Entrevista con Andrés Fábregas Puig, rector de la nueva Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas


DAVID SANTIAGO TOVILLA

La capacidad operativa del Centro Estatal para la Cultura y las Artes, los planes de apertura del Centro de Estudios México-Centroamérica, las funciones de un consejo que definirá la siguiente etapa del proyecto editorial, la seguridad de no supresión de un organismo encargado de la política cultural del gobierno del estado, entre los puntos de conversación con Andrés Fábregas Puig, rector de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH).

—El 31 de enero se expidió el decreto de creación de la UNICACH, que convalidó jurídicamente la fusión del Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas (ICACH) y el Instituto Chiapaneco de Cultura (ICHC). Este hecho no realiza en sí la unión de las instituciones. ¿Qué ha sucedido en la realidad? ¿Cuál es la situación de ambas en la actualidad?

 

—El ICACH y el ICHC se fundieron por el decreto. Precisamente en los transitorios de la Ley Orgánica se señala que el Instituto de Cultura con todos sus recursos e infraestructura pasa a la UNICACH. Lo mismo se dice del ICACH.

 

Ahora, estamos en el proceso de encontrarle la embonadura a las dos instituciones porque tenemos que respetar el derecho de quienes trabajan en ellas. Con mucho cuidado, hemos dado los pasos para no afectar a los trabajadores.

 

No existe un problema legal, sino de tipo financiero. Necesitamos crear nuevas plazas y en este momento hay restricciones para ello. Requerimos financiar estructuras nuevas; por ejemplo, antes las secretarías no existían en el lCHC y en el ICACH con otras modalidades. Esta última, institución no tenía una Secretaría de Asuntos Jurídicos, algo vital para toda universidad.

 

Es un proceso que sigue su propio desarrollo. Recuérdese que el Instituto Chiapaneco de Cultura se convirtió en el Centro Estatal para la Cultura y las Artes (CECACH), porque, como tal, encaja mejor dentro de la disposición que tiene la Ley Orgánica: la parte encargada de los servicios de extensión de la cultura y el Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas integran la parte académica de la nueva institución. En este nuevo esquema funcionamos.

 

Hemos tenido muchas reuniones con el personal, a quienes informamos permanentemente cómo va el proceso. Puedo decir que hay una reacción de entusiasmo de la gente por tener una nueva alternativa.

 

—En este proceso, tal vez no se puede definir en su totalidad los tiempos, pero deben existir metas temporales…

 

 

—Creo que 1995 comprenderá el proceso de fusión total. Puede ilustrarse con algo. Cada institución anterior tenía su unidad de informática, ahora hay que crear una sola, pero el CECACH tiene sus propias necesidades y la parte académica de la universidad tiene otras.

 

No es lo mismo tener un centro de información para la ciencia que uno para asuntos administrativos o la difusión de la cu1tura. Esos son los problemas que iremos resolviendo en la medida que logremos tener éxito en el programa de autofinanciamiento de la universidad.

 

En la UNICACH rechazamos el esquema donde se considera que el gobierno tiene que dar todos los recursos. No es posible. El gobierno de Chiapas tiene muchas prioridades en este momento, y sabemos que la situación es grave. Lo que planeamos es un proceso de financiamiento) para la integración.

 

—¿Puede comentar 1os ejes del plan?

 

Sí. Se sustenta en actividades que han dado resultado a otras universidades. Es el caso del Tecnológico de Monterrey, que obtiene casi la mitad de sus recursos por medio de rifas de casas. Esto lo sabemos por información directa. Es tanto el éxito de este programa que, de ser anuales, las rifas pasaron a semestrales y, al parecer, mensuales próximamente. Nuestro proyecto es similar.

 

También nos hemos acercado a la comunidad icachense. Abrimos una cuenta en e1 banco, misma que publicitamos para depósito de donativos. Algo muy importante: hablamos con los estudiantes y están dispuestos a vender boletos. Tenemos un primer experimento: la organización de una gran charreada para el 9 de abril, en el Lienzo Charro. Los charros de Tuxtla nos dan prácticamente gratis el espectáculo, y lo que obtengamos de ganancia va a ser invertido en el mobiliario de la Universidad.

