Apenas se conoció la devaluación, en esta columna se señaló a la industria editorial como una de las que verían más afectado su quehacer. Las dimensiones planteadas se quedaron cortas al conocer, en la actualidad, los cambios registrados en los suplementos culturales de los diarios de circulación nacional.
Guste
o no, se esté de acuerdo o se difiera, dichos suplementos establecen pautas en
la difusión cultural del país: ponen de moda autores, en ocasiones justas y en
otras sólo interesadas y nocivas confecciones de personalidades; socializan
rencillas y personajes a los que sólo conocen en el universo de quienes viven
en el mismo medio; algunos difunden y enseñan a quienes emulan en la llamada
provincia la indefinición de los perfiles editoriales. Inciden en —su debida
proporción— tanto en la concepción del periodismo cultural como de los patrones
estéticos imperantes en las distintas expresiones del arte.
Desde
antes de que los problemas económicos alcanzaran los marcos actuales, por
reajustes en el diario El Financiero, se extinguió el suplemento Comala,
en donde, por cierto, las letras chiapanecas tuvieron una constante presencia
mediante las entrevistas a literatos de Chiapas por E1va Macías, quien llegó
casi a convertirse en la entrevistadora oficial y de lujo para el medio
dirigido por Humberto Musacchio.
Ahora
tocó el tumo a otros. El domingo 22 de enero los lectores del Reforma, y
en particular del suplemento cultural El Ángel, no recibieron el
acostumbrado cuadernillo de veinticuatro páginas que alcanzó uno de sus mejores
números una semana antes, cuando se dedicó monográficamente al tema del mariachi.
Se
pensó en un extravío de la distribuidora o del expendedor. No fue así. Era la
desaparición de ese formato. Hacia el día 29, El Ángel resurgió con
cuatro páginas normales del periódico. Una sección como cualquier otra, que
reveló la restructuración drástica del Reforma. Si se recuerda, el diario,
con capital regiomontano, surgió a la escena nacional con el atractivo de las
plumas que logró congregar; al ofrecer
el
mejor salario a los colaboradores, escritores de primer nivel tanto en economía,
política y cultura se fueron al nuevo diario.
Hoy,
Reforma se vio en la necesidad de darles las gracias y, por lo tanto,
perder lo que, en mucho, sostenía a la publicación. De las secciones de espectáculos
y cultura se fueron muchos, algo muy notorio. Nadie es indispensable, pero a veces
alguien está de más o, contrariamente, se requiere del espíritu y la fuerza
intelectual de alguien
para mover las veletas de algo. Se
sabe que, si bien El Ángel
no desapareció, en su siguiente
etapa sólo se entregará a los suscriptores en el Distrito Federal.
Pero
la afectación a los suplen1ementos culturales no sólo
llega a espacios en vías de consolidación, también comprende a publicaciones con
años de por medio y que, editorialmente, estarían más allá de cualquier
experimentación.
Manuel
Blanco informó que La Jornada Semanal tendrá un ajuste similar al
de
El Ángel. Esto es, se suprime la revista gratuita que hasta el domingo
pasado
se conoció y, se entregará, cada domingo, un material como el de Doble
Jornada, formato anterior a mayo de 1989, fecha en que apareció la revista
con una fotografía manipulada de Jorge Luis Borges en la portada. Han transcurrido
dos semanas desde los comentarios de Blanco, quien no citó la fuente y se manejó
con una seguridad que, es deseable, se haya equivocado.
De
las publicaciones extintas está igualmente la dirigida por Jaime Labastida, Plural,
revista cultural de Excélsior, una publicación que, en apariencia, se
sostenía por la publicidad de algunos gobiernos estatales, secretarías de
Estado y la empresa del monopolio de la televisión en México. Y que, además, había superado la
disputa y el incidente de cuando Octavio Paz dejó su dirección y se fue a
fundar la revista Vuelta.
Las
generaciones recientes conocían Plural a partir de su propuesta refrendada mensualmente y
no se remitían a los
antecedentes. Además, como es característico de los principales proyectos
culturales contemporáneos en el país, Plural no se limitó a la edición
de la revista: logró sostener un concurso literario, que ayudó a difundir y
conocer obra de gente marginada.
