"La flor de mi secreto" de Pedro Almodóvar


DAVID SANTIAGO TOVILLA

La flor de mi secreto da cuenta: de las desventuras y alegrías de Leo Macías, (Marisa Paredes) una escritora que publica novelas de amor, bajo el seudónimo de Amanda Gris.

Leo atraviesa en esos momentos la peor circunstancia de su vida y es el eje de toda la historia. Paco, su esposo, es un militar de alta graduación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, quien se ha marchado de manera voluntaria a las instalaciones militares en Bruselas. No visita a su mujer, tampoco acostumbra a hablarle por teléfono y cuando ella lo, hace le molesta.

Las tribulaciones de Leo han incidido en su escritura. Es incapaz de producir esas novelas por encargo, de acuerdo con una normatividad vigente: nada de política y final feliz, entre sus características. Ella continúa en su escritura, pero se reduce a producir novelas, negras llenas de muerte y dolor, más acordes con la realidad y con una literatura que no busca la evasión ni el mero divertimiento.

Los trabajos de Leo, por tanto, no tienen cabida en la editorial que le ha hecho jugosos adelantos económicos y son rechazados. El punto es predecible: existe un contrato y retraso de cinco novelas por entregar. La demanda penal es inminente.

EI director quiere hacer de Leo Macías una clásica chica Almodóvar: una mujer inerme, casi histérica, llena de manías, que se aferra desmesuradamente a una pasión que no le corresponde.

Sin embargo, con ese ánimo La flor de mi secreto se concentra en la búsqueda de alternativas para Leo. Pero la cinta no es pareja. Se percibe la vacilación de Pedro Almodóvar entre realizar una comedia técnicamente más sólida y en continuar con la parodia, la farsa sin que logre el equilibrio.

Almodóvar se queda en medio. No repite en su totalidad su estilo, pero tampoco da el salto a otra propuesta novedosa. Por el contrario, existe un cúmulo de detalles que revelan a un director más por atender sus preocupaciones personales, por su identidad como cineasta que, en demostrar su grandeza como tal, mediante un producto nuevo y superior.

Hay en La flor de mi secreto aspectos innecesarios que, en una lectura general, resultan forzados como las escenas de una representación de flamenco, con Joaquín Cortés; o bien unas secuencias anodinas como ésas en donde intenta rescatar a las tejedoras de encaje de la región de La Mancha.

Almodóvar mete a Leo artificialmente entre las mujeres que tejen y chismorrean en el patio, incluso cantan. Las fallas de dirección y del guion son tales que, en lugar de hacer partícipes a las entidades, Almodóvar construye imágenes que, resultan demasiado folclóricas propias de un turismo, cinematográfico.

Nada que ver con el mejor Almodóvar recordado por su destreza en el humor negro. Esta comedia es muy inferior en el escenario actual del cine español donde han surgido, directores como Alejandro, Amenábar de quien su exitosa película Tesis se vio en la Muestra Internacional de Cine del año pasado.

Los problemas de Almodóvar como director están gravemente acentuados. Recurre a las referencias para darse soporte: las a la escritora Djuna Barnes o a Juan José Millas; el uso de lo que empieza a ser cliché: la asociación del cineasta con la cantante mexicana Chabela Vargas que aparece en una toma televisiva.

Es asombroso cómo Almodóvar no logra hacer, por ejemplo, del periódico español El país un elemento de su cinta y le deja como un compromiso consigo o con la empresa para realizar algunas tomas en parte de sus oficinas de Miguel Yuste No. 40. En fin, como ésta hay referencias situadas de por sí en la cultura general y es innecesario decir: España es esto y lo otro.

Pero, vayamos más allá. Pedro Almodóvar abruma con ese periplo de Leo al sufrir porque su marido la ha dejado por otra. La historia, en su esencia, ya nos la había narrado el mismo cineasta en su película Mujeres al borde de un ataque de nervios.

Es indudable que el director enfrenta al realizar esta cinta un lapsus lamentable, pues nunca debió dejarse arrastrar por tantas similitudes en ambas tramas o quizá sea a propósito debido a que Mujeres… es considerada, corno su despegue internacional.

Una cinta floja, quebrada, que por momentos quiere levantarse y, por otros cae en niveles deplorables, tan ínfimos casi como ver una telenovela y no un largometraje.

Lo más destacado es la actuación de Marisa Paredes en su papel de escritora de novelas rosa, quien demuestra que una dama madura puede estar en el mejor momento de su carrera. Pero fuera de ello se trata de una cinta gris que no agregará nada a la filmografía almodovariana.

*Publicado en Expreso Chiapas.