 

En este momento está por concluirse en la Secretaría Administrativa un proyecto anual de financiamiento. Incluso abrir negocios. Está en marcha la idea de abrir restaurantes. La cafetería del CECACH ya está convocada y los empresarios interesados ya se Han acercado. Estamos por abrir un restaurante universitario en el área de las escuelas de ciencia y otra pequeña cafetería en la escuela de música.

 

Se trasformarán las dos pequeñas librerías en tiendas que no sólo vendan libros, papelería y artículos que venden todas las universidades, camisetas, tarros, tazas, que a los jóvenes les atraen mucho.

 

Además, daremos cursos de verano —cobrados— a partir del verano de este año. Serán cursos especializados. El primero que ofreceremos se denomina Perfil natural y cultural de Chiapas. El rostro de la UNICACH es el de la ciencia y el arte enlazados, por eso arrancamos con este tema. Lo ofreceremos con los mejores profesores de la universidad, quienes serán financiados con los mismos recursos que salgan del curso; según nuestros cálculos, quedará una pequeña ganancia. Tendrá un escenario magnifico: el Exconvento de Santo Domingo.

 

Pensamos captar a buen público, sobre todo extranjero, que está muy interesado. Ya hemos detectado el mercado. Esto es el principio y será una fuente de financiamiento importante, como sucede en la Universidad Autónoma de México, que tiene hasta un edificio completo para atender los cursos de verano, porque dejan dinero. Nuestro curso es curricular. Cumplirá las cuarenta horas reglamentarias que pide la Secretaría de Educación Pública. Cumpliremos con esa disposición para poder dar no un título, pero sí un reconocimiento a quienes tomen esta actividad de verano que revisará la historia antigua, biogeografía, geografía humana, estudios regionales, etnografía y cultura de Chiapas.

 

—¿Qué sucede con los recursos de la federación que eran entregados al Instituto Chiapaneco de Cultura?

 

—Se siguen aplicando para la extensión de la cultura. Se mantienen. Precisamente este miércoles 22 hubo una reunión regional del Programa Cultural de las Fronteras, donde se presentó ya al director del Centro Estatal para la Cultura y las Artes, Roberto Ramos.

 

Continúan los circuitos de intercambio cultural del sureste. El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes ya nos prometió ayuda financiera para todo lo que son servicios de extensión de la cultura. Tendremos, si no abundancia de recursos, sí los suficientes para mantener cierto tipo de espectáculo cultural y de difusión de la cultura que es muy importante, por ejemplo, el cine, como vemos actualmente con un ciclo de cine francés.

 

Además, hemos conversado con el rector de la Universidad Autónoma de Chiapas de la importancia de que las dos universidades chiapanecas se unan en la extensión de la cultura. Él está en la mejor disposición y nosotros también, incluso de que la UNICACH comparta con la UNACH ciertos espacios; por ejemplo, compartir un teatro como el que sólo tiene la UNICACH: tenemos mayor capacidad de proyectar cine que la UNACH.

 

Nuestra infraestructura debe estar al servicio de todos los universitarios —independientemente de las siglas— y de la población. La UNICACH está consciente de su amplio compromiso con la sociedad, de dar servicio de extensión de la cultura porque no es universidad autónoma, pertenece al gobierno del estado, y mediante ella éste ofrece a la población los servicios culturales.

 

Para ello, continuarán actividades claves como el gran Festival Maya-Zoque, algunos cursos de periodismo cultural que ya hemos dado, los cursos de marimba, el encuentro internacional de ese instrumento. Todo continúa gracias al apoyo del Consejo Nacional de Cultura.

 

—Antes de la creación de la UNICACH, uno de los principales rubros de la política cultural fue el proyecto editorial. Se entiende que continúa. Se habla de la creación de un consejo editorial…

 

—Sí. Convocamos a la formación de un consejo editorial para quitarle al rector también el hecho de que sea él quien decida qué se publica y no. Este consejo es amplio. Yo estuve sólo en la reunión de instalación. Todos estuvieron de acuerdo en que así debería ser.

 

El consejo está formado por representantes de todas las áreas de la UNICACH: los directores de las escuelas de música, artes plásticas. danza, topografía, biología, psicología, nutrición y odontología, así como el director del Centro de Estudios México-­Centroamérica y el Centro Estatal para la Cultura y las Artes. Allí, la rectoría cuenta con dos elementos de apoyo: José Luis Ruiz Abreu y Ricardo García Robles.

