DAVID SANTIAGO TOVILLA
En días pasados, en la ciudad de Oaxaca, la colocación de una escultura en un lugar público fue sometida a consulta popular. Una asociación protectora del patrimonio cultural, encabezada por el famoso artista plástico Francisco Toledo, manifestó su férrea oposición a que la representación escultórica de El Quijote de la Mancha, donada por un publicista, se colocara cerca de un acueducto colonial.
El
conflicto llevó a la decisión de someter a referéndum tanto el valor estético
de la escultura como la aceptación o no para su ubicación. El reporte final le
reconoció ciertas cualidades artísticas, pero le fue negado ocupar e1 sitio
pensado originalmente.
Un
hecho sin precedentes en el país. Los sucesos de Oaxaca sirven de inicio para
la conversación con Manuel Velázquez, el pintor más sobresaliente de la nueva
generación de creadores plásticos chiapanecos.
Velázquez
ha merecido reconocimientos de carácter nacional tanto de instituciones como de
la crítica especializada, y es el único chiapaneco que, en la actualidad, goza
de una de las becas para jóvenes creadores del Fondo Nacional para la Cultura y
las Artes.
—¿Es
viable la idea de llevar a plebiscito las obras monumentales?
—En
cuanto las obras tienen un carácter público, creo debe intervenir la conciencia
colectiva para su selección; claro, siempre y cuando se tenga una conciencia
visual ya trabajada, manejada, educada. Los plebiscitos tienen validez cuando
el voto de las personas está respaldado por el conocimiento previo de aquello
sobre lo que va a opinar. En este sentido, un conocimiento acerca de las obras
de arte sería lo ideal para instrumentar este mecanismo aplicado en el estado de
Oaxaca, lugar donde, sin duda alguna, con el trabajo realizado por Francisco
Toledo hay una conciencia estética en la población.
Desde
luego, los plebiscitos pueden llevarse a cabo cuando las obras son públicas. Cuando
son privadas no es necesario; cada uno elige qué quiere colgar en su casa. Las
galerías también exponen lo
que consideran, la calidad que está a la altura de ellas, sin irse a
plebiscito.
—¿En
Chiapas podría realizarse?
—No,
porque no existe una conciencia visual. La gente se iría por una cuestión de gusto,
pero sin fundamento en una educación estética. En Chiapas un plebiscito daría posiblemente
resultados erróneos.
—Dices
que no existe formación colectiva. ¿Qué habría por hacer para, por lo menos,
sentar las bases hacia ello?
—Una
formación estética en una sociedad es un trabajo de años, que requiere muchos
esfuerzos. Obviamente, parte de esta gran responsabilidad recae en las
instancias que el gobierno tiene.
Las
instituciones culturales, en el estado, no están funcionando como debieran. Por
eso, la educación dentro de la población es muy escasa, no sólo en artes
plásticas sino a las artes en general.
Se
requiere una revisión de lo que se ha llevado a cabo, y deben surgir nuevas
propuestas de cómo debe conducirse la cultura en el estado.
—¿Sobre
qué base haces el señalamiento? ¿Puedes particularizar en el área de tu trabajo?
—Los
espacios que ofrecen las instituciones culturales no son los adecuados para
albergar exposiciones importantes. No contamos con una infraestructura y
galerías o museos que cuenten con una calidad recomendable para traer obra de
artistas importantes.
Esa
es una de las mejores maneras de educar a la gente visualmente: traer el
trabajo de personas con renombre y calidad. En Chiapas no existen consejos de
galería, tampoco ideas de selección para la obra plástica. Parece ser que el
concepto de democracia está mal entendido, porque con ese falso argumento se
expone cualquier cosa, aunque no reúna los niveles de calidad necesarios.
Igual
se exhibe el trabajo de una persona con tres días de agarrar un pincel que a
quienes tienen cuarenta años dedicados a la plástica. Eso no educa a la
población. No se proporciona un parámetro para aquello que vale la pena ver y
el trabajo de un principiante. Esta práctica no educa.