En
sus criterios estuvo el muy acertado de equiparar al ensayo a los otros materiales
usuales de creación. Difundió materiales de gran importancia. Por mencionar
sólo uno: allí es el único lugar donde se publicó un adelanto del estudio de
Paul Borgeson Jr. acerca del grupo de “La espiga amotinada” trabajo publicado
sólo en inglés y cuya versión en español está por concluir su proceso de edición
con el antes Instituto Chiapa de Cultural y hoy Centro Estatal la para que la Cultura
y las Artes. Fue Plural la que ayudó a difundir el trabajo de Borgeson, quizá por la
presencia de Jaime Labastida en la dirección.
Estos
son los casos más notorios. Hay otros en publicaciones, si no de gran difusión,
sí con una propuesta peculiar que cubrían un área que vuelve a quedar acéfala.
La pervivencia de las publicaciones culturales en este contexto será mayormente
meritoria. Las mismas están, en correspondencia, obligadas a demostrar su
seriedad en todas las direcciones.
***
El
21 de febrero se daba la voz de alarma y se deseaba que la información sobre
los cambios en La Jornada Semanal no llegase, en realidad, a operarse.
Ingenua
petición en medio de la incertidumbre que, una vez más, repercute en las
publicaciones culturales y en quienes les dan vida. Lo anunciado y lamentado en
diversos espacios sucedió, como estaba programado. Hace dos días, en la entrega
dominical, se anunció la despedida de La Jornada semanal, en tanto revista, bajo la dirección de Roger Bartra
y, la experiencia editorial del también ubicuo José María Espinasa, quien no se
sabe si continuará en el equipo que ya integra Luis Villoro. La nueva producción
se notará, a partir del 12 de marzo, en una sencilla sección con el mismo formato
tabloide del diario, para sustituir en definitiva a la revista que alcanzó los
doscientos noventa y nueve números.
No
es un secreto que los jefes de redacción, en las publicaciones de cultura tienen un papel
directivo, como sucede con César Meraz en la revista Cultura Sur, del
Programa Cultural de las Fronteras; pero como igualmente sucedía con Espinasa
en el suplemento dominical de La Jornada.
José
María es de quienes dejan huella por donde pasan debido a una capacidad de
elaborar una propuesta alternativa que suceda o supere una experiencia
anterior; es de aquellos que pueden dar una idea clarificada y no repetida de
una publicación o espacio cultural, con sólo entender de qué se trata y de
acuerdo con la seriedad del proyecto. A esta altura, Espinasa ha estado en las
publicaciones que, bien dice Gerardo Ochoa Sandy: Han registrado "el
repaso de la historia cultural de México” y en donde los intelectuales y
escritores han "desempeñado en esas páginas las auténticas funciones de
congresistas en el debate de los temas nacionales" y que también se ha
publicado "la mitad de la literatura mexicana".
La
presencia de Espinasa se percibe en los no muy lejanos ejemplares de La
Orquesta, concepto perfeccionado Y mejorado en Tierra Adentro, esa
paradójica “mejor revista de provincia que se hace en el Distrito
Federal"; desde luego, ha contado con la oportunidad de encontrar cauces
institucionales para contar con el presupuesto indispensable para elaboración
de publicaciones que pudiesen competir —¿por qué no? — hasta con revistas
españolas. En los casos mencionados y en ese orden, el entonces Consejo de
Recursos para la Atención de la Juventud; Y, en el segundo, el Consejo Nacional
Cultura y Jas Artes. Ambas, el día de hoy, desaparecidas.
Pero
no sólo las publicaciones periódicas, respaldan a José María Espinasa. Todavía
pueden conseguirse los libros publicados a su paso por el Departamento
Editorial de la Universidad Autónoma Metropolitana: no la cantidad, sí la
calidad, La Poesía completa de T.S. Eliot y Saint-John Perse, en las
premiadas traducciones de José Luis Rivas.
Y,
uno de los promotores cotidianos en las actividades culturales, los encuentros,
mesas redondas en donde se hablaba de La Jornada semanal no fue Bartra
sino Espinasa. Las anécdotas que forzosamente tienen aquellos que participan en
la definición de criterios y la elaboración de una publicación corrían a cuenta
de éste.
