“Tiempo de matar” de Joel Schumacher


DAVID SANTIAGO TOVILLA

Tiempo de matar confluye en esa corriente que se ha dispuesto a reflexionar en tomo a la pena capital en los Estados Unidos.

Tiempo de matar es un largometraje de escenas predecibles y papeles esquemáticamente definidos pero que sus resultados están más allá de esas particularidades. La película se desarrolla en tomo a un juicio derivado de una secuela de violencia.

Dos jóvenes blancos, en una borrachera, violan, golpean y creen matar a una niña negra de diez años. Son detenidos, pero todos saben que pronto saldrán libres. Ese conocimiento de la aplicación parcial de la justicia lleva al padre de la infanta a exterminar a los hampones, aun dentro de la propia corte. Se entrega sin más y la mayor parte de la cinta se dedicará a las etapas del juicio por declararlo inocente o culpable.

El reparto incluye a Sandra Bullock, aquella protagonista de La red, quien no tiene un papel primordial pero que el designado es suficiente para su buen desenvolvimiento. Aparece Kevin Space a quien se recuerda en los papeles del homicida de aguda inteligencia para el crimen en Seven y repitió en Sospechosos comunes. Ahora es un abogado, el fiscal, que participa en las complicidades, desviaciones, corrupciones e intereses del poder y la justicia.

En Tiempo de matar se estrena a Matthew Me Conaughey quien lleva el papel central de un abogado inexperto pero decidido cuando ha resuelto tomar el caso, sin importar las consecuencias como el arriesgar su vida y su matrimonio,

En Tiempo de matar hay varios ejes paralelos. Realiza una crítica al racismo y señala el carácter anacrónico de actitudes intolerantes. La presencia de Ku-klux-klan está contextuada en la violencia, la cerrazón y el mero impulso exacerbado como motor. Existe un intento por dar voz a todos y no asumir un punto de vista que comparta el discurso técnico de la ley. Se intenta decir que el escenario cambia en relación directa con el color de la piel. Las atrocidades cometidas con la menor causan una relación u otra si ésta es negra o blanca. Es indicativo que antes del apasionado soliloquio del abogado defensor la mayoría del jurado considera culpable al acusado y que, posteriormente, de su veredicto de absolución.

A pesar del reparto y de que es un tema que da para mucho y aunque la revisión aspira a ser una perspectiva humanista, la película tiene muchos detalles que le disminuyen. Hay personajes innecesariamente remarcados: el coraje del hermano de uno de los blancos ajusticiados; el rosa acucioso de la relación entre la esposa y el abogado incapaz del menor desliz ante la guapa Bullock, al efecto su auxiliar en el caso; el final feliz de impuesta convivencia entre una familia blanca y otra negra; los movimientos de cámara que registra la felicidad de la negrita y su papi cuando se encuentran a la salida de la Corte. Problemas derivados no de una buena o mala actuación sino de la concepción en el libreto.

Sin embargo, si en cartelera no hay algo más que Tiempo de matar la cinefilia puede conformarse con ella.