DIARIO POPULAR ES!
Alberto Vargas Domínguez, es el cronista natural de Chiapa de Corzo. Sistemáticamente se ocupa de difundir anécdotas, personajes, fechas de la ciudad colonial. Por estos días ha sido propuesto para ocupar la recientemente vacante dirección del Exconvento de Santo Domingo:
—Háblenos del trabajo de cronista. Tiempo,
motivos para ello...
—El trabajo de cronista tiene sus orígenes por 1970. A
mi regreso de la Ciudad de México. Empiezo a platicar con ancianos de la
población. Encuentro que hay muchos datos si no perdidos no documentados. Surge
la idea de darles forma. Así empieza a florecer la historia de la población.
Esto desde un punto de vista muy particular: el anecdotario cómico, de acuerdo
con el modo de ser del chiapacorceño. Esto es, entre nosotros podemos hacer
bromas, decir, hablar como nativo; pero que otra persona lo haga, sobre todo si
es de fuera, no lo acepta.
Algo sucedió con la XECHZ, el año pasado. Empezaron a
hablar de Doña María Angulo, los parachicos, un festín completo. A pesar de que
la radio sólo retomaba lo que decía la población, enojó. Hubo protestas
directas a la radiodifusora. Tuvieron que suspender ese trabajo de difusión.
En ese contexto, realicé una serie de artículos.
Quedaron recopilados en el Diario Popular Es! Abarcó de 1970 a la fecha.
Cosas verídicas, sin muchos cambios en los personajes. Un ejemplo de eso es el
material que, en su número nueve, presenta la revista Sinapsis: "La
venganza del espíritu santo". Un caso real, sin agregados.
Posteriormente, con la difusión que tuvieron los
artículos, recibí una invitación de la Asociación Nacional de Cronistas. En una
ocasión tuve la oportunidad de estar en Colima. No pude después, pero soy
miembro activo de esa agrupación.
—Frutos de ese trabajo...
—Lo satisfactorio es recibir invitaciones para exponer
lo que uno ha recogido. Puedo mencionar la gratificante actividad actual. En
Chiapa de Corzo desarrollo una campaña de difusión más que de recopilación. Una
labor de catacumbas, porque se lleva a cabo en los atrios de las iglesias. Algo
muy apropiado para la abundancia de ermitas de la ciudad.
Uno llega con el proyector, las diapositivas, el texto
a presentar y en una reunión comunal espontánea la población tiene la
oportunidad de conocer la historia local. El barrio se recrea con las personas
que han existido, con los que convivieron o conviven. Se les guarda respeto. Se
les festina. Se ha trascendido. La atención por parte de instituciones
culturales y de educación es permanente.
Los contras. A veces en la misma población hay
reacciones contrarias a lo que uno difunde. Salen los apodos, los comentarios.
En repetidas ocasiones le reclaman a uno o a través de los medios de difusión.
Recuerdo un caso especial. Un familiar de don Ángel Albino Corzo protestó
fuertemente por un trabajo mío. Dentro de ellos, ha habido algunos con
deficiencia mental. De quien hice el relato fue de Etsiquio Corzo, un personaje
típico. Al darlo a conocer como familiar, causó molestia.
Otras protestas son de Tuxtla Gutiérrez. Ha habido
personas que han ido a Chiapa a hacer alguna travesura, en estado de ebriedad.
El poeta José Falconi llegó a bañarse desnudo en la Pila. Lo vieron y se
comentó públicamente. El periodista Tito Gallegos Sobrino, quien reverenciaba a
Falconi, protestó en el periódico. Tampoco les ha gustado comentarios sobre los
santos. Tenemos en puerta a San Sebastián. Quizá levante ámpula. A todo aquel
que le sirve de prioste se le muere un familiar cercano o lejano.
—Esos y otros elementos conforman una
cultura popular vigorosa ¿a qué lo atribuye?
—Chiapa de Corzo es una población muy especial. Le ha dado
sabor a todo el estado. Las autoridades no pueden generar fuentes de trabajo
para todos, por lo que la emigración es constante. Al emigrar, los chiapanecas
se llevan todo y lo dejan en donde están: casi no regresan nada. Eso va
enriqueciendo lo que se genera en la población.
En la actualidad, Villaflores, tiene una influencia de
Chiapa, casi del cien por ciento. Está latente el narcotráfico con las secuelas
de muerte que implica. Pero, puntualizando, la riqueza cultural está en la
tradición. Desde la llegada de los chiapanecas. De la invasión de los españoles.
El sincretismo sobreviviente hasta la fecha. Los restos de cultura hispánica e
indígena. Y nosotros, que luchamos por hacer una cultura propia. Estamos en
proceso de creación de ella.
—Usted señala una especie de identidad que
Chiapa da al estado, en el lenguaje, con el baile de los parachicos. ¿Cómo se
explica ese fenómeno, mientras la tendencia general es la extinción?