También
debe haber una apertura. Pareciera que la única preocupación es promover lo producido
en el estado. Se olvidan de que el arte es universal, que el abrirse a otras maneras
de expresión y comunicación no es empobrecerse. Los regionalismos en la cultura
son nocivos, son una de las expresiones del retraso.
Resumiendo:
no hay infraestructura, no hay selección como en cualquier lugar del mundo, y
no existe la proyección hacia la universalidad del arte.
—Regresemos al trabajo para su exposición en
lugares abiertos. En la capital de Chiapas hay producciones que, hasta donde se
sabe, no pasaron por un consejo de selección. U otro mecanismo. Por mencionar
cuatro casos: los murales de Shinobu Tobita, en el mercado "Díaz
Ordaz"; los murales de Manuel Suasnávar, en el palacio municipal; el mural
en cerámica de César Corzo, situado en la parte exterior del Centro Estatal
para la Cultura y las Artes; y la escultura de Sebastián, en el libramiento sur
de la ciudad, cercana a la zona de Terán. ¿Cuál es tu opinión de ellas?
—En
el caso de todos estos trabajos, antes que una selección del artista por su
calidad estética ha imperado el amiguismo, el compañerismo: una cuestión
política. De principio, el saber esto nos indica que nos enfrentamos
visualmente a obras
que no tienen las cualidades estéticas necesarias porque su selección fue
política y no visual.
Los
murales de Suasnávar, Tobita y Corzo carecen de lo mínimo que debe tener la
obra de arte: la técnica. En los tres, la técnica da mucho qué desear; las
proporciones de
los dibujos, la composición del trabajo es deficiente.
Por
otro lado, lo que podría salvar a los tres trabajos sería la temática; pero, en
los tres autores el tema corresponde más bien a intereses políticos: son
panfletos.
Un
tercer punto para evaluar una obra de arte es su propuesta visual; en ese aspecto se quedaron en murales
que pudieron
ser pintados en la época de Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Al faro
Siqueiros. No corresponden a nuestro momento histórico.
Como
propuesta estética no proponen
nada. Repito: técnicamente malos,
visualmente no son propositivos y el tema persigue intereses políticos y no
artísticos.
En
cuanto a la escultura de Sebastián, sí de renombre, pero, al igual que los
murales, la producción que permanece en Tuxtla Gutiérrez obedece a un asunto
político. El entonces presidente Carlos Salinas le solicitó las esculturas Solidaridad
y el creador elaboró las esculturas sin tornar en cuenta dónde se colocarían,
sin estudios específicos.
—Esa
y otras esculturas fueron hechas en serie.
—Sí,
Sebastián hace series porque su interés prioriza el aspecto económico ante el
estético.
—Manuel,
los trabajos ya están allí. Marcan, quiérase o no, un modelo. Educan hacia una
idea de arte, aunque, desde tu punto de vista, no es el cualitativo…
—Yo
no aconsejaría removerlas porque se corre el riesgo de que, en futuras épocas,
se tome este criterio para remover obras de importancia histórica. Los trabajos
que comenté ya fueron destinados para estos lugares y no hay más que señalar
los errores para que la gente esté consciente de qué va a ver.
En
adelante debe consultarse la opinión de especialistas, hay muchos a nivel
nacional que pueden venir a avalar o no con su criterio la hechura de algo.
—De
los trabajos públicos no mencionados, ¿Tienes algunas recomendaciones?
—No
conozco obras recomendables salvo una que está en San Cristóbal de Las Casas.
Se trata de los murales de Carlos Jurado, en la Facultad de Derecho.
—¿Porqué?
—Ya
mencioné tres aspectos que pueden aplicarse a este trabajo. Jurado maneja muy
bien el aspecto técnico; no eligió un tema político o histórico como se
acostumbra, simplemente plasmó lo que pinta en sus cuadros y eso lo libera de
realizar un libelo; su propuesta estética es diferente a la de los murales
comunes que repiten las de los tres grandes muralistas mexicanos.
