DAVID SANTIAGO TOVILLA
DIARIO POPULAR ES!
«Primero recogieron a los muertos y los tiraron en un barranco... José Jolsbi, de mi paraje Coralch, todavía se movía y también lo echaron con ellos... sin rezos ... sin velación para acompañar el ch'ulel... sin esperanzas de encontrar consuelo en tierras de Vaxakmen... ni que nos encamine el señor San Mateo... todos dejados del Gran Cristo-Sol, perdidos en tierra maldita... Nos formaron en fila... de más joven a más viejo. El que se reza como loco, el de tzotz k'ob, llamado Agustín Castillo, quitó con cuchillo las orejas de los más jóvenes... Nosotros agachados... aguantando... Unos les gritaban vivas, otros decían que ya no... el fotógrafo tomaba fotos en tzotz'ob. Otro iba echándole cal a las heridas para que se revolcaran de dolor».
Fragmento de la historia de Chiapas. Fragmento del
libro Los confines de la utopía. Memorial de agravios en los parajes de la
mala muerte (Ed. Instituto Chiapaneco de Cultura). Novela histórica de
Alfredo Palacios. El escritor dice, en entrevista, que nuestra historia es
repetición milenaria. Con resultados idénticos. Engaños, continuidad:
—Históricamente, cómo se ubica el
levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en los Altos
de Chiapas.
—La historia de Chiapas es como un círculo de noria a
la que volvemos. Los hechos en donde estirpes dueñas del estado y los militares
enfrentan a los indios. Otra vez surgen los utópicos de las cenizas del
desencanto. Nuestra historia es una sucesión de tragedias con un final triste.
Los mismos personajes efe un lado: la autoridad, el
militar, los representantes de los terratenientes; es decir, el corifeo al
frente de un coro elogiador. Por el oro, el llanto de los desheredados por la miseria y el hambre,
unidos por la desgracia. Sin faltar, el infalible obispo, casi siempre olvidado
del interés pastoral para estar al lado del poder económico y legitimarse
mutuamente.
Las excepciones son bien conocidas: Fray Bartolomé de
las Casas, Francisco Polanco, Juan de Zapata y Zandoval, que son zaheridos y
vituperados en el acto de rebelión. Es frecuente que los ladinos busquen las
culpas fuera del contexto.
Ahora, hechos y personajes actuales no difieren con
los de 1693 con la sublevación zoque en Tuxtla Gutiérrez, la de los pueblos
tzeltales de 1868; y, la de 1911, de los tzotziles, porque las causas son las
mismas. Familias que heredan el linaje y el supuesto derecho de explotación una
clase política siempre en descomposición y en pleno contubernio; ayer fue con
el capitán general, con el virrey, a veces con e1 gobernador enviado por la
metrópoli como castigo.
Al final, sucede siempre lo mismo: masacre, miseria.,
más promesas y discursos; en suma, el desencanto que se pierde en las montañas.
Al siguiente siglo vuelven otros utópicos a intentarlo nuevamente.
Chiapas subyuga al extraño por el surrealismo en su
historia. Clases familiares en lucha por el poder. Regionalismos encabezados
por caciques, en ambicioso afán por dominar todo en los límites de una
irrealidad. Con unos indios sufriendo —como dice Antonio Aguilar— una doble
monarquía: la de Dios y la de los poderosos.
—¿El círculo histórico que indica cómo se da en las
circunstancias actuales?
—El problema es económico. El sistema ha fortalecido a
caciques indígenas para que, en un afán por ladinizarse, les permitan controlar
el posh, el refresco embotellado —de gran importancia para ellos—, las
mercancías de primera necesidad y hasta los Premios. Chiapas. Para que a su vez
ellos cuiden la continuidad del sistema, los votos. Por eso pueden existir mil
pretextos, masivas expulsiones, hambre y miseria total. Siempre habrá alguien a
quien culpar.
Las similitudes son sencillas. Vuelven quienes llamo utópicos.
Porque a un ejército tan fuerte como el nuestro, el EZLN le declara la guerra.