En
la capital de Chiapas, hace ya cinco años, Espinasa contó el momento de la
decisión de publicar una entrevista a un escritor que hablaba inusualmente del
erotismo. En el material a publicar, contaba un desliz con alguien de su propia
familia: él era Eli de Gortari, y la muchacha aludida tenía lazos de
consanguinidad con un personaje notable y omnímodo en México por esos días:
Carlos Salinas la de Gortari. Esa entrevista puede revivirse en cualquier
hemeroteca.
Si
bien La Jornada semanal no tuvo para la semejanza en cuanto a su formato
y pulcritud de presentación con las otras ya señaladas, reafirmó la búsqueda de
un medio con calidad de contenido. Intención, como en todas las publicaciones
de ese tipo, no siempre lograda, pero siembre buscada.
La
revista resultó de los espacios editoriales más democrático, si se toma como
referencia a revisas con amplia circulación. Es más, el equipo de La Jornada
semanal siempre tuvo claro que nunca una revista como esa tendría la
trascendencia y la cantidad de lectores si se comercializaba. Su éxito estaba asociado
a su gratuidad y a su entereza editorial que superaba cualquier suplemento
dominical, que con el tiempo sólo se le acercó El Ángel del periódico Reforma,
pero no llegó a representar una competencia en términos reales, más bien
complemento.
La
revista semanal de La Jornada era popular, pues se conocen casos de
creadores y estudiantes de las carreras humanísticas que compraban únicamente
la edición dominical por la publicación a cargo de Roger Bartra. Y, se repite,
el carácter democrático.
Aquella
que constituyó un pilar en la difusión de la dinámica cultural realizada en
México, extendida en las mismas posibilidades del diario del mismo nombre. No
se ve, algo que pudiera sustituirle.
La
necesidad de reforzar y no dejar perder los medios con cierta solidez, seriedad
y constancia para la difusión de la cultura aumenta. La penuria económica va
ahogando los espacios para 1a expresión de las artes. La Jornada semanal
es un ejemplo lamentable.
Vuelta
y Nexos no publicarían textos que llegó a publicar la Semanal; la
primera, cuestionamientos
a trabajos de Octavio Paz, la segunda, por ejemplo, a Elena Poniatowska. Pero que
sí encontraron su lugar, en La Jornada semanal, ya sea en números
diferentes
o como sucedió con las alusiones a la doble flama, de Paz, en una misma entrega
casi monográfica con los pros y los contras.
Como
sucede con muchas publicaciones culturales, la abundancia de materiales llegaba
a retrasar la publicación
de algo, pero era relativamente fácil publicar en esa revista, desde luego
si encajaba en el perfil y el primerísimo
nivel que siempre conservo.
Dec1a Minerva Margarita Villareal,
ganadora del Premio de Poesía Jaime Sabines 1994, que quizá optara por publicar
sus ensayos en la revista Sinapsis, de Chiapas, puesto que cuando les
tocara el tumo en La Jornada semanal ya tanto autora, lectores y
editores, se- habrían olvidado del asunto. Había textos que dilataban no meses:
años.
Durante tres años y medio, de los
cinco que vivió La Jornada semanal, la publicación dio a conocer
importantes materiales que, no es una desmesura decirlo, contribuyeron a la
formación intelectual de una generación de mexicanos.
Las reflexiones sobre modernidad y posmodernidad,
la fotografía y el cine en México; la permanente interrogante sobre la
identidad nacional; ejemplos de un periodismo cultural que se elabora y no sólo
se enuncia, como aquel inolvidable reportaje de Adriana Malvido
sobre Nahui Ollin; el trabajo de difusión sobre la obra de Camille Claudel, Boris Pasternak, Martín Heidegger; el no establecimiento de distancias con las expresiones sociales también integrantes de la cultura. Con aquellas portadas-fotográficas trabajadas por Rafael López Castro que a pesar de ingenio nunca igualó María Luisa Martínez Passarge en un tiempo y menos Gonzalo García Barcha después.
Concluye la gran experiencia de La Jornada Semanal como revista.
*Publicado en Expreso Chiapas en dos partes: 22 de febrero y 8 de marzo de 1995.
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