 

El consejo editorial se divide en comisiones especializadas; por ejemplo, si se trata de dictaminar un texto de biología, es una comisión aprobada de biólogos quienes leen los textos. Lo mismo en historia, literatura, antropología. Son comisiones completamente cambiantes. Esto es: el consejo puede escoger para un texto de filosofía a Luis Villoro, quien reside en la Ciudad de México, y la opinión de él le basta.

 

A lo mejor para un texto de literatura se consulta a un escritor local, porque abundan los buenos escritores, o bien decidir darlo a tres personas distintas y que ellos dictaminen. Después se reúne el consejo a discutir el dictamen.

 

Hasta la fecha ya se han aprobado algunos títulos bajo ese procedimiento. Se aprobó un libro de texto, recomendado por los consultores de la editorial Limusa, del ingeniero Gualterio Luthe: Fotogrametría elementa1 y analógica. Tengo entendido que ya se han aprobado otros textos. Aquí podría surgir una interrogante: ¿Qué pasa con quienes no pertenecen a la universidad? Igual, tienen todo el derecho de proponer sus textos, como pasaba con el Instituto Chiapaneco de Cultura, sólo que antes el consejo editorial funcionó de manera muy elástica, lo que ya no ocurrirá.


—La desaparición del Instituto Chiapaneco de Cultura ¿no es el desentendimiento del gobierno del estado del área cultural? Esto es, el organismo responsable de los asuntos culturales se supedita a una institución de educación. Con esto el gobierno estatal carece de una instancia encargada de su política cultural. ¿No es un retroceso?

 

—Esto es muy interesante porque parte de un error de igual magnitud. Es un error muy interesante porque es la concepción de la universidad lo que está en juego. En todas partes del mundo los centros que difunden la cultura son las universidades: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es la gran difusora de la cultura en América Latina.

 

Yo he caminado bastante por el continente y siempre encuentro una gran admiración por esa institución. ¿Quién ha difundido la música de jazz en México si no la UNAM? Recuerdo cuánta música aprendí oyendo a la Orquesta Sinfónica de la Universidad en sus famosos conciertos didácticos. Cuando fui universitario —en términos de estudiante, ahora lo soy de autoridad— siempre recuerdo que la UNAM fue el centro donde bebí la cultura.

 

El error, entonces, es interesante porque tenemos la concepción de que la universidad es sólo un centro de educación y no de difusión de la cultura. No es cierto. Creo que, por el contrario, ahora el gobierno del estado afina más su capacidad de ofrecer los servicios de extensión cultural, porque lo hace apegado, en strictu sensu, desde una universidad: la de las ideas.

 

Esto nos permite, además, el manejo de la difusión de la ciencia, que la sociedad la vea como un asunto cultural de importancia. La gente puede masivamente llegar a tener conocimientos de biología, ¿por qué no? Eso intentaremos hacer. Explicar a qué se dedica un odontólogo, un topógrafo, es parte del bagaje de la cultura.

 

Hemos asumido ese compromiso y la población lo verá. Mis palabras pueden revertirse si no se cumplen. Tendrían toda la justicia en reclamar quienes así lo hicieran. Vamos a continuar con una gran intensidad con la difusión de la cultura. ahora desde la UNICACH.

 

—¿Cuál es el margen de autonomía y de la capacidad de iniciativa que tiene el director del Centro Estatal para la Cultura y las Artes (CECACH)? ¿Cuál es el marco de la relación entre esa dirección y la rectoría?

 

—Esa es una pregunta muy importante. El director del CECACH tiene toda la autonomía en términos de cumplir una estrategia general. Tengo un gran respeto por Roberto Ramos, quien es, en realidad, el responsable de llevar la extensión de la cultura.

 

Nosotros concebimos una rectoría inmersa en una concepción comunitaria de la construcción de la universidad. Esto quiere decir que el rector no tiene por qué estar decidiendo todo. Es muy peligroso y no debe ser. El rector es quien rige en términos de responsabilidad, de representatividad, y un responsable final de las líneas de actuación de la universidad. Pero el rector no puede convertirse en la única voz. Iría en contra el espíritu universitario. Por eso hemos instalado ya el consejo universitario, apenas el lunes 20 de marzo, convertida ya en una fecha histórica para la UNICACH.

