Jorge Eliécer Rothschuh, un “Cantar mexica” universal


DAVID SANTIAGO TOVILLA

En 1992, Jorge Eliécer Rothschuh publicó los títulos de poesía Otras después de Eva y Hospedaje de la pirámide; en 1993, el trabajo Aproximaciones a Guillermo Ceniceros. Este año, publica Cantar mexica y prepara Ceremonial de las confesiones. Cantar mexica es una bien cuidada edición del autor nicaragüense con quien ahora conversamos:

—¿Consideras a Cantar mexica como un homenaje a México?

Cantar mexica toma su nombre en el último momento. El libro es un rito o una ceremonia, de modo que el lector lo acepte sobre la base del gusto. Hay libros que disgustan, pero Cantar mexica gustará al ser un homenaje al erotismo, un tema universal, y un homenaje a México, al asentarse en una bibliografía básica como fuente de inspiración en toda reflexión sobre este país: los códices.

Un ejemplo de esta intención es el poema "Lamentaciones en nuestra casa". En él se entiende a la casa no como la construcción donde vivimos sino como el lugar donde habitamos. La casa, como la tradición o ambiente de vida, tuvo mucha importancia para los aztecas, un pueblo sin, asentamiento, sin casa.

El dato se basa en el Código Oban, documento que relata desde la salida de Aztlán hasta la llegada a Tenochtitlán; por ello, mi poema se construye con un ritmo rápido, un testimonio exteriorista, para señalar personajes y lugares visitados. Es la migración de un pueblo que busca edificar su tierra, levantar su templo, su casa.

—De mexica proviene el vocablo de México ...

— Efectivamente. Es una forma de presentar el libro. Deseaba que en él se incluyera la palabra México. La gente, a veces, no lee más que las portadas; al encontrarse con ese término es posible que genere interés por la lectura. En la portada de Cantar mexica, además, está una ilustración bellísima del Códice Borgia: una representación de Quetzalcóatl vestido de guajolote.

Ahora, ¿por qué escogí México? Soy originario de Nicaragua y mi país nunca existió hasta que llegaron los mexicanos. Los nicaragüenses son un pueblo que fue del norte hacia el sur, y corresponde a una extensión territorial denominada Mesoamérica.

En ese sentido, hay poemas que incluyen a Guatemala, composiciones basadas en el Rabinal Achí o el Popol Vuh. Si atendemos la frontera geográfica ubicamos a Guatemala, pero culturalmente México no termina en una línea fronteriza: llega hasta el río San Juan.

—En esa perspectiva ingresa al área de la comunicación literaria universal ...

—Sí. Desde que llegué a México he tenido un sólo tema, un pretexto poético: el México antiguo, inexplorado, bellísimo, a encontrar en las fuentes originales. México es universal. Hay mitos, como el que recogí en mi libro ant­rior, Hospedaje de la pirámide: el mito de Quetzalcóatl, del hombre que viaja al más allá y regresa para traemos la fertilidad.

El hecho se encuentra en libros como La Odisea. Odiseo baja al inframundo, en donde platica con Tiresias y después regresa. El personaje 0díseo es bello, Quetzalcóatl es inmensamente bello nos enseña a observar esa universalidad de los personajes mexicanos.

En Cantar mexica rescato a personajes mexicanos como Xochipilli, un personaje dual, el sacrificador, el torturador, quien también posee una parte buena. Aparece, por igual Tlazoltéotl, la diosa del placer, la sexualidad, la sensualidad y la abundancia. Ella es invocada, en mi libro, para crear el placer a través de la palabra escrita.

Hay otra mujer, Xochiquetzal, a quien, en la actualidad, tratan de introducir como parte del lenguaje feminista, pero es un personaje que siempre ha existido en el universo mítico mexicano. Xochiquetzal es una poeta, guerrera, que a pesar de su pertenencia a una casta ejerce su papel creativo, literario, rescatado por los grandes lingüistas e investigadores mexicanos.

México es, hasta el día de hoy, un motivo de inspiración. Mi modesto libro es un homenaje. Trato de recrear esa belleza que siempre ha existido.

—En tu libro Otras después de Eva Pablo Antonio Cuadra te llama "el más joven prosificador de poesía" en el contexto de la tradición poética nicaragüense; sin embargo, en Cantar mexica recurres al verso para tu exposición ...

