Extinción de suplementos culturales: Comala, El Ángel, Revista Jornada Semanal, Plural


DAVID SANTIAGO TOVILLA

Apenas se conoció la devaluación, en esta columna se señaló a la industria editorial como una de las que verían más afectado su quehacer. Las dimensiones planteadas se quedaron cortas al conocer, en la actualidad, los cambios registrados en los suplementos culturales de los diarios de circulación nacional.

 

Guste o no, se esté de acuerdo o se difiera, dichos suplementos establecen pautas en la difusión cultural del país: ponen de moda autores, en ocasiones justas y en otras sólo interesadas y nocivas confecciones de personalidades; socializan rencillas y personajes a los que sólo conocen en el universo de quienes viven en el mismo medio; algunos difunden y enseñan a quienes emulan en la llamada provincia la indefinición de los perfiles editoriales. Inciden en —su debida proporción— tanto en la concepción del periodismo cultural como de los patrones estéticos imperantes en las distintas expresiones del arte.  

 

Desde antes de que los problemas económicos alcanzaran los marcos actuales, por reajustes en el diario El Financiero, se extinguió el suplemento Comala, en donde, por cierto, las letras chiapanecas tuvieron una constante presencia mediante las entrevistas a literatos de Chiapas por E1va Macías, quien llegó casi a convertirse en la entrevistadora oficial y de lujo para el medio dirigido por Humberto Musacchio.

 

Ahora tocó el tumo a otros. El domingo 22 de enero los lectores del Reforma, y en particular del suplemento cultural El Ángel, no recibieron el acostumbrado cuadernillo de veinticuatro páginas que alcanzó uno de sus mejores números una semana antes, cuando se dedicó monográficamente al tema del mariachi.

 

Se pensó en un extravío de la distribuidora o del expendedor. No fue así. Era la desaparición de ese formato. Hacia el día 29, El Ángel resurgió con cuatro páginas normales del periódico. Una sección como cualquier otra, que reveló la restructuración drástica del Reforma. Si se recuerda, el diario, con capital regiomontano, surgió a la escena nacional con el atractivo de las plumas que logró congregar; al ofrecer

el mejor salario a los colaboradores, escritores de primer nivel tanto en economía, política y cultura se fueron al nuevo diario.

 

Hoy, Reforma se vio en la necesidad de darles las gracias y, por lo tanto, perder lo que, en mucho, sostenía a la publicación. De las secciones de espectáculos y cultura se fueron muchos, algo muy notorio. Nadie es indispensable, pero a veces alguien está de más o, contrariamente, se requiere del espíritu y la fuerza intelectual de alguien para mover las veletas de algo. Se sabe que, si bien El Ángel no desapareció, en su siguiente etapa sólo se entregará a los suscriptores en el Distrito Federal.

 

Pero la afectación a los suplen1ementos culturales no sólo llega a espacios en vías de consolidación, también comprende a publicaciones con años de por medio y que, editorialmente, estarían más allá de cualquier experimentación.

 

Manuel Blanco informó que La Jornada Semanal tendrá un ajuste similar al

de El Ángel. Esto es, se suprime la revista gratuita que hasta el domingo

pasado se conoció y, se entregará, cada domingo, un material como el de Doble Jornada, formato anterior a mayo de 1989, fecha en que apareció la revista con una fotografía manipulada de Jorge Luis Borges en la portada. Han transcurrido dos semanas desde los comentarios de Blanco, quien no citó la fuente y se manejó con una seguridad que, es deseable, se haya equivocado.

 

De las publicaciones extintas está igualmente la dirigida por Jaime Labastida, Plural, revista cultural de Excélsior, una publicación que, en apariencia, se sostenía por la publicidad de algunos gobiernos estatales, secretarías de Estado y la empresa del monopolio de la televisión en México. Y que, además, había superado la disputa y el incidente de cuando Octavio Paz dejó su dirección y se fue a fundar la revista Vuelta.

 

Las generaciones recientes conocían Plural a partir de su propuesta refrendada mensualmente y no se remitían a los antecedentes. Además, como es característico de los principales proyectos culturales contemporáneos en el país, Plural no se limitó a la edición de la revista: logró sostener un concurso literario, que ayudó a difundir y conocer obra de gente marginada.

