Jaime Sabines y la necesidad de una política de Estado

DAVID SANTIAGO TOVILLA

Este 19 de marzo, se cumplieron diez años del fallecimiento del poeta Jaime Sabines. Así, con un solo adjetivo y no como lo instituyó errónea y absurdamente el Congreso de Chiapas: poeta y escritor. Acorde con la denominación de 1999 como su año, se realizarán diversas actividades habituales como conferencias, lecturas, proyección de videos. 

La pregunta es: ¿después de que todo eso termine, tras una semana de paseos, visitas, oxigenación a mafias culturales, declaraciones, fotos, convivios, qué quedará? Lo de siempre. Jaime Sabines continuará sin ser, en su estado, un elemento esencial, ineludible, tangible de la vida de la entidad. Lo explico mejor. Cuando uno visita Chile, piensa en las maravillas naturales de aquel país sudamericano, pero también se plantea disfrutar el entorno vivo de poeta Pablo Neruda. Uno visita la Isla Negra, La Chascona o La Sebastiana, sus casas museos y entiende por qué Neruda es un poeta del que se ha apropiado la nación. A Chiapas se le visita por sus atractivos naturales. Se menciona a Jaime Sabines como parte de la información de la entidad; pero, hasta el momento, no constituye un hecho en sí. Aún falta, asumir una política de Estado para hacer de Jaime Sabines el poeta de Chiapas, permanentemente, más allá de las anécdotas y de la coyuntura política.

A pesar de provenir de un partido de derecha, Felipe Calderón puso un ejemplo de una acción que va más allá de enaltecer cofradías y limitarse a un mundillo que, por cierto, Jaime Sabines rechazaba. En el acto de homenaje nacional a Carlos Fuentes por sus ochenta años de vida, el presidente anunció que el gobierno federal editará uno de los libros de Fuentes, que se entregará a más de un millón de estudiantes de secundaria "para que los jóvenes se acerquen a la obra de un escritor de mirada universal que ha ampliado la visión de los mexicanos". 

El volumen que será entregado a los alumnos del tercer grado de educación media es nada menos que El espejo enterrado, una inigualable revisión de México y su esencia hispanoamericana que, en efecto, todo estudiante debería conocer. Calderón apuntó una decisión de Estado hacia uno de los problemas que suele ocurrir con grandes autores. Como bien ha apuntado Eduardo Hurtado en Letras Libres, en el caso de Sabines: “En nuestros días, en México, no hay un poeta más popular que Jaime Sabines. 

Una popularidad engañosa: su obra se conoce muy parcialmente, en buena medida porque sus admiradores no lo leen y sólo acuden al Recuento de poemas para buscar los versos consabidos, los que se publican en periódicos, revistas y panfletos, se reescriben en bardas, se citan en bares y en las fiestas: “los amorosos nunca duermen…” pero quienes de veras lo leen siguen siendo unos cuantos”.

De manera similar, a lo hecho con el gobierno federal con Carlos Fuentes, los estudiantes de preparatoria de Chiapas pudieron haber recibido, un tiraje especial de la selección de la poesía de Sabines hecha por Mario Benedetti. Pero ésta y muchas otras acciones seguirán en espera de que se establezca una verdadera política de Estado para mantener vigente al mayor poeta de Chiapas.