DAVID SANTIAGO TOVILLA
En el quehacer artístico predomina la abulia. Los días se
suceden sin que se observe hechos de gran relevancia. Se sigue cierta inercia.
Frente a esa situación no puede pasar desapercibida una exposición como la de
Patricia Martín: Colores al natural.
La muestra reúne material fotográfico de Martín, en composiciones
y alcances que con dificultad pueden verse en la entidad. El trabajo de la
fotógrafa no se reduce, como es usual, a encontrar el ángulo preciso para
recuperar lo que la naturaleza elaboró o aquello que más bien obedece a un
mérito de otros para preparar la escenografía, o bien a las bondades que ofrece
un excelente equipo fotográfico.
Patricia Martín es precisamente lo opuesto a esa retórica y
falso carácter artístico. La exposición instalada en el Foro Cultural
Universitario habla de esa otra palabra tan manida y no siempre tangible en la
obra: la búsqueda.
No es lo mismo hacer pasar bajo esa noción un conjunto de
elementos justificadores de una actitud inconsistente que trabajar con
minuciosidad por explorar todas las variantes de un tema o una técnica.
Quien aprecie adecuadamente el trabajo de Martín puede tener
ojos para valorar lo que le rodea y decir con suma facilidad en cuántas
ocasiones puede hablarse de una indagación. No en mucho, desde luego. En esa
dimensión, Colores al natural duplica su importancia. Para un lugar como
Chiapas, y en particular Tuxtla Gutiérrez, la presentación de la obra de Martín
sí cumple con el objetivo no siempre antepuesto de contribuir a la educación
visual y estética de la población que verá una exposición.
Ahora, la convivencia con la producción de Patricia Martín
no es reciente. En el contexto chiapaneco hasta es parte de las anécdotas que
conforman la experiencia de la revista cultural Sinapsis.
Hace un año, en septiembre de 1994, la publicación concedió
su portada a una de las tomas que se exhibe en Colores al natural. En
una semana de circulación, los responsables fueron llamados por la Comisión Calificadora
de Publicaciones y Revistas Ilustradas para que dieran una explicación por la
inclusión de un desnudo
en el frente.
La foto muestra el vello púbico de la modelo sin ser éste el
motivo principal, como pueden ver quienes visiten la exposición y le observen
en el verdadero contexto en que le incluyó Sinapsis: aparece con el
nombre de "Que viva México".
La recomendación de las autoridades fue en el sentido de
abstenerse a incluir algo semejante porque, de ser así, la revista tendría que
llegar a los puestos encerrada en una bolsa de plástico y con la leyenda "Prohibida
su venta amenores de 18 años".
Desde luego, los actos de censura no cohíben a los creadores
sino les indican que no están equivocados y Patricia Martín puede enorgullecerse
con el suceso.
Desde entonces, quedaba constancia de la preocupación de la
fotógrafa por enseñar un sentido más allá del pretexto y la moda del erotismo
que alcanzó estadios imaginarios durante el año pasado.
La concepción es otra, lo dice la autora: "Actualmente
el acto de fotografiar no se limita a reproducir el mundo de los fenómenos
visibles, ya no es un espejo que reproduce pasivamente la realidad, sino que
también la altera y transforma creando una imagen según un orden mágico-poético".
Patricia Martín no se limita a la exhibición de cuerpos
mayoritariamente femeninos. No son el motivo central para atrapar al
espectador. En sus fotografías todo habla. Los cuerpos son un elemento, un
color dentro de los otros que ella trabaja y registra.
Se trata de fotografía, dibujo y pigmentación: un matiz
rojizo para la mujer que yace en "La siesta", o aquel que colorea
parte de las nalgas de "La sirena". Se ha dicho hasta la saciedad: el
erotismo no se reduce a la genitalidad, ésta es tan sólo una parte de aquél.
Las fotografías de Martín lo subrayan. Lo dejan claro al consignar imágenes al
mismo tiempo elaboradas, pero de un mensaje visual llano y natural, auténtico.
En efecto, como ella expresa, no es el simple registro: hay
trazos, tonos, colores que remarcan determinada significación, en especial
véase "Carita de sol" y" Ángel"; en el primero, las
titilaciones del astro rey, en el segundo, las ondulaciones muy vivas de la
nubosidad azul.
En ese color hay otro de los trabajos dignos de
ejemplificar: "Azul pintada de azul", al diluir la imagen central del
cuerpo no se precisa allí el mérito si es sólo agua que cae y la imaginación
confecciona el cuerpo de una mujer o ésta se baña y casi desaparece en las
aguas corrientes. Efecto que, como en varios de los trabajos de Patricia
Martín, apuestan a la imaginación, no a la realidad.
Dejar de ver esta exposición es negarse a dirigir los ojos
hacia la policromía y conformarse con el sepia al que quiere reducirse nuestra
realidad cultural.
*Publicado en Expreso Chiapas.
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