Eduardo Marcial da pormenores de la obra “Abuelita de Batman”


DAVID SANTIAGO TOVILLA

Fotografía: Eduardo Pastor

De jueves a sábado se presenta Abuelita de Batman, en el Foro Cultural Universitario, una puesta en escena que reúne experiencias y criterios desde la Unión de Teatristas Chiapanecos.

 

En Abuelita de Batman, Eduardo Marcial Corzo dirige dos de las cinco obras en un acto. Con él conversamos:

 

—En la columna de Gustavo Ruiz Pascacio, en un programa radiofónico, recordaba un trabajo anterior, colectivo, de los teatristas de la localidad, con un trabajo de Alfredo Palacios: Los agravios de su ilustrísima. La idea de conjunto se conserva en esta nueva propuesta. ¿Cómo se ha dado este "caminar juntos"?

 

­—Con problemas, pero se ha conservado. El nombre de Unión de Teatristas Chiapanecos tal vez parezca pretencioso. Originalmente se convocó para un Centro de Teatristas Chiapanecos, como una unidad en donde los teatreros, jóvenes o gente con experiencia, tuvieran un lugar común que canalizara la actividad teatral. Esto derivó en un ejercicio, propiamente.

 

La primera experiencia fue la presentación de la obra Los agravios de su ilustrísima. Allí también hubo amargas experiencias, no siempre fueron tan halagadoras. La obra de Alfredo Palacios sirvió para afianzar unos aspectos y darnos cuenta de otros aspectos de nuestra realidad.

 

Ahora, hay un nuevo intento. Ha habido comentarios sobre el nombre, que si nos consideramos los "plus" o qué. No, al grupo lo integra no sólo gente con antecedentes en el teatro; también hay novatos, porque coinciden en un concepto de teatrista, no solamente el actor, sino que incluye a investigadores y otros.

 

El grupo no está cerrado. La pretensión es abrirlo. En Abuelita de Batman somos diez personas, pero pensamos en otra puesta en escena en donde puedan integrarse otras más. No necesariamente actores: dramaturgos, productores, diseñadores.

 

Vamos bien. Evidentemente, hay problemas. La carestía nos ha dado otra visión, nuevos requerimientos. Si antes para hacer teatro se sufría, ahora quizá haya un receso; aun así, hay intentos como éste.

 

Estamos haciendo teatro en espacios alternos. Deseamos motivar la actividad teatral. No pretendemos ser un grupo excluyente sino propiciar la conformación de otros grupos para tener una mayor producción teatral. Quienes ahora participamos en Abuelita de

Batman tenemos nuestro propio grupo, caminos distintos, pero a la vez en comunicación y con la idea de afianzar fuerzas.  Lo hemos comprobado: si estamos en desunión, pleitos y envidias, nadie va a hacer nada; relacionándonos, primero con la amistad y después con el trabajo, es como podemos confluir.

 

—De una obra histórica pasan a otro tono en Abuelita de Batman. ¿Cómo se decide su realización en esa multiplicidad de voces?

 

—Por mi lado, ya conocía la obra. Llegó a mis manos hace años. En Chiapas ya 1a trabajó Dolores Montoya, y posteriormente yo con el Grupo de Teatro de la Universidad Autónoma de Chiapas.

 

El año pasado asistimos a unas lecturas de dramaturgia. Allí estaba Alejandro Licona, el autor y le pedimos obras. Nos mandó Abuelita de Batman. A Guillermo Castillo, uno de los directores, le pareció interesante un experimento de cinco obras cortas, en donde todos podemos participar como actores y directores.

 

Así se lo propusimos a los compañeros. Había más gente: Alfredo Palacios, Mario Galindo, pero son comedias ligeras y cortas que interesan más a grupos de gente joven. Así quedamos: Maluye Ríos, Amady Toledo, Héctor Cortés, Felipe Reyes, Jaime Carrillo, Teresa Argueta, Guillermo Castillo, Hilda Jiménez, Gustavo Ruiz y yo.

 

Alejandro Licona quedó encantado con la idea. Tuvimos su autorización. Desafortunadamente no podrá asistir en esta ocasión. En un futuro tal vez venga para hacernos comentarios. Es necesario. Abuelita de Batman se ha presentado profesionalmente en la Ciudad de México. Se ha llevado al cine y muchos grupos de teatro la han

representado.

 

¿Qué puede agregar de Alejandro Licon a para quienes no tienen más información de él?

 

—Es de los dramaturgos jóvenes. En los años setenta Emilio Carballido organizó unos. talleres, sumando esfuerzos con la editorial Editores Mexicanos Unidos. De ahí surge una generación que se agrupa en la denominación nueva dramaturgia, entre quienes están Licona, Jesús González Dávila y otros diez jóvenes. Muchos se han perdido en el camino, pero Alejandro Licona ha sido constante. Primero se dedicó a elaborar obras de tipo social, después hizo guiones de televisión. Su trabajo reúne cerca de cincuenta obras.