 

En sus criterios estuvo el muy acertado de equiparar al ensayo a los otros materiales usuales de creación. Difundió materiales de gran importancia. Por mencionar sólo uno: allí es el único lugar donde se publicó un adelanto del estudio de Paul Borgeson Jr. acerca del grupo de “La espiga amotinada” trabajo publicado sólo en inglés y cuya versión en español está por concluir su proceso de edición con el antes Instituto Chiapa de Cultural y hoy Centro Estatal la para que la Cultura y las Artes. Fue Plural la que ayudó a difundir el trabajo de Borgeson, quizá por la presencia de Jaime Labastida en la dirección. 

 

Estos son los casos más notorios. Hay otros en publicaciones, si no de gran difusión, sí con una propuesta peculiar que cubrían un área que vuelve a quedar acéfala. La pervivencia de las publicaciones culturales en este contexto será mayormente meritoria. Las mismas están, en correspondencia, obligadas a demostrar su seriedad en todas las direcciones.

 

***

 

El 21 de febrero se daba la voz de alarma y se deseaba que la información sobre los cambios en La Jornada Semanal no llegase, en realidad, a operarse.

 

Ingenua petición en medio de la incertidumbre que, una vez más, repercute en las publicaciones culturales y en quienes les dan vida. Lo anunciado y lamentado en diversos espacios sucedió, como estaba programado. Hace dos días, en la entrega dominical, se anunció la despedida de La Jornada semanal, en tanto revista, bajo la dirección de Roger Bartra y, la experiencia editorial del también ubicuo José María Espinasa, quien no se sabe si continuará en el equipo que ya integra Luis Villoro. La nueva producción se notará, a partir del 12 de marzo, en una sencilla sección con el mismo formato tabloide del diario, para sustituir en definitiva a la revista que alcanzó los doscientos noventa y nueve números.

 

No es un secreto que los jefes de redacción, en las publicaciones de cultura tienen un papel directivo, como sucede con César Meraz en la revista Cultura Sur, del Programa Cultural de las Fronteras; pero como igualmente sucedía con Espinasa en el suplemento dominical de La Jornada.

 

José María es de quienes dejan huella por donde pasan debido a una capacidad de elaborar una propuesta alternativa que suceda o supere una experiencia anterior; es de aquellos que pueden dar una idea clarificada y no repetida de una publicación o espacio cultural, con sólo entender de qué se trata y de acuerdo con la seriedad del proyecto. A esta altura, Espinasa ha estado en las publicaciones que, bien dice Gerardo Ochoa Sandy: Han registrado "el repaso de la historia cultural de México” y en donde los intelectuales y escritores han "desempeñado en esas páginas las auténticas funciones de congresistas en el debate de los temas nacionales" y que también se ha publicado "la mitad de la literatura mexicana".

 

La presencia de Espinasa se percibe en los no muy lejanos ejemplares de La Orquesta, concepto perfeccionado Y mejorado en Tierra Adentro, esa paradójica “mejor revista de provincia que se hace en el Distrito Federal"; desde luego, ha contado con la oportunidad de encontrar cauces institucionales para contar con el presupuesto indispensable para elaboración de publicaciones que pudiesen competir —¿por qué no? — hasta con revistas españolas. En los casos mencionados y en ese orden, el entonces Consejo de Recursos para la Atención de la Juventud; Y, en el segundo, el Consejo Nacional Cultura y Jas Artes. Ambas, el día de hoy, desaparecidas.

 

Pero no sólo las publicaciones periódicas, respaldan a José María Espinasa. Todavía pueden conseguirse los libros publicados a su paso por el Departamento Editorial de la Universidad Autónoma Metropolitana: no la cantidad, sí la calidad, La Poesía completa de T.S. Eliot y Saint-John Perse, en las premiadas traducciones de José Luis Rivas.

 

Y, uno de los promotores cotidianos en las actividades culturales, los encuentros, mesas redondas en donde se hablaba de La Jornada semanal no fue Bartra sino Espinasa. Las anécdotas que forzosamente tienen aquellos que participan en la definición de criterios y la elaboración de una publicación corrían a cuenta de éste.

