"A la orilla del cielo" de Fatih Akin


DAVID SANTIAGO TOVILLA

La película A la orilla del cielo, abrió la 50 Muestra Internacional de Cine se exhibe, por estos días, en las instalaciones del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, de la capital de Chiapas. Sin embargo, al revisar la cartelera de este viernes, la grata sorpresa fue que esta cinta coproducida por Alemania, Turquía e Italia se proyecta en las tres salas del conjunto Cinépolis, en Tuxtla Gutiérrez. 

En horarios que van desde las 11:30 de la mañana hasta las 9:10 de la noche, dependiendo de la sala. Es decir, las oportunidades de verla son variadas y lo mejor es que estará, por lo menos una semana hasta la próxima rotación de las películas.

A la orilla del cielo es de esas películas que, de principio a fin, deja reflexiones. No por los discursos que contenga o los comportamientos de los personajes, sino porque tiene la capacidad de conducir nuestra mirada y atención hacia temáticas de la vida actual. No comentaré la trama porque, ahora, muchos sitios del internet lo hacen.

Fatih Akin recrea un conjunto de circunstancias hasta insospechadas, tal como suelen ser los hechos cotidianos en este mundo enormemente interrelacionado. Hay, en A la orilla del cielo tratamiento de la migración y el diálogo entre culturas como la turca y la alemana. Hay otros tópicos, tratados de manera equilibrada. 

Presenta el idealismo de una joven activista política perseguida porque su organización es radical, extremista y “terrorista” según las autoridades, pero también desnuda las mezquindades, desviaciones y peligros que rodea dicha militancia. Hasta se da tiempo para dar la voz a otra generación madura y con objetividad política. Las aristas políticas del filme se tocan con ejemplaridad.

Otro mensaje que cruza la cinta es que no todo en la vida está relacionado con las decisiones de las personas. Las circunstancias determinan un destino, una ruta, un final. No todo puede controlarse porque la complejidad de los individuos o de la sociedad termina esculpiendo los caminos individuales. 

Como bien apunta Octavio Paz, cuando se define decididamente taoísta: “Hay conflictos que jamás se resuelven por nuestra intervención personal. Las cosas se resuelven por sí mismas. Y nos ‘resuelven’”.

A la orilla del cielo coincide en la respuesta que planteábamos en otro texto: ¿Existe algo más decisivo que el sexo? ¿Hay algo capaz de generar más placer en los seres humanos? ¿Puede la sexualidad determinar la historia personal de hombres y mujeres? ¿Se puede vivir algo más fuerte como pasión humana? No, definitivamente el impulso sexual rige los comportamientos sin importar edad o preferencia sexual. 

La película parte del encuentro sexual de un aciano con una prostituta, a quien después se lleva a vivir con ella. Por eso, surge con naturalidad la relación sexual y sentimental entre la joven turca y una estudiante alemana, que es fundamental para el desenlace. La sexualidad lleva al esplendor y a la tristeza, a la alegría y al llanto, a la plenitud y a lo efímero.

Aunque el eje central de la película es otra presencia determinante para nuestra especie: la muerte. El anciano comete asesinato accidentalmente. La madre del protagonista falleció cuando él tenía tres meses. La chica turca busca a una madre que no sabe ha fallecido y, después, vive el dolor de perder a su pareja sentimental con una carga emocional que la lleva hasta a una decisión política. 

La vida se va por los caminos no imaginados en menos de horas, meses o años. La muerte esta o estará nos dice Fatih Akin. Por eso, la escena final de la cinta es un joven que se sienta a esperar a su padre a la orilla del mar. Regresará o no la circunstancia lo dirá porque unos pescadores le han comentado “No debe tardar porque el mar está picado”. Ya no lo sabemos porque A la orilla del cielo da paso a los créditos del filme.

Sin duda una excelente película por la que merece dejar por dos horas las actividades habituales e irse al cine.