 

Hay que decirlo: tiene el estilo de Emilio Carballido: los diálogos tienen el peso específico, se adecúan en una forma lógica, son fáciles de memorizar; las groserías están tan bien colocadas que no resultan obscenas sino correctas y necesarias para una situación. Es una persona muy cuidadosa. Pule mucho sus textos antes de sacarlos a la luz.

 

—¿De qué va Abuelita de Batman?

 

—Es un grupo de cinco obras cortas, repito. Es parte de una tradición que viene desde Cervantes con sus Entremeses. Antes, las obras cortas se usaban entre acto y acto, para divertir al público de los grandes dramas en el teatro del siglo de oro español. Se olvidó, pero, desde hace unos veinte años, se ha motivado la creación de obras cortas que encierran un universo de posibilidades.

 

En este caso, son cinco obras cortas que no tienen un tema en común, más que todas terminan con la frase Abuelita de Batman. Podríamos decir que las unen los problemas matrimoniales; a la vez son asuntos que motivan a pensar que estamos en una sociedad urbana, ajustada a ciertas innovaciones, pero sin aceptar cuestiones de fondo.

 

La primera obra, Sidharta, plantea el problema del sida. Se vuelve a considerar que la pareja debe ser fiel, única, para evitar desenlaces fatales. Aquí el planteamiento es un engaño. No hay tal cosa. Se usa 1a enfermedad como un método de venganza. El personaje lo descubre.

 

En Entonces seremos felices es el reo que sale de la cárcel con la esperanza de encontrar a su esposa con los brazos abiertos. Se sorprende al hallar a otro en su lugar. El personaje sufre porque es real: después de cinco o diez años la mujer busca compañía. Él expresa: “Me lo dijeron: afuera está cabrón” y termina por regresar a la cárcel convencido que su lugar está allí.

 

El tercer diálogo, muy chistoso: Me quieres a pesar de lo que dices se refiere al político crónico. El político que todas sus justificaciones son el rollo. Su esposa está disgustada. No le convencen los discursos, pero sí la convence su dinero. Ella termina diciendo que su marido "va a llegar lejos".

 

La antepenúltima obra, Serenidad y paciencia rompe con las temáticas anteriores. Es el médico que atiende a un paciente en una forma fársica. En ella se habla de la economía, la situación actual; se puede reflejar el momento caótico que hace perder la capacidad de paciencia, de observación y facultades humanas. Aquí el médico no siente nada por su paciente: es un objeto.

 

Al final está Tiempos modernos, el caso de una señora que decide meter a su amante en 1a misma casa con su marido. Se da lo que es natural: fingen que son educados, alineados y pueden soportar cualquier cosa, hasta que la situación explota. El amante queda como un tonto.

 

Como se aprecia, son cinco obras ligeras, simpáticas. Esperamos tener éxito y un nivel de aceptación bueno para continuar. En esta ocasión daremos tres funciones. Yo les aseguré a los compañeros que no debíamos trabajar por el ego; una función representa eso, nos aplauden los amigos, los parientes, todos dicen "qué bonito"'. Yo deseaba cinco funciones, pero se harán tres. Hacia la segunda función ya hay otros parámetros. Asiste otro público. Igual sucede con la tercera función: la crítica es más fuerte, el actor debe evitar ciertas cosas, uno mismo ya no se siente tan bien. Ese es el ejercicio del teatro.

 

—¿Qué puede decir en torno al cambio de responsable de la dirección en cada obra, solamente con la excepción suya que dirige en las dos últimas?

 

—Hay muchos modos de resolver las obras. Cada director resuelve el drama a su modo. Hemos constatado muchas cosas. Hay unos diálogos en donde yo no tenía ese concepto, pero ellos han trabajado y lo han resuelto. Es un trabajo que no debe perderse porque merece analizarse, para poder aprender sobre la dirección escénica, uno de los aspectos donde nunca termina de aprenderse. El director escénico es como el pintor, los pinceles serían los actores. Aparte, el drama es un texto que debe respetarse. Hay ciertas líneas, puntos que no pueden modificarse. El director interpreta, ilustra el texto. Y o he aprendido de mis compañeros, espero que ellos de mí también. Lo que no hemos tenido es tiempo para analizar con paciencia el proceso del trazo escénico, esto es, la distribución de los personajes. Todo lo que responde a emociones, intenciones. Eso nos ha faltado.

 

Abuelita de Batman se presenta a las 20:00 horas, en el Foro Cultural Universitario.

 

*Publicado en Expreso Chiapas.