—Me interesó trabajar el poema por medio del símbolo, su recreación, su carácter ideogramático. Mucha gente no entiende la tradición literaria prehispánica y cree que es un lenguaje de niños. Es semejante con la percepción de las pinturas mexicanas que son representaciones religiosas en las que se involucra la vida y la muerte de los mexicas.

Debe considerarse esa simbología como un lenguaje con gran libertad de expresión. El problema es que no se enseña a considerar la seriedad de dichos símbolos. Cantar mexica comien­za siempre con una imagen, y sus poemas tienen los versos cortos porque trato de expresar el ritmo interior del habla del mexicano.

Expresa no el verso lineal sino proyectado. Corta cada verso o línea dentro de un ritmo que obliga al lector a determinado modo de lectura, algo que se aprecia mejor conforme se avanza en las páginas interiores. Quiero obligar al lector a que tenga no sólo la temática o la ilustración mexicana. La lectura provee, por igual, una cadencia de ese tipo.

SEGUNDA PARTE

Cantar mexica se inicia con un texto en la prosa característica de Jorge Eliécer Rothschuh:

Cantar mexica es literatura adaptada a nuestro tiempo. Letra inscrita, testamento. ¿Huella es su pasado que borrarán otras palabras? Sin prisa, la luz estará aquí para mañana. El ojo y el sol alcanzarán otro horizonte. ¿Ojo por sol? Algo quedará de este día.

El siglo siempre resolverá sus errores en el olvido. El sujeto arrojado o sacrificado volverá a nacer en algún sueño sin memoria. Será un hombre de mil caras atravesadas por cuchillos; tendrá un cuerpo flácido entregando su extraño corazón a los nuevos inquisidores que ya poblaron sus márgenes sangrantes.

Cantar mexica es un homenaje erótico, desbordante de armonías y referencias. Retroalimentación. Queja y pesadumbre. Disparo percutiendo en el pecho del vencido. El poeta es su cómplice. ¿Debemos retroceder igual que el paramesium para buscar otro destino? Ya no podemos vivir en línea recta.

Esos cantares registrados en noventa y seis páginas continúan como marco de la conversación con el poeta.

—¿Partes de la base de un tipo de lector cuando elaboras tus textos?

—El lector de poesía es especial y no tiene ninguna clasificación académica. A veces nos encontramos con personas que no poseen ningún título y son grandes lectores de poesía.

Yo trato de que cualquier tipo de lector pueda entender el poema. Mi trabajo no se trata de una poesía abstracta, donde sólo yo sé y entiendo lo que se dice, detalle que es el error de los jóvenes escritores, quienes han descrito elementos superficiales o profundos, pero con un tratamiento que supone a un lector que los conoce.

Parto de la nada. Expreso un evento, un elemento, una variable, una constante que permita el acercamiento y la comunicación con todos. Si el libro se lee pensando que es un texto para gente culta porque aparecen algunos nombres no debe ser así; se incluye algunos nombres que probablemente no se entiendan, pero éstos deben dejarse porque los tomo como elementos secundarios dentro de la creación.

Al lector le exijo solamente que goce la línea, la palabra; que ejerza el placer auditivo. Mi ritmo no es tan sonoro porque siempre he creído que no se debe distraer al lector de poesía con música: suele suceder que el aspecto percutivo o armonioso distrae tanto que al final leemos nada, sólo juegos de palabras insustanciales.

La poesía se enseña, en la escuela, como un arte declamatorio y como un elemento resultante de personas o personajes abstraídos de la realidad. Bases totalmente falsas. El poeta es un ser imbuido en el mundo, un ser normal que está expresando un momento o situación en una forma real.

La poesía no está en esas declamaciones magisteriales al estilo antiguo con grandes gritos; por contrario, debe tener una lectura que se acerque a la intención primaria del poeta. Los lectores de poesía deben partir de su propio gusto, de su áni­mo para leer en determinado momento.

El libro debe resolver la función elemental: la comunicación con el lector a través de un gesto, de una abstracción que puede ser la palabra. El lector de poemas no es, por lo tanto, alguien que esté cercano al disparate. El poema es un crimen perfecto, un acto de lucidez.

—¿Cómo planteas la relación poema-poesía?

