“Contacto” de Robert Zemeckis


DAVID SANTIAGO TOVILLA

Contacto de Robert Zemeckis es una cinta que si no ingresa a la consideración de un cine destacable tampoco es una cinta mediocre. No es una más del cúmulo de banalidades que inundan las pantallas.

La fuerza de la película reside en sus conexiones con la realidad y son los apuntes autobiográficos del astrónomo Carl Sagan. Desde luego, en la evaluación de la cinta hay que descartar recomendaciones del tipo de Jaime Maussan que buscan justificar programas de difusión amarillista. La película es la adaptación de un best seller del extinto investigador y está dedicada a él.

Contacto es una síntesis de la actividad, postulados y entorno en los que se desenvolvió Sagan. Las referencias a la realidad son, por ello, un pilar de la película. Sobre esa base la cinta muestra aspectos de una rama de la investigación científica y no se limita a impresionar al espectador. Los efectos especiales, en esa medida, están dosificados y se agradece sean los necesarios en el momento adecuado.

La historia en sí no se reduce a una científica quien logra su máximo objetivo en un proyecto en el que ha invertido su vida y su carrera profesional. Sagan lo que hace es atraer hacia el mundo de la radioastronomía. Si algo subrayó el novelista es su fascinación, razones y expectativas, sobre esa parte de la astronomía que estudia el universo a través de las ondas de radio que llegan a la tierra.

Más que manejar códigos de veracidad coloca todos los elementos del mundo particular de estos astrónomos especializados. La primera parte de Contacto registra tomas del observatorio Arecibo en Puerto Rico donde existe el radiotelescopio más grande del mundo, construido en una hondonada natural. La referencia es concreta, incluso como parte de los diálogos sostenidos por los protagonistas Judie Foster y Mathew McConaughey.

Algunas escenas se explican en función de lo que ocurre en realidad: las ondas de radio del espacio rebotan en la antena de Arecibo y se concentran en la plataforma de detección que está suspendida encima de ella. Aunque permanece inmóvil, el telescopio puede observar una parte sustancial del cielo.

La rotación de la tierra hace girar su campo de visión de oeste a este alrededor del cielo y el detector puede hacer girar el campo de visión de norte a sur. Por eso la Foster, en su papel de la científica Ellie Arroway, monitorea las emisiones a distintas horas aún en la madrugada y no porque sea de noche cuando los mortales no involucrados veamos las estrellas y el cosmos.

La segunda parte de Contacto invariablemente se realiza en el otro centro más importante de recepción de este tipo de ondas: las instalaciones del radiotelescopio VLA de Socorro, Nuevo México, en Estados Unidos. Aquí los veintisiete platos que reciben señales individuales se suman para obtener un elevado rango de calidad en lo que se percibe. Por algo es allí donde —ya en el terreno de la historia fílmica— se recibe una señal que posibilita el contacto con los seres de otro mundo. Por cierto, otra de las tesis reiteradas de Carl Sagan: de no existir vida afuera de la tierra sería un gran desperdicio del espacio universal.

Algo más, si no fuera suficiente el ambiente de la radioastronomía, Contacto aborda los aspectos de la exobiología, el estudio de las condiciones necesarias para ayudar al desarrollo independiente de la vida fuera de la tierra y dentro de la cual el proyecto más importante en la historia mundial es el BIE, aludido en la película.

El nombre real del programa fue Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre, auspiciado por la NASA desde1992. La información disponible señala que el objetivo del proyecto fue examinar las emisiones radioeléctricas procedentes de mil estrellas cercanas que se asemejan al sol. Elementos todos que son minuciosamente señalados en el largometraje aún en detalle como el de la supresión de fondos gubernamentales, en 1993, y su posterior sostenimiento, hasta la fecha, con donaciones privadas.

Con todos estos elementos, se demuestra cómo Carl Sagan lo que en realidad hizo fue describir sus experiencias de toda índole en lo que él mismo contribuyó a dar el estatus de disciplinas científica: la exobiología o la búsqueda de vida extraterrestre.

Los apasionamientos pseudocientíficos y las leyendas sobre el asunto nada tiene que ver con esto ni con el filme de Zemeckis. Por ello, el filme se aleja de lo anodino. Contacto no es ciencia ficción, pero tampoco es una invención de un guionista o mucho menos la simple zaga del cine de extraterrestres que tuvo una variante y una producción de interés en la reciente Hombres de negro.

Judie Foster se desenvuelve bien; todo lo contrario de Matthew McConaughey, quien encarnó un personaje forzado. Contacto debe verse sin prejuicios que lleven a la descalifica­ción, pero también sin la creencia ciega y obse­siva que luego se escucha por ahí. El contexto es el de la ciencia: ciertas teorías, los agujeros negros, el lenguaje universal de las matemáticas.

*Publicado en Diario Popular Es!