 

El consejo universitario es el órgano colectivo de construcción de la universidad. El rector, así lo señala la Ley Orgánica. tiene que discutir con ese consejo sus propuestas. Además, tiene que ser el consejo quien acuerde las grandes líneas. El rector es una autoridad ejecutiva de las políticas que el cuerpo colegiado universitario dictamina. Este es un mecanismo que1e

da la oportunidad a la comunidad universitaria de participar en la creación de su propia institución.

 

Ahora, el Centro Estatal para la Cultura y las Artes tiene su propia estructura, está representado en el consejo universitario como lo están los centros de investigación de manera que en el consejo confluye toda la Universidad y allí está el CECACH.

 

El director tiene autonomía para tomar sus decisiones y operar. No podemos tener a un director que esté constantemente telefoneando al rector para saber qué debe hacer. Eso sería no funcional. No tendría sentido.

 

—Qué puede conocerse del Centro de Estudios México-Centroamérica con sede en San Cristóbal de Las Casas? ¿Qué criterios existen para su conformación? ¿Qué investigadores estarán ahí? ¿Qué oportunidades habrá para quienes realizan un trabajo de investigación de manera independiente?

 

—El Centro está pensando para servir a un área vital para México y Chiapas: producir conocimiento sobre la vida social y cultural de los pueblos de la frontera. Nuestra concepción es que los pueblos de la frontera son uno solo, que hemos compartido historia y espacios, aunque nos divida la frontera política. El centro tiene esa perspectiva global.

 

La base de investigadores que están allí es quienes estaban en el Instituto Chiapaneco de Cultura. Ya no tiene el Centro Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas el Departamento de Investigación porque éste se convirtió íntegro en el Centro de Estudios México-Centroamérica.

 

El planteamiento es que podamos abrir nuevas áreas de trabajo sobre la base de concursos de oposición, por lo cual un profesional de la investigación pueda acceder tranquilamente a un tipo de contrato. Pensamos que a partir de próximo año pueden ya hacerse concursos de oposición para determinadas temáticas.

 

Por decir algo: un concurso para quienes se interesen en los usos del castellano en la frontera. Hay una comisión dictaminante del propio Centro de Estudios, un mecanismo que cuidaremos mucho y buscaremos se estabilice para que no sea el rector, otra vez, por dedazo, el que decida quién entra o sale.

 

Tienen que ser las propias comunidades académicas las que se retroalimenten y crezcan. Este procedimiento ha sido el más funcional en las universidades, formar comisiones dictaminadoras del personal académico que normalmente tienen asesorías externas, porque también puede formarse un círculo vicioso.

 

Este sería el mecanismo que da oportunidad de acceder al Centro de Estudios a cualquier investigador, vía concursos de oposición. Los programas de investigación a abrirse dependerán de la capacidad financiera.

 

Estamos dispuestos a recurrir incluso a financiamientos como el de la UNESCO, la Organización de Estados Americanos, los recursos federales asignados mediante el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Es una orientación del consejo universitario darme mucho impulso a la investigación, que la UNICACH, en un momento dado, sea fundamentalmente un centro de investigaciones, que sea el investigador quien enseñe y no el profesor quien investigue.

 

—Al igual que la UNICACH, en sí el Centro de Estudios Mexico-Centroamérica sigue un procedimiento…

 

—Está llevando un proceso. Administrativamente es de los que menos problemas nos ha dado porque pasó con todos sus recursos al Centro de Estudios. Sin embargo, se requiere crear otros programas; por ejemplo, una línea de investigación en literatura. Es muy importante para esta área: la literatura en el sur de México tiene una gran importancia en la vida popular. No solamente la llamada literatura culta sino la popular. La universidad tiene que sensibilizar a la sociedad hacia este tipo de manifestaciones de la cultura.

 

Es un proceso de conseguir recursos para los nuevos proyectos de investigación, como también lo es acostumbrarse a tener una comisión dictaminadora, sacar las convocatorias. respetar los resultados. Apenas estamos en el inicio. Yo estoy muy consciente de que no le va a dar tiempo a esta rectoría para terminar estos procesos. Lo que sí me tocaría vivir es el arranque y consolidación. Después la universidad encontrará otros caminos. El consejo universitario va a ser un organismo básico, determinante, porque la discusión que se dé ahí es lo que nos dará el pulso del crecimiento de la universidad.

