DAVID SANTIAGO TOVILLA
DIARIO POPULAR ES!
Paul Leduc continúa con la línea de un trabajo que induce a la interpretación. Motivo, en algunos casos, de incomprensión hacia sus producciones; y en otros, de interés evidente ante una propuesta cinematográfica que quiere explotar en toda su dimensión la composición audiovisual del lenguaje cinematográfico.
Y Leduc, quien ha dirigido cintas como Frida,
naturaleza viva, ¿Cómo ves? y Barroco, tuvo la dirección de
la tercera película de la XXVI Muestra Internacional de cine, en el Teatro de
la Ciudad: Dollar mambo. En donde, para pulir esa apuesta por el
lenguaje visual, participaron creadores como Jaime Avilés, José Joaquín Blanco
y Héctor Ortega.
La película podrá comprenderse mejor si se modifica el
sentido 1ineal, se ejerce la capacidad de interpretación y se actualizan
algunos datos para entender la abundancia de códigos que maneja incesantemente,
en infinidad de detalles.
El tema es Panamá, la invasión estadounidense de
diciembre de 1989. Y concretamente remitida a un cable de una agencia de
noticias que, en abril de 1990, daba cuenta de la ejecución de una mujer por
parte de los marines; con el consecuente y ejemplar castigo de seis días
de arresto.
Pero Dollar mambo tiene la virtud de ilustrar
sobre la confrontación cultural y la actitud hegemónica de la potencia del
Norte, estadios previos y secuelas de la presencia estadounidense. Esa que ya
se da, en lugares como Panamá, sin Tratado de Libre Comercio y a través de las
trasnacionales. Que genera prácticas de corrupción de las que no son ajenas las
autoridades y los cuerpos de seguridad, implicados como denuncia la cinta con
el contrabando, el narcotráfico y la impunidad.
Si Cuba fue el gran prostíbulo de América en tiempos
de Batista, Panamá parece haberle sucedido en cuanto a lugar antillano de
diversión. El ambiente del caribe se impone naturalmente en la vitalidad de sus
ritmos o la riqueza de otras expresiones, donde la creatividad también tiene su
sitio y coexiste con quienes sólo pueden exhibir sus actos de prepotencia, su
miseria humana. De allí que los hechos se desarrollen primordialmente en el
"Salón Panamá".
Después de mostrar aspectos de la identidad nativa
como una danza erotizada, escarceos lúdicos, el sabor de ese baile que tuvo en
Pérez Prado su mejor exponente, Dollar mambo evidencia la irrupción
violenta de la cultura norteamericana. Los soldados irreconocibles,
inidentificables más que como masa condicionada por la careta que les ha
impuesto la sociedad norteamericana. El pensamiento de omnipotencia y unicidad
de los gringos. Que llegan a sustituir la pluralidad de banderas de América, en
el telón de fondo del proscenio del salón, por la sola enseña de las barras y
estrellas.
El cambio de un telón colorido por otro que se ilustra
con un inmenso billete de dólar, la moneda mundial. Los sueños de gobernantes y
los elementos caseros que han logrado extender mundialmente: las divas desde
los cincuenta hasta la Madonna de los 90, inculcadas en la memoria colectiva;
la guerra de las galaxias, primero largometraje y después razón de Ronald
Reagan; una sociedad emplasticada y que no alcanza a elaborar más productos de
consumo y juego que los dictados por la industria comercial; la mentalidad
bélica triunfalista que exalta la intervención en Granada en 1983.
La confrontación de actitudes. Las mafias que en todo
momento sacan provecho económico, instalando inmediatamente un redituable
prostíbulo al servicio del invasor. Un pueblo que a pesar de su podredumbre
enuncia el mundialmente conocido grito de Yanki go home.
El orgullo latino que a pesar de las circunstancias y
la superioridad material da continuidad a los rasgos de identidad; el baile
sensual, desplazado por el charlestón y el tap. La dignidad, que Dollar
mambo recrea de manera cruel pero extraordinariamente simbólica. Jenny que
se desnuda y abre la piel sobre el pecho con un cuchillo, para abrírselo
literalmente y mostrarles el corazón. Ante el azoro de los soldados que quieren
matar a tiros algo que no puede exterminarse de esa manera.
Las balas sobre el cuerpo de ella son estériles. Un
acto totalmente contrapuesto a la del nuevo gobernante, que Paul Leduc muestra
a Guillermo Endara, en su llegada al 'Salón Panamá' acompañado de policías
corruptos y sus cómplices reyes del narcotráfico, con quienes comparten vicios
como la cocaína y frutos de una Intervención que en el tondo nunca tuvo las
razones que dijo tener.
En Dollar mambo, hay que leer cada objeto que
contextúa y significa. El lenguaje está en los movimientos, la música, los
aditamentos. No hay más que dos diálogos. Uno inicial, de un ventrílocuo con su
muñeco. Quienes dicen no tener nada de qué hablar, pero precisamente dialogan
sobre eso. Es decir, nuestras posibilidades creativas son tantas, hasta poder
hablar del hecho de no tener qué. El segundo, se refiere sarcásticamente, a una
breve alusión al anterior: 'Hoy no teníamos nada de qué hablar, la próxima vez
hablaremos de algo'. Y lo hubo... la intervención estadounidense.
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