Hemos visto las imágenes de indígenas casi niños con rifles de palo. Que más sueño
puede tener una persona de éstas que no sea la miseria y la desesperación. Por busca
a las personas idóneas para que sólo agradezcan.
Se pierden esas oportunidades para poder plantear la
carencia y las necesidades de las regiones. O bien, se le da la voz a los
caciques, como sucedió en 1693, en la sublevación zoque. No es lo mismo el
indígena necesitado que aquellos que han escalado socialmente.
¿Qué sucede? El gobierno federal se lava las manos.
Quiere simular limpieza en su parte delantera, la que da hacia el norte. Se
olvida de la parte oscura y vergonzosa del sur. Porque si bien hablamos de
miseria en Chiapas sucede lo mismo en Oaxaca o en Guerrero. El sur está
haciendo erupción. Se separa de Guatemala, porque era olvidada, no era prioritario
en el desarrollo de aquel país.
Se une a México, otra metrópoli, con quien le sucede
lo mismo. Es cierto que el gobierno federal actual ha hecho algo, pero no lo
suficiente. En Chiapas suceden cosas muy graves. Hay recursos que se invierten,
pero de mala manera. Puentes que no duran, se caen. Libramientos que no se
pueden usar. Nuevos teatros donde no existe la afloración de ese género. En
Tuxtla basta que llueva dos días para que salgan los vicios. Se enriquecen
quienes tienen acceso a las constructoras. Pero el beneficio a los pueblos no
llega.
—Se dice que Chiapas continúa gobernado
por familias...
—En verdad, la historia de Chiapas es un pleito de
familias. Mi novela tuvo originalmente como título: Conflictos de familia.
Actualmente, no tengo elementos para dar un juicio completo. Pero sí puedo
hablar de los conflictos anteriores.
Siempre ha habido el interés de una u otra familia por
acrecentar su poder. No sólo de familia, también de región. Por poner un
ejemplo, en 1712, hubo una rebelión, en la misma región de los conflictos de
ahora. Protestaban en contra del exceso de impuestos, tributos que exigían la
iglesia y la autoridad. Los pueblos, en tanto, se morían de hambre. A esto se sumaron
las plagas que cayeron dos años antes.
Aún con este fenómeno natural, no les perdonaron los
impuestos. Los siguieron pidiendo con la misma exigencia. Actualmente, no hubo plagas,
pero afectó el derrumbe del precio del café que empobreció la zona. El
escenario del conflicto es el mismo. En 1868, también fue una utopía. Lo único
que los indígenas podían era la libertad de culto.
Creyeron que la Ley Juárez era verdad, que era
para indios también. Pretendieron separarse de la iglesia para dejar de pagar
los diezmos. Prueba de ello es que San Juan Chamula, el origen, no tiene una relación
con la iglesia católica sino con la ortodoxa sui generis. Esta les
permite mayor libertad. Allí se heredan los puestos como sucede con el templo de San Pascualito,
en esta ciudad.
Sobre la heterogeneidad social de Chiapas se aparenta
una homogeneidad ficticia, inexistente. Ante el centro se pierden las
oportunidades de plantear los problemas sociales y económicos por vender una
falsa tranquilidad social; en cambio, se monta el gran teatro de la simulación.
Con esto quiero decir que a través de lo safios la relación de los gobernantes
de Chiapas con el presidente o los candidatos se pinta un estado vigoroso, sin
necesidades. Se llevan la etiqueta de 1a región de donde son.
La historia debe verse así. Pleitos de familias ilustres.
Los apellidos ilustres siguen vigentes: Domínguez —con la excepción de
Belisario—, Robles, Zepeda. Vienen desde la Independencia de Chiapas. En la
zona del conflicto son pueblos fundados por San Cristóbal. Es µuna extensión
familiar. Quienes tienen intereses en esa área, son gente que tienen su
residencia en San Cristóbal. En esta ciudad tienen su origen las distinguidas
familias de los pueblos. Al final, estas grandes familias se reconcilian,
concertan, llegan a acuerdos y los únicos perjudicados son quienes sirvieron de
carne de cañón.
