DAVID SANTIAGO TOVILLA
DIARIO POPULAR ES!
Mundo de sensaciones. Universo simbólico. Abundancia de motivaciones. Proyecciones en la obra plástica Como tierra de la española Dolores Bolarín Miró. Trabajo en técnica mixta sobre couché: hojas, elementos naturales y pintura. Inaugurada el jueves pasado en el Primer Piso del Congreso del Estado.
Bolarín Miró, a sus veintiséis años, ha realizado un
Doctorado en la Universidad de Bellas Artes en Barcelona. Permanece en México
desde hace un año como parte de una beca otorgada por la Secretaría de Relaciones
Exteriores del Gobierno de México.
Lolita expresa: «Estoy en Chiapas como parte de mi
deseo de dar a conocer mi trabajo. Llevo un año en este país. He trabajado bastante
pero no acá. Y creo que sea donde sea es importante mover la obra. La
gente debe enterarse qué está ocurriendo. En mi caso, produzco no para
almacenar sino para que la gente se entere. No me interesa tener mis cuadros en
mi estudio. Disfruto, trabajo, y al final intento que la gente lo vea».
—Como tierra no es tu primera
exposición en territorio mexicano…
—He expuesto en Pachuca, Jalapa, Veracruz. Ahora acá.
No he tenido mayor tiempo.
—Se aprecia en tu trabajo una carga sensorial,
igualmente reflejada en los títulos; hay una exposición anterior llamada Piel
de ángel.
—Diría llena de emociones, de experiencias. Llena de
la vida mexicana y de todas mis convivencias anteriores. Lo que he conocido, mi
educación europea;
datos de la vida académica y cultural de Barcelona, pero lleno de sensaciones
nuevas.
Esta combinación hace aflorar muchas historias
personales que afectan a la obra. Antes era más conceptual, de idea; con 1as
sensaciones he transformado mi pintura en algo mucho más colorido.
—¿Estableces alguna relación especial
entre el color, la sensación, la textura?
—La relación más íntima ha sido la convivencia
cotidiana con las comunidades indígenas; con el paisaje. Ver cómo es la
cultura, cómo actúa la gente: hábitos de consumo, colores, olores. Conocer las
contradicciones de México. La diferencia tan grande en lugares como Tuxtla
Gutiérrez y la Ciudad de México o la Sierra. Son mundos totalmente diferentes
dentro de un mismo contexto.
—¿Cómo te imaginabas a México antes de
llegar?
—Imaginaba encontrar gente sensible en su
cotidianidad. No sé, en la cultura de donde provengo hay mucha proyección hacia
los negocios, el dinero, las imágenes; sobre todo Barcelona con los
juegos olímpicos. Se ha perdido mucha parte del ser humano. Quizá sea
búsqueda de eso. Búsqueda de contacto con la tierra —como llamo a esta
exposición—; de la frescura.
Acá el kitch está a flor de piel. Sin embargo,
la gente no tiene esa conciencia. Nosotros lo recuperamos como una manera de
expresión no como forma de vida. Lo que sí ocurre en estos lugares: el kitch
es vida. Pensaba en todo eso, pero no sabía bien qué pasaría. Me informé,
pero no es lo mismo leerlo que vivirlo. Son culturas incomparables. Para mí no
existe la comparación. No son mejores ni peores, simplemente diferentes.
Tampoco he intentado es ser ejemplo de algo. Creo en la frase a donde fueres
haz lo que vieres que proyecto en mi trabajo.
—¿A qué te refieres cuando mencionas al kitch
como asunto vital? ¿Cómo lo conceptualizas?
—Tienes
que ir a las iglesias, como en San Juan Chamula. Allí hay cristos de madera,
ramas de pino en el suelo, velas, papel de china en color rojo; todo eso crea
un ambiente kitch que con materiales económicamente pobres están
representando a1go que en otras culturas tienen mucho valor.
En otro lado se utiliza el oro, aquí no deja de
adornarse las iglesias, las lápidas con flores. Se hacen coronas de papel
cuando originariamente son de plata. El kitch es la simulación de algo muy
valioso desde la desvaloración económica, simplemente la esencia. Eso intento captar
en los cuadros.
—Estábamos en España. ¿Utilizabas entonces
materiales de los empleados en tu trabajo reciente?
—Sí, los materiales. Otros elementos, pero con otra
visión: barnices, acrílico, grafito.
—¿Las hojas?
—Menos. No tenía la necesidad. A lo mejor lo que me
rodeaba era diferente, hasta el punto de no trabajar mucho el color. Repito era
más concepto. Planteaba ideas en lugar de dejarme llevar por las sensaciones.
Llego a México y ocurre lo que esperaba. Todo multiplicado por cien. Lo he
asimilado y transmitido en mi obra.
—¿Implicó una variación en tu propia
concepción artística?
—Implica mayor compromiso para mí misma. Más conocer,
poner a flor de piel mi intimidad. No dejarse llevar tanto por la razón. Es un
poco peligroso porque a veces uno se pone en evidencia ante mucha gente. A eso
me arriesgo.
—¿Nuevos valores?
—Pasa con la tierra. Ese valor lo encuentro con los
indígenas, para quienes tiene un nivel fundamental. Ellos andan descalzos,
hacen ceremonias para ella. La tierra les permite vivir, les da de comer. Eso
me impresiona. Hace surgir sensaciones.
—Al manejar sensaciones, signos, tus cuadros
transmiten una peculiar connotación poética.
—Hay una intención poética,
lírica en la forma de colocar el color. No me interesa la belleza sino la
expresión. En una época escribí poesía que he dejado por di versos factores.
Quizá sea una manera de proyectar ese campo a la pintura y de allí surja una
manera de esgrafía; ésta viene de la poética. Pero no únicamente proviene de mi
interior. Forzosamente uno observa. Hay poesía por todas partes. La observación
ha sido importante para mí. Nadie sabe lo que estoy robando de la realidad.
—¿Por qué más un tipo de expresión que
otro?
—Representa mayor
complejidad encontrar las palabras justas para la expresión que, desde mis
manos con la pintura, decir cosas. Me llena más. Tocar la materia escurrirla en
un papel que tomar un lápiz. La pintura amplía mi abanico de posibilidades y
lenguajes. Con la pintura puedo profundizar. Explico, digo.
—Para finalizar, ¿Qué podrías comentar del
ambiente pictórico de España?
—Hay mucha competencia. La
gente no espera a tener cincuenta años para expresarse. Se está moviendo
demasiado rápido. Surgen escuelas y desaparecen. Es bueno y malo. Bueno por la
apertura de muchas galerías; lo malo es que la abundancia afecta al mercado del
arte. Casi no se vende, sobre todo cuando la situación económica está en
declive y hay cambios políticos.
El mercado del arte no es más que una gran empresa.
Esa es la situación. En una semana se abren cuatro galerías, en otra se cierran
seis. Eso desestabiliza al arte. No se sabe si es una moda. Ahora, el diseño es
lo más importante, la pintura apenas empieza a retomarse. Por eso me ha servido
la estancia en México.
—Por curiosidad, ¿la sociedad española es
realmente como dicen las películas de Pedro Almodóvar?
—Sí, un poco loca,
histérica, de amor y desamor.
—¿Tienes parte de eso?
—Claro, todos tenemos un
poquito. Él refleja perfectamente la sociedad, las manías, las costumbres, los
miedos, las angustias, las pasiones de España. Sí es el reflejo del típico
español donde me incluyo. Eso no significa que no pueda captar otras manifestaciones
como las de México.
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