—Los chiapacorceños tenemos dos comportamientos. En la
población nos comportamos todavía mamando lo de nuestros padres. Fuera, somos
otros. El chiapaneca heredó la forma de metamorfosearse. Recordemos que cuando
llegan los españoles, al poco tiempo viene la aculturación. Casi se pierde el
lenguaje. Los chiapanecas, para poder sobrevivir, se agachan y aceptan lo que
venga. Lo mismo sucede en la cultura moderna. El chiapacorceño ha heredado esa
característica negativa, que puede ser positiva para permanecer.
—En esa vigorosa cultura popular ¿Qué
expresiones culturales se dan? ¿Hay actividades alternativas? ¿Alguna propuesta?
—Lo que sobrevive con mucho entusiasmo es el
sincretismo de los parachicos. Es algo que se estimula, se cultiva diariamente.
Los niños muy pequeños comienzan a mamar esa cultura. Se van criando con eso.
Una formación para siempre. El parachico consume alcohol. Se anima. Hace un
desgarriate protegido por una máscara. Queda en el anonimato. Le gusta.
Las demás culturas se están rescatando. Tuvimos un
exponente grande como grabador. Franco Lázaro Gómez, quien se murió muy joven.
No le dio tiempo de desarrollar todas sus capacidades. En la actualidad hay
grabadores, talladores de máscaras. Que quizá con el apoyo institucional podría
instituirse talleres definidos. Canalizarlos para su mejor desarrollo. Hay
materia prima importante. Poetas también tenemos. Pero todos van con trabajo
propio. Creo que un centro como el Exconvento de Santo Domingo se podría
aprovechar para hacer esa labor.
Hay otros aspectos. La música. Un exponente como
Zeferino Nandayapa. Formado de manera autodidacta. En sus últimos años se fue a
México al conservatorio. Él ha hecho muchos experimentos que no se han
explotado. Ha metido la marimba desde el concierto en orquesta sinfónica hasta
instrumento de baile popular. No sé si con conocimiento o simple casualidad,
pero lo ha hecho. Ya recorrió medio mundo con esa labor. Eso habla del arte en
Chiapa de Corzo.
—Toda la información que posee ¿No ha
habido interés en publicarlo en un volumen?
—No porque la situación económica es precaria. Uno ha
escogido de dar todo lo que se tiene sin obtener nada. A veces es orgullo. No
proporcionar a las autoridades la obra por la existencia de una ideología.
Puede utilizarse como un medio de captación. Y en realidad yo estoy en contra
del sistema. Esa ha sido una de las limitantes. Falta de tiempo, sería otra.
Trabajar en una institución como médico afecta. La situación profesional y el
orgullo ideológico han incidido. Pero el hecho que cuando menos esté esbozado
en un periódico, da la posibilidad de hacerlo. Hay detalles escritos otros no,
corno el dato de la marimba que mencionaba.
Hay mucho. Tengo sesenta años. A esa edad uno se
transforma en un receptáculo grande de noticias, conocimientos, que vale la
pena ir sacando. Quizá con tiempo y esfuerzo haya oportunidad de darle forma.
Pero en términos generales hay un trabajo que me llama la atención. Se llama Los
bolos antiguos de Chiapa de Corzo. Es un medio didáctico para que la gente
se dé cuenta de cómo es un pueblo enfermo de alcoholismo. Puede llevar a la
reflexión.
Otro es Trampas para enamorados. Un relato
completo de cómo los enamorados rompen su compromiso a último momento.
Demuestra la inconsistencia en el proceso de enamoramiento. Esa es la tesis
principal. Tanto el hombre como la mujer, en el período de precalentamiento,
siempre se dicen mentiras. Se tiene un matrimonio incierto que se rompe a los
pocos años; o, ya ancianos, se dan cuenta que la vida hecha fue errónea. Hay
otros detalles como Boticarios. Son unos apuntes para la historia de la
medicina en el estado. Esta es la historia de la brujería. Chiapa de Corzo se
pinta para eso.
—Estamos en vísperas de la fiesta de enero...
—Es muy interesante desde el punto que se quiera ver.
Para el ayuntamiento es una fuente de ingresos o un pretexto para obtener
fondos. Si la hicieran bien, tendrían fondos para obras; si no saben
administrar no sacan nada, pero podrían dar un buen espectáculo a la población.
Pero si no generan recursos y no saben organizar obtienen el rechazo.
La fiesta es un espectáculo que vale la pena ver. Allí
se amalgama todo lo que tiene la población de Chiapa: honor. gloria y
tradición. Todo eso se conjunta. Podría mencionar tres. Una parte religiosa.
Representada por tres santos patronos: El Señor de Esquipulas, San Antonio Abad
y San Sebastián Mártir. Juntos hacen una secuencia religiosa interesante. Unida
a las llamadas "chuntaes" y los parachicos.
Está la parte pagana: el combate naval, el 21;
reminiscencia de un rito chiapaneca al dios del agua. Retomado como la invasión
de Diego de Mazariegos. Y desde 1906, asociado con la guerra rusojaponesa. El
22, es doña María de Angulo, personaje originado en 1750. El 23, culmina con un
combate de confeti y serpentina. El flirteo entre hombres y mujeres. Una
demostración de afecto. Pero de lo más importante es la ceremonia de despedida
del parachico. El lloriqueo, la infinidad de chinchines sonando. Un espectáculo
que vale la pena ver.
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