—La poesía es lo que sustenta al poema. El poema es el aspecto formal, estructural. La poesía es una, desde el punto de vista conceptual, y tiene dos formas de representación que pueden ser el verso o la prosa. La poesía no tiene una forma especial de representarse, puede hacerse como el poeta necesite. La poesía es el elemento esencial del poema.

Cantar mexica es una edición independiente, de autor...

—He publicado mis libros porque se consumen, se compran y leen. Eso es algo difícil, es una labor mesiánica publicar la obra propia sin recurrir a las regalías. Cuando publico una obra lo hago como un acto de convicción: creo en la literatura, en la poesía, y que es una inversión generadora de felicidad, de satisfacciones.

Un artista, un artesano que no tiene convicción en su propia obra anda mal. Yo conozco poetas a quienes les da vergüenza regalar sus libros. Lo primero es la seguridad propia, no tener ningún desprecio sino una autovaloración. Yo, con mis cuatro libros—dos editados con una institución y dos de manera independiente— estoy muy satisfecho.

Son títulos que han sido editados en Chiapas y han tenido una muy buena aceptación en el Distrito Federal, donde sí hay gente que exige; además, son materiales para leer por una comunidad, esa gran casa que es México.

—Se presentan dos actitudes en relación con la publicación de un libro: considerarlo un hecho social o literario. ¿Cómo lo asumes?

—A Juan Rulfo le hicieron una pregunta, en San José de Costa Rica, acerca del compromiso del escritor con la sociedad. Él dijo que su compromiso era con la literatura: escribir bien. Eso es lo que yo exijo a los escritores, sobre todo cuando veo a los jóvenes que quieren se les enseñe a escribir, como si fuesen ciegos y deben ser conducidos de la mano por talleristas o escritores, de manera eterna.

El escritor joven debe ser primero un buen lector. Eso es lo que se aconseja siempre. Un buen lector llegará a ser un buen escritor. A los talleristas debe enseñárseles la importancia del sonido, pero también del silencio. Tan importante es escribir como no hacerlo, como aprender a borrar. Si uno tiene la capacidad de escribir con un lápiz debe haber la misma para usar el borrador.

Hay puntos que deben romperse. La eliminación del ripio, la paja o desecho beneficia la calidad. Así, planteo siempre, ante todo, el compromiso con la creación. Todo creador debe ver hacia eso. No es que sea secundaria la temática.

No hay malos temas ni fuentes malas de inspiración. Los asuntos sociales deben primero ser tratados por un poeta y después por los antropólogos, los sociólogos; o al revés, llevar los elementos sociales al campo de la poesía. Sólo en ese sentido es aceptable la inserción del hecho social: que sirva como un pretexto para llevarse a un rango estético.

—Afortunadamente abordaste otros aspectos de la escritura. El sentido de la pregunta era oponer la literatura a la vida social, propia de página de sociales que se hace de ella.

—Los alemanes dividen a los escritores en dos modalidades: el constructor y el propagandista. Este último sólo hace payasadas, es del tipo que se pasa todo el tiempo presentando un mismo libro, o una misma obra de teatro sin cambiarla porque él no puede cambiar.

El poeta debe tener otra actitud: si una de sus musas pare un hijo, las otras deben quedar preñadas. Rubén Darío dice "búfele eunuco" en su reclamo a quienes son estériles. Y, efectivamente, en Chiapas es muy dado convertir las presentaciones de libros en actos de sociedad, se invita a personas del ambiente político o cultural, y se pierde el eje central: el libro, que ni leen ni les interesa evaluar en calidad. Hay que estar en contra de esos actos de compadres.

—Finalicemos con Cantar mexica, ¿Plantearías algún detalle de lectura y apreciación?

—Para leer Cantar mexica no se necesita ninguna guía, pero sí hay que ver que la ruta es señalada, en tiempo y espacio, por los epígrafes. Estas breves referencias bibliográficas dicen qué moldea la estética del momento, el tiempo, el ritmo.

Por ejemplo, ¿quiénes son los que llevan al lector a aclarar dónde estamos ubicados? Vemos que puede ser el Popol Vuh, el Rabinal Achí, el Códice Borgia, los libros del Chilam Balam y uno actual, de Gonzalo Aguirre Beltrán, que resume un momento de la inquisición.

Cantar mexica no debe leerse como una obra mía, sino como un tema recreativo donde el personaje es el eterno mexicano: el México antiguo, un tema inagotable.

*Publicado en Expreso Chiapas.