—¿Cómo podríamos caracterizar esas motivaciones
de conducta, de cultura, en poderosos e indígenas?
—En el conflicto actual no he visto el elemento que
siempre ha estado presente: la religión. El indígena ha sido manipulado
normalmente o convencido para intervenir en la lucha armada a través del motivo religioso. En
este caso, no ha sucedido.
Tal vez un sustituyente de lo sagrado sea lo metafísico, lo político. Lo
sagrado es un elemento de la premodernidad.
La modernidad se significó por lo político. Y, en este
momento, el mundo vive una posmodernidad, un desencanto en que prevalece la heterogeneidad.
En la premodernidad era predecible saber hacia dónde podía conducirse algo. En
la modernidad la homogeneidad. En la época posmodema, aflora la pluralidad.
No tengo todavía los elementos. No está presente la
religiosidad, como fue en 1712. Algo que se llamó La guerra de las vírgenes
porque, por un lado, los indígenas enarbolaron la Virgen del Rosario como
estandarte; los españoles opusieron la Virgen de la Caridad.
Ahora ¿Cómo se dan los hechos? Entonces, los dominicos
estaban enfrentados con la autoridad civil. Los civiles reclamaban más impuestos,
los dominicos pedían respeto a las estancias. Los dominicos empujan a los
tzeltales para que defiendan sus derechos. La protagonista es María López
Chakai, quien se dice procuradora de la virgen. Esto hace que los
indígenas la sigan ciegamente. Es el dominio de la mujer en un estatus de
privilegio. En 1848, es lo que ya mencionaba, la creencia de que la Ley de
Culto era también para indios.
—En cuanto a la ideología ¿Hay comparación
de la Declaración de la Selva del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional con algún documento de las rebeliones anteriores?
—Veo la identificación del gran grupo indígena con
seres no indígenas. Eso sucedió, por ejemplo, en 1869. Ignacio Fernández de
Galindo, un maestro universitario, viene a San Cristóbal. Llega y encuentra un
ferviente admirador suyo. Benigno Trejo. Ellos cuando ven el conflicto generado
quieren mediar. Pero cuando ven la realidad, deciden encabezar el movimiento
indígena. Ilusamente todavía creen en los acuerdos. Firman un convenio. Se
ofrecen como rehenes a cambio de las liberaciones de los dirigentes indígenas.
Son traicionados. Fusilan a Trejo y Galindo en el parque de San Cristóbal. Como
ejemplo. También exhiben a los indígenas descabezados en los arcos frente a la
plaza.
—En cuanto a métodos militares propiamente...
—El indígena es miserable pero no tonto. Para que alguien
lo convenza debe haber condiciones necesarias para un levantamiento. La
condición objetiva, la necesidad sentida por los pueblos. En este momento hay
quienes justifican las acciones y quienes no. En la población civil se da un
debate sobre si tienen o no razón. Pero coincidimos en que son unos utópicos. Ahora bien,
las sublevaciones se dan por necesidades económicas. No estoy de acuerdo con la
definición de guerra de castas. El indígena no ha llegado a tener el
nivel de entender que es una guerra de una raza contra otra. Son gritos de
hambre, desesperados. Son resultados de un estado de vida.
—La declaración de guerra es firmada por
el Ejército Zapatista. ¿Ha habido antes y ahora propiamente un ejército
levantado?
—En el caso de las sublevaciones indígenas no ha habido
un ejército en la definición de la palabra. Han sido grupos de gente al mando
de alguien, desesperados, sin mayores conocimientos de guerra. Por eso han sido
fácilmente sometidos. Aunque en 1868, Pedro Díaz Cuscat y Jacinto Pérez pajarito,
los dos dirigentes tienen algo en común. Prestaron sus servicios al ejército de
su tiempo. Llegaron a sargento.
Los comunicados del EZLN invocan a las convenciones de Ginebra. Se consideran
un ejército de guerra. Que el oponente no los considere así es otra cosa.
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