan tres jóvenes unidos en una generación (60's) y por el ejercicio literario en los talleres de Oscar Oliva y Rafael Ramírez Heredia: Bulmaro Narcía, Luis David Ramírez y Eduardo Hidalgo Ruiz leen parte de su producción, a partir de las 20:00 horas, en el Foro Cultural Universitario.

 

Con ese pretexto, la conversación con Eduardo Hidalgo: «Si tienes algo qué decir puedes encauzarlo con las lecturas. Es imprescindible leer. Las lecturas ayudan a decir las cosas, a encontrar una forma propia para decirlas. Pero debe tenerse la esencia previamente. Va saliendo el ente original. Esto no representa una copia de la lectura Se tiene la idea, sólo se encauza.

 

«Tal vez por eso sean importantes los talleres. Si cuando tenía poca edad hubiese asistido a un taller me hubiera favorecido mucho. El taller ayuda a no dar tantos rodeos. Cuanto más antes se ingrese a un taller literario es mejor».

 

—Señalas fundamental la lectura. ¿Cuáles consideras importantes para ti?

 

—Desde la primaria leí El libro de las tierras vírgenes, de Kipling. De esa lectura proviene mi afición por las ranas. Trae una especie de canciones finales a las cuales les ponía música. De los libros heredados de un hermano también leí El diosero de González Rojas, y Canek de Hermilo Abreu Gómez. No los entendía del todo, pero los leía. También recuerdo el libro de Lecturas clásicas que proporcionaba la Secretaría de Educación Pública.

 

Me hicieron falta muchas lecturas. Mi primer libro de poesía fue de José Emilio Pacheco: Tarde o temprano. Tenía dieciocho años. Con él me di cuenta de que escribía fuera de época; porque en la primaria enseñan poemas para declamar no para leer. Pacheco fue como un desconcierto. Mi trabajo anterior carecía de metáforas, imágenes, aunque sí había algo por decir. Con el tiempo llegaron: Jaime Sabines, Eduardo Lizalde, Efraín Huerta, Rosario Castellanos. Los leo, pero no dejo que influyan en mi forma de expresión.

 

—Entonces ¿cuál es la relación con ellos?

 

—En lo que dicen. En Huerta, por ejemplo, aprecio su juego de palabras. Siempre me gustaron. Ahora tengo licencia para hacerlo: estudié español. Eso es apasionante. En Lizalde estaría una parte dura, son interesantes los asuntos del odio. Con José Carlos Becerra encuentro un mundo de imágenes.

 

—Escribes cuento y poesía…

 

—Mis primeras lecturas son narrativas. Cuando empiezo a leer a Pacheco todo se vuelve poesía. De repente alguna novela. Me convierto, en ocasiones, en un lector flojo. Los poemas se pueden leer sueltos. Las novelas se tienen que leer completas. Por falta de tiempo me quedó leyendo cuentos cortos. Al1í se originó mi relación con la narrativa. Hecho que fue sin querer. Cuentos cortos, por eso del trabajo de síntesis con la poesía. Mis cuentos no pasan de dos cuartillas. No puedo más: tengo una sola idea que trabajo. Mi primer cuento fue —puede decirse— accidental. Fue en San Cristóbal de las Casas hace como cuatro años. En poesía hago algo significativo partir de 1980. Rescatables serían de 1987 a la fecha. Precisamente este miércoles leo ese primer cuento.

 

—Después surgieron los talleres y las lecturas. ¿Te han dado una técnica? ¿Puedes hablar de ésta?

 

—No sé si realmente la hay. Si tuviera una técnica sería muy prolífico. Una especie de receta para elaborar algo. Creo que a cada texto debe entrársele como se presenta. El poema es diferente. Al cuento puedo estarlo procesando y escribir cuando se tiene la idea completa. Si se queda truncado puede guardarse. El poema, en ocasiones, lo inicio con una imagen que después desarrollo. Allí no puedo tener una idea de cómo va a empezar o terminar. Cada vez se hace más difícil.

 

—En los últimos tiempos se ha hablado de una extinción natural de las fronteras entre los géneros literarios. ¿Se da en tu caso?

