DAVID SANTIAGO TOVILLA
DIARIO POPULAR ES!
FOTOGRAFÍA: SAMUEL ESPINOSA MÓMOX
Jesús Morales Bermúdez es autor de una de las novelas en torno al mundo indígena con mayor reconocimiento literario: Ceremonial. Trabajo publicado el año pasado. Se dice, no se trata del simple testimonio de tradiciones y lenguaje sino de la perspectiva del nativo, pero con un cualitativo elemento narrativo.
En los recientes sucesos de Chiapas y donde ya varios
intelectuales han dado sus opiniones, faltaba la de Bermúdez: «No estoy de
acuerdo en considerarle una rebelión indígena. Las rebeliones tienen una
característica muy particular: la confrontación radical con el mundo mestizo
para restaurar el mundo indio. En este caso no es así. No se habla de la
destrucción del mestizaje para dar lugar a lo indígena. No hay que olvidar que
el hecho de conflicto como definitorio de lo indio es secundario. Es el giro
que ha tomado en la prensa. Porque las primeras declaraciones y propuestas del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) tiene otro tipo de
reivindicaciones.
«Hasta que la prensa empieza a reproducir fotografías
de los indios cuando la misma directiva del movimiento dan esa connotación.
Entonces empieza a hablarse de un conflicto con indígenas y campesinos. Por
otro lado, en términos de la apertura a través de las diferentes instancias a
través de la negociación se ha propiciado el encuentro de muchos grupos de este
tipo. En ese sentido, encontramos una conceptualización que obedece a los medios
y, en segundo lugar, a la coyuntura».
En opinión del también jefe del Departamento de
Investigación y Patrimonio Cultural del Instituto Chiapaneco de Cultura (ICHC)
no es un problema con proyección local: «Aparece una dirección que ciertamente
puede tener indígenas, pero no necesariamente como mayoría. Sino que existe un
número muy grande de mestizos. Probablemente en su composición esté gente de
Chiapas, pero también de otros lugares de la república.
«Estamos ante un fenómeno que desborda el área
regional. Y por primera vez en la historia de Chiapas, la definición de la
entidad como región está siendo propiciada y conducida por elementos que no
pertenecen a ésta. Cuando Eraclio Zepeda, en una de sus primeras declaraciones
como integrante de la Comisión Especial Autónoma, dijo que a los chiapanecos
nos gusta discutir y tomar las decisiones entre nosotros. Es algo que no se si
fue muy reflexionado o inmediato. Pero refleja la realidad. En este caso, los
chiapanecos estamos siendo desplazados de decir lo que nos concierne. Es una
característica de un hecho que va más allá de una sublevación».
Morales Bermúdez afirma que la reivindicación
indigenista es producto de la cobertura de los medios de comunicación: «Existe
una expresión de carácter militar e ideológico que no tienen relación con lo
indígena y campesino solamente. Tiene que ver con los grupos revolucionarios
radicales de América Latina de los años 70 sobre todo.
«De alguna manera es anacrónico en términos de la realidad
internacional y nacional. Eso no quiere decir que sea anacrónico en Chiapas.
Está mostrando que acá es vigente. En este sentido si demuestra un desfase de
la historia del estado en relación con la historia nacional. El movimiento
desborda al campesinado. Lo cual nos ubicaría en el siglo XIX, cuando se busca
el reparto agrario. Estamos en otro momento. Por lo que veo, y según las demandas
publicadas en la prensa, no existe claridad y congruencia.
«Por una parte se habla de la tierra, pero también de
confiabilidad en procesos democráticos de salarios, de relaciones laborales
justas; conceptos que poco tienen que ver con la realidad chiapaneca. Incluso
el término jornaleros agrícolas ya no puede aplicarse. Hubo mucho en los
años 60 y parte de los 70, pero en este momento ya casi no existen. Todo eso
hace pensar que no se trata de ninguna manera de una sublevación indígena. Tiene
otros caracteres.
«Me parece muy peligroso que el Estado mexicano y la
prensa estén remarcando una diferenciación entre el mundo de lo indio y otro
que pareciera no existe en Chiapas. Todas las decisiones y comportamientos se
están dando en función del mundo olvidado. Eso me parece muy grave
porque de no descender a términos de realidad llevaría a una polarización de la
situación. El estado es más complejo. La composición misma de la gente de la
selva lo es. Aparte de indígenas chiapanecos los hay de otras partes de México,
pero también campesinos no indígenas. Hay personas que proceden de la urbanidad
y se fueron a vivir a la selva. El trasfondo del asunto es más complejo».