 

En la capital de Chiapas, hace ya cinco años, Espinasa contó el momento de la decisión de publicar una entrevista a un escritor que hablaba inusualmente del erotismo. En el material a publicar, contaba un desliz con alguien de su propia familia: él era Eli de Gortari, y la muchacha aludida tenía lazos de consanguinidad con un personaje notable y omnímodo en México por esos días: Carlos Salinas la de Gortari. Esa entrevista puede revivirse en cualquier hemeroteca.

 

Si bien La Jornada semanal no tuvo para la semejanza en cuanto a su formato y pulcritud de presentación con las otras ya señaladas, reafirmó la búsqueda de un medio con calidad de contenido. Intención, como en todas las publicaciones de ese tipo, no siempre lograda, pero siembre buscada.

 

La revista resultó de los espacios editoriales más democrático, si se toma como referencia a revisas con amplia circulación. Es más, el equipo de La Jornada semanal siempre tuvo claro que nunca una revista como esa tendría la trascendencia y la cantidad de lectores si se comercializaba. Su éxito estaba asociado a su gratuidad y a su entereza editorial que superaba cualquier suplemento dominical, que con el tiempo sólo se le acercó El Ángel del periódico Reforma, pero no llegó a representar una competencia en términos reales, más bien complemento.

 

La revista semanal de La Jornada era popular, pues se conocen casos de creadores y estudiantes de las carreras humanísticas que compraban únicamente la edición dominical por la publicación a cargo de Roger Bartra. Y, se repite, el carácter democrático.

Aquella que constituyó un pilar en la difusión de la dinámica cultural realizada en México, extendida en las mismas posibilidades del diario del mismo nombre. No se ve, algo que pudiera sustituirle.

 

La necesidad de reforzar y no dejar perder los medios con cierta solidez, seriedad y constancia para la difusión de la cultura aumenta. La penuria económica va ahogando los espacios para 1a expresión de las artes. La Jornada semanal es un ejemplo lamentable.

 

Vuelta y Nexos no publicarían textos que llegó a publicar la Semanal; la primera, cuestionamientos a trabajos de Octavio Paz, la segunda, por ejemplo, a Elena Poniatowska. Pero que sí encontraron su lugar, en La Jornada semanal, ya sea en números

diferentes o como sucedió con las alusiones a la doble flama, de Paz, en una misma entrega casi monográfica con los pros y los contras.

 

Como sucede con muchas publicaciones culturales, la abundancia de materiales llegaba a retrasar la publicación de algo, pero era relativamente fácil publicar en esa revista, desde luego si encajaba en el perfil y el primerísimo nivel que siempre conservo.

 

Dec1a Minerva Margarita Villareal, ganadora del Premio de Poesía Jaime Sabines 1994, que quizá optara por publicar sus ensayos en la revista Sinapsis, de Chiapas, puesto que cuando les tocara el tumo en La Jornada semanal ya tanto autora, lectores y editores, se- habrían olvidado del asunto. Había textos que dilataban no meses: años.

 

Durante tres años y medio, de los cinco que vivió La Jornada semanal, la publicación dio a conocer importantes materiales que, no es una desmesura decirlo, contribuyeron a la formación intelectual de una generación de mexicanos.

 

Las reflexiones sobre modernidad y posmodernidad, la fotografía y el cine en México; la permanente interrogante sobre la identidad nacional; ejemplos de un periodismo cultural que se elabora y no sólo se enuncia, como aquel inolvidable reportaje de Adriana Malvido

sobre Nahui Ollin; el trabajo de difusión sobre la obra de Camille Claudel, Boris Pasternak, Martín Heidegger; el no establecimiento de distancias con las expresiones sociales también integrantes de la cultura. Con aquellas portadas-fotográficas trabajadas por Rafael López Castro que a pesar de ingenio nunca igualó María Luisa Martínez Passarge en un tiempo y menos Gonzalo García Barcha después.

 

Concluye la gran experiencia de La Jornada Semanal como revista.

 

*Publicado en Expreso Chiapas en dos partes: 22 de febrero y 8 de marzo de 1995.