—La
no existencia de obras de calidad es un indicador
—Indica
que no se está apoyando realmente a los creadores. No hay un verdadero programa
de apoyo, no hay continuidad. No se está promoviendo a gente que pudiera tener
un buen nivel.
Todo
se inicia con la educación, con un buen planteamiento educativo. Decía al
principio que la formación cultural es un trabajo de años. Oaxaca, con el
esfuerzo que ha hecho Francisco Toledo, aún tiene carencias que el mismo pintor
ha señalado; Jalapa, sin una personalidad como la de Toledo, pero con una
tradición cultural de mucho tiempo igual está haciendo su esfuerzo. El estado
de Chiapas es culturalmente inferior, por tanto, su esfuerzo debe ser mucho más
grande.
-Bueno,
hay apoyos parciales. En la actualidad aún funcionan las becas del Fondo
Estatal para la Cultura y las Artes.
—Hasta
ahora, lo que he sabido de la gente que está siendo apoyada es que hay quienes
no están cumpliendo con el programa de beca. Hace falta un seguimiento, una
evaluación periódica de los proyectos, para que no se caiga en la tentación de
no llevarlos a cabo y de hacer cosas personales con ese recurso. En caso de
volverse a realizar, merecería una mejor selección de los becarios.
Debe
retomarse la dinámica de las becas de la federación. Se hacen revisiones
continuas. Aparte de conocer los avances, hay la posibilidad de enriquecer los
proyectos con tutores académicos o la opinión de los otros becarios. Todos
salen ganando. El dinero que el pueblo ha dado con sus contribuciones se
aprovecha mucho mejor; es lo ideal, no beneficiar a los amigos sino a la población.
No
hay soluciones totales. Las becas
son un posible aspecto de solución a las carencias visuales, de calidad estética.
Hace falta una verdadera Escuela de Artes Plásticas, con personal humano,
materiales y equipo idóneos para una buena educación artística. Se requiere
atender puntos ya señalados como la infraestructura y el intercambio cultural: se deben
traer artistas, pero también promover a los creadores locales fuera de la
entidad. El hecho de que los artistas locales puedan emigrar enriquece a todos,
porque ellos
regresarán
con obra ya madura,
ya confrontada con otros niveles
de pensamiento.
Sería
muy enriquecedor tener la posibilidad de enviar a los artistas a prepararse y
confrontar su material fuera del estado. Además, daría un verdadero parámetro
para saber cómo estamos. Todos están acostumbrados a los cebollazos, a
alabarnos dentro del estado, en un círculo de adulaciones: ''tú me caes bien,
todo está bien".
Salir,
confrontarla con otra realidad. Hay mucho por hacer. No solamente las becas van
a resolver el problema.
—Independientemente
de las condiciones, más depende de individualidades que aspiran a hacer algo
serio, profesional, el continuar...
—Cuando
hay talento, necesidad de decir cosas, de crear, de proponer, surgen los personajes
a pesar de todo, a pesar de una mala política cultural, a pesar de la falta de
apoyo.
Siempre
ha sido así. Los grandes artistas se han formado en las adversidades, fuera de
los patrones establecidos por el Estado. En estos días se llevará a cabo una
exposición de escultura y pintura de chiapanecos, en Jalapa, como una señal de que grupos
independientes se están moviendo fuera del dominio del Estado, fuera de su
complacencia, y lo hacen a través de su creación, presentando rasgos que pueden
ser señalados como aciertos
en su trabajo.
Eso
podría ser otra de las soluciones: que las personas se empiecen a mover de manera independiente; esto
pondría en evidencia la carencia de una verdadera propuesta institucional
cultural.
Lo que tenemos ahora en el estado es una cultura centralizada, manejada solamente por un grupo que ostenta el poder y lo hace de una manera arbitraria: únicamente beneficia a quienes agachan la cabeza y aceptan sus propuestas.
El
término adecuado
aún está en discusión: monopolio, mafia, oligarquía, pero cualquiera que sea la
palabra debe señalarse…
*Publicado en Expreso Chiapas, en dos partes: 16 y 17 de mayo de 1995.
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