 

—Los recursos económicos determinan el quehacer de una institución, se sabe, y lo ha mencionado en sus respuestas. Es un comportamiento generalizado que en una situación de crisis el área cultural es la primera en ser afectada en sus recursos asignados. ¿En qué porcentaje disminuye el presupuesto de la UNICACH en relación con los recursos que dispusieron las instituciones fusionadas (Instituto Chiapaneco de Cultura, e Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas)?

 

—Habría que hacer el cálculo de la inflación. A la UNICACH le dieron el presupuesto de las dos instituciones sin ningún recorte. Este asciende a la cantidad de 16 millones de nuevos pesos. Con ese presupuesto tenemos que pagar a los profesores y hacer extensión de la cultura. Pero están también los recursos federales.

 

Yo viajo este domingo a una reunión de la Asociación Nacional de Universidades en Guanajuato, en búsqueda de recursos. El antiguo ICACH recibía 380 mil nuevos pesos, al año, de recursos de la federación. Muy poco dinero.

 

E1 argumento de la ANUIES era que no existía ley orgánica, que se trataba de un Instituto; ahora ya somos una universidad legalmente constituida y tenemos derecho a un presupuesto mucho mayor que ese. Tenemos una gran esperanza en que también vendrán recursos de este tipo.

 

También deberemos ir con nuestros proyectos de investigación al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología o a ciertas secretarías de Estado; por ejemplo, la Secretaría de

Ecología con seguridad se interesará en los proyectos de la Escuela de Biología, porque tienen que ver con la conservación de la fauna, con el aprovechamiento de la biodiversidad, con la explotación de la fauna marina de Chiapas, que está prácticamente sin explotarse.

 

Esas son las puertas que empezaremos a tocar. Estoy seguro de que habrá solidaridad. Ya empecé a recibir cartas de mis colegas rectores. Todo mundo está entusiasmado y solidario con el proyecto.

 

—Precisemos ¿Es exactamente el mismo presupuesto del año pasado?

 

—Sí, es el mismo. Repito, habría que calcular la inflación y ése es el tanto menos que disminuye.

 

—Para finalizar esta nuestra primera conversación, en su cargo de rector de la UNICACH, ¿Qué ideas tiene para democratizar la oferta cultural?

 

—Si entendemos por democratizar el dar las mismas oportunidades de acceso a todo mundo, van a cumplir —y lo están haciendo— un papel muy importante las casas de cultura. Allí haremos dos cosas: elevar el nivel de la oferta cultural y abrir los espacios.

 

Las casas de la cultura son las primeras puertas que tocarán los jóvenes chiapanecos y las bibliotecas también. En esta idea también debe mencionarse el esquema que tiene la universidad para mantener bibliotecas comunitarias.

 

Hemos detectado que las bibliotecas han cumplido un gran papel, precisamente por el carácter que tienen. El arreglo es con la comunidad. Ella hace la solicitud. Acudimos y le proponemos instalarla juntos. Ellos ponen la casa, la persona responsable, su pago y, en algunos casos, hasta los muebles. Nosotros ponemos los libros, la capacitación profesional y, cada tres meses, la renovación del acervo.

 

La experiencia ha sido positiva. Las bibliotecas funcionan porque la comunidad las vigila. Cuando la persona encargada no cumple, no realizan ningún trámite ante nadie. Simplemente no le pagan, deciden quién le sustituye y avisan a la institución de esto.

 

Tengo experiencias personales de esto. Cuando inauguramos la biblioteca del ejido Matasanos, en las faldas del volcán Tacaná, en Unión Juárez, había un ambiente de fiesta. Le pregunté al comisariado ejidal por qué tanto contento por la biblioteca. Me dijo que tenían dos razones: primero, se ahorrarían 20 kilómetros diarios, distancia que recorrían los niños para hacer las tareas. Muchos niños no hacían las tareas porque no tenían en dónde.

 

Después, expresó algo que me hizo reflexionar: «Nosotros somos campesinos. No tenemos libros en nuestras casas. No son nuestro instrumento de trabajo. Tenemos machetes, coas, pero no libros. A veces no tenemos ni dónde se sienten los niños a escribir». Prácticamente me decía que el ambiente cultural de ellos es otro. Es perfectamente entendible. En la casa de un intelectual o un maestro universitario no hay machetes ni implementos de trabajo agrícola, porque sus utensilios son los libros. Ese es el panorama.

 

*Esta conversación se publicó en tres partes los días 24, 25 y 26 de marzo de 1995, en el diario Expreso Chiapas.