 

—No soy muy dado. Son cuestiones que no quiero confundir. Un texto debe ser poético o narrativo, digerible. Poéticamente implica mayor dificultad y cada vez el público. Es más escaso. Aunque ya llegará a quien tenga que llegar.

 

—Eduardo, te has dado a conocer a partir de la integración del taller de Osear Oliva. Les ha servido para la promoción ...

 

—Eso es algo importante. No porque me guste que me conozcan, sino por la crítica. Si uno tiene un texto guardado nunca se sabrá qué opinan los demás. Sirve mucho mostrar la producción.

 

—Se ha dicho que el peligro de los talleres es asumir la influencia del coordinador o de algún tallerista sobresaliente...

 

—No creo tener influencia de Osear Oliva.


—¿Y de tus compañeros?

 

—No es mi caso.

 

—¿Crees que se dé con los "olivos"?

 

—Sí se da. Hubo un momento en que todos hablaban de erotismo. Se vio más con las mujeres. Estaban muy calladas, en principio, después se soltaron hablando. No fue en cuanto a la forma sino en el tema. Trabajar un tema de manera colectiva no es malo, pero si todos van a ser copia de los demás como que no.

 

—¿Ya se reencauzó el asunto?

 

—Cada uno ya asume su papel, su postura. Aunque hay quienes todavía son los autores que leen. Pero como decía antes, si tengo algo que decir no necesito plagiar.

 

—Regresemos a tu trabajo, el poético, que de alguna manera has publicado más…

 

—Hablaba de la poesía como impresión y expresión. Uno es de un transmisor. Lo que se recibe es una impresión, ésta se vuelve un poema o una imagen convertida en un poema. Una impresión individual transformada en expresión hacia los demás. Si se logra, cumplió su objetivo.

 

—¿Qué puedes comentar de tus dos poemarios inéditos?

 

—En Retazos, la mayoría de los poemas son cortos. Son como retacería El otro, Tiempo de agua, viene de tiempo de aguantarse. Una especie de separación de los amantes. Un momento antes de la muerte. El recuerdo de las experiencias. Hay un poema que dice: «Así como las almas de los muertos recogen sus pasos/ recojo mi contacto con la carne/ Prepárense ex amantes/ empiezo...». Ese fragmento dice de qué se trata. Es un regodeo con el sexo. Hay una separación cuerpo-alma. Ese desorden.

 

—Aceleremos la entrevista, con nociones o conceptos… El amor…

 

—Un Padre nuestro y un Ave María

 

—El dolor…

 

—No me gusta

 

—La vida…

 

—Lo más padre que te puede pasar. Cuídala cuando la tienes.

 

—La música…

 

—Otra de las cuestiones más padres de esa cosa más padre: la vida.

 

—La escritura...

 

—Hablas de cosas padres.

 

—La lectura...

 

—Es padre cuando lees a otros y es padre cuando te leen también.

 

—La mujer...

 

—No es padre. Es madre.

 

—El sexo…

 

—Es esencial.

 

—El erotismo...

 

—Es parte fundamental del sexo. Lo necesitas para el sexo feliz.

 

—La felicidad…

 

—Es todo lo anterior: una vida con una mujer que amas y con quien tienes un buen sexo, vuelve música a lo demás.

 

—La bebida...

 

—Tienes que pasar por eso para saber que no es tan bueno.

 

—El baile...

 

—No me gusta.

 

—El canto...

 

—Me gusta cantar, pero me gusta más escuchar a alguien que canta.

 

—Los ojos...

 

—Indican cuando alguien te dice una mentira.

 

—La mentira...

 

—Lo peor que puede haber.

 

—La sonrisa...

 

—La llave que abre muchas puertas.

 

—El mundo...

 

—Un animal en peligro de extinción.

 

—Los animales...

 

—Los cochis (cerdos) en especial. Nos están soportando.

 

—Los colores...

 

—Sirven para distinguir.

 

—Los olores...

 

—Lo mismo.

 

—Los números...

 

—Me gusta el 9. Ya te dije algo antes. Agrego: mi nombre completo tiene dieciocho letras: nueve vocales y nueve consonantes. El nombre de mi novia tiene nueve letras.

 

—El lenguaje…

 

—Sin él no seríamos lo que somos.

 

—La cultura…

 

—Una consecuencia del lenguaje.