“Mimic” de Guillermo del Toro


DAVID SANTIAGO TOVILLA

Por fin llegó el filme de Guillermo del Toro: Mimic. La primera aseveración es que no se corresponde con la expectativa creada en torno a la película que quiere presentarla como una excelente cinta de horror y ciencia­ficción; cuando, en realidad es un trabajo que se limita a satisfacer el esquema del primer género y tiene que ver poco con el segundo.

La indulgencia a un connacional no es lo más adecuado para apoyarle. La crítica mexicana se midió con Guillermo del Toro en esta nueva producción realizada ya en el primer mundo: en los estudios de la estadounidense Miramax.

Pero se ha hecho del mismo modo que con Salma Hayek: se pondera que ha triunfado en Hollywood, pero se disimula que lo ha hecho con películas anodinas sin valor cinematográfico más allá de la intención comercial. Del Toro cruzó la cortina del nopal y se colocó en la gran industria para repetir esencialmente su trabajo realizado en su exitosa película Cronos.

En Mimic los insectos antropomorfos, de nueva cuenta, poseen un poderoso aguijón con el que matan. Existe una escena que repite la más recordada de Cronos, cuando a Federico Luppi le oprime y sangra la mano un raro artefacto metálico. En Mimic a la actriz Mira Sorvino le ocurre algo similar con uno de los insectos ahora utilizados.

Aparece, también, la figura y relación de una persona de la tercera edad con un niño, en donde se reproduce casi con exactitud física el mismo personaje de su largometraje anterior. Con esto se parte para decir que el espectador observa una extensión del tono, las preocupaciones y hasta las circunstancias temáticas de Guillermo del Toro, sólo que ahora con recursos económicos y la tecnología apropiada.

La construcción temática de Mimic es elemental: en la ciudad de Nueva York se presenta una epidemia que mata a los niños. El virus es portado por las cucarachas. Mira Sorvino, en el papel de la doctora Susan Tyler, realiza un experimento genético con termitas.

El nuevo ser tiene efectividad al exterminar sin problemas a los millares de cucarachas de las cañerías de la ciudad. Los insectos creados tienen un tiempo de vida de seis meses. Sin embargo, la duda existe y tres años después se tiene que han sobrevivido y evolucionado para semejarse al ser humano. El acento de la película está en la comprobación, búsqueda, encuentro y extinción de estos seres por parte de los científicos.

Sin embargo, Mimic no se aleja demasiado de lo ya visto no hace mucho en La reliquia. En esta película también se habló de un asesino resultado de una mutación y, por igual, de la experimentación científica. Esto es: no hay variantes esenciales. Lo que ocurre es la explotación de un tema, ahora, cuando se han incrementado los trabajos y descubrimientos genéticos y que se han puesto de moda términos como la clonación, aunque dicha actividad científica no sea reciente.

Lo que debe agradecerse a Guillermo del Toro es su conciencia de lo que consiguió: una película tradicional de horror en la que no se añade nada nuevo, ni se exageran los perfiles o se atiborra de seres inverosímiles, escenas sangrientas y demás, sino que el atractivo es la ambientación que atrapa, en determinado momento, al espectador.

En una entrevista concedida por Del Toro, en el estreno de Mimicen México, expuso: “El guion no es una perfección en ningún sentido. Era un guion difícil de hacer y sinceramente cuando te encuentras una pagina de guion ala que le falto algo, pero estás a punto de filmarla, tu deber como directos es solucionarla lo mejor que puedas y la solucionas con tus herramientas como directos, cono con tus herramientas de guionista.

“Creo que la película que cuento es más la película de las imágenes que de la anécdota, creo que Mimic tiene la posibilidad de vivir en tu memoria más por las imágenes que por lo que cuenta”. La conclusión es evidente.

*Publicado en Diario Popular Es!