Se pronuncia por una reconsideración de prácticas y
relaciones endógenas y exógenas de Chiapas: «Creo, ante el hecho, que las
cuestiones en juego van más allá de hacer real el reparto agrario. Llevar a
buen término toda la tramitación agraria que está rezagada y que se ejecuten
todas las resoluciones presidenciales. Pero hay que buscar una redefinición de
Chiapas en términos de la realidad nacional e internacional. Cuando se habla
del Tratado de Libre Comercio se hace de un mundo que es el de norte o del
centro del país, pero no toma en cuenta al sur. Chiapas necesita esa
redefinición: cuáles son sus canales, sus relaciones, sus mercados, sus
exportaciones, las perspectivas de sus productos».
Interrogado sobre los alcances de la redefinición en
el aspecto cultural responde: «Yo entendería el planteamiento de democracia más
allá de los términos electorales. Aunque así está expresado en las demandas del
EZLN. La democracia implica la opinión de todos los sectores de la sociedad.
Pensar a mediano o a largo plazo debe hacerse en la sociedad chiapaneca en su
conjunto, no en el grupo de indígenas y campesinos de ahora. Toda la sociedad
debe tener participación. Discutir, proponer, circular sus propias ideas.
«En términos culturales debe madurar una cultura
política y no permanecer con planteamientos anacrónicos. No medir la realidad
con categorías y modos de los años 70. Ya no se puede. Por otro lado, creo que
debe moverse más sobre la base de los consensos. De manera que se privilegie la
discusión y el ejercicio pluripartidista a la vía armada. Porque en la
actualidad los campesinos y ningún sector en Chiapas tienen una práctica de
partidos políticos. No se puede hablar de democracia donde no se ha intentado
su ejercicio a través de partidos.
«La cultura política debe cambiar. Pero también la
educación. Transformarse a profundidad. Debe hacer una personalidad directiva
de mucha credibilidad que pueda movilizar a la sociedad chiapaneca. Que mueva a
todos los involucrados en la educación para dar lo mejor de sí y un adecuado
proyecto educativo. Un gran movimiento igualmente en relación con la salud.
Propiciando los servicios sanitarios alópatas y tradicionales. En Chiapas, la
salud conlleva elementos rituales y culturales».
Concretiza con unas reflexiones muy lúcidas sobre el
terreno de la creatividad: «En cuanto a las artes, la parte de la creación o la
cultura como expresión creativa, creo que debe impulsarse con mayor circulación
de bienes culturales de calidad. Que nos acerquen al siglo XXI, que no
permanezcan con creaciones muchas veces de orden poético, musical o pictórico
de siglos pasados. Podemos hacer obras de mucha calidad, pero implica un
desbloqueamiento de todos los creadores. Un intercambio cultural muy fuerte.
«Necesitamos mucho el sentido del viaje. Desde el
rincón más apartado del estado hasta el más cosmopolita se requiere de una
facilidad para viajar. Carreteras, transportación, una cultura que nos permita
viajar. Conocer la diversidad. Si por recursos no podemos salir que si podamos
recorrer nuestro estado. Verlo con ojos nuevos. La visión' de otras realidades
nos permite criticar la propia. Buscar otras formas. No anquilosarnos en la
permanencia de quienes somos. Queriendo cambiar para permanecer. No se puede,
ni en personas o grupos humanos. Confío que existe un gran auge cultural. Leía
que los artistas chiapanecos no toman a la realidad como fuente de inspiración.
Pienso lo contrario. Precisamente porque parten de ella nuestras creaciones artísticas
son muy limitadas.
«No hemos llevado a cabo el ejercicio libre de la
creación. No hemos imaginado mundos inéditos. El lenguaje por el lenguaje mismo
o las artes plásticas. Estamos encasillados. La realidad es, por un lado,
pesarosa pero también prolongamos los clichés. Como Fray Bartolomé creó una
narrativa chiapaneca y coloca un mundo donde existen indios buenos, criollos a
la postre ladinos perniciosos y gobierno benefactor, todas las obras literarias
han seguido eso. El mundo real es más complejo y mucho más el de la creación.
Los apegos deben modificarse. Hay que aspirar a más. Esto implica leer más,
viajar, conversar con otra gente. Salir de nuestros esquemas aldeanos y la
mediocridad».
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