ALEJANDRO MOLINARI
Imágenes voluptuosas es el libro más reciente de David Tovilla. Es un decálogo de películas eróticas. David, como si respondiera a la usual pregunta, presenta “sus” diez títulos clásicos del cine erótico. Esta selección presupone un conocimiento exhaustivo en el tema siempre apasionante de las relaciones humanas.
Este libro es un libro de espejos maravillosos. La página funciona como una pantalla virtual. Tomar el libro entre las manos es como acercarse a la taquilla y comprar u boleto, o dos si se lleva compañía; abrir el libro significa sentarse en la butaca y vivir el mundo de los sueños. Condición indispensable para ver una película erótica es hacerlo en forma solitaria o acompañado por alguien. Los cinéfilos eróticos coinciden en la incomodidad de ver una película con más acompañantes. La propia industria del cine así nos lo ha presentado. Cuando en alguna película el personaje entra a una sala donde se exhibe una película erótica o porno, vemos una sala apenas iluminada con el reflejo de la pantalla y nunca, ¡nunca!, la sala está al tope. Los espectadores están diseminados y ocupan las butacas de manera solitaria o en pareja. Siempre hay una distancia entre uno y otro espectador.
La lectura del libro de David demanda esta complicidad, puede leerse de manera solitaria o con un acompañante. El vouyerismo literario también evita el ménage à trois. Las multitudes no son buenas para la sugerencia sensual. Además, este libro obliga a leerlo, no con la luz intensa del medio día, sino al amparo de la penumbra. Hasta donde es posible el cuerpo y el espíritu deben cobijar el ambiente que se da en una sala cinematográfica.
Siempre que existe la adaptación cinematográfica de una novela se plantea la disyuntiva de si es mejor la ficción literaria o la cinematográfica. Con el libro de David no existe tal confusión: Imágenes voluptuosas es la mirada de voyeur experto que invita a disfrutar el texto y luego ver la película.
La magia de David nos instala en un espacio especial, alejado de miradas ajenas. Somos espectadores privilegiados porque podemos ver las reacciones de los demás, sus comportamientos y sus prácticas onanistas o de cómplices secretos. Pero encima de todo, podemos compartir con nuestro espíritu o nuestro acompañante las líneas de luz o de sombras que se proyectan en la pantalla. La sencillez y complejidad de la vida pasa por nuestra mirada con su velo de permanente misterio. Siempre existe un secreto en toda relación, David quita la careta y nos hace cómplices.
Como si fuese la Muestra de Cine Internacional Erótico más relevante de todos los tiempos, David nos presenta la clásica Garganta profunda, de los años setenta; así como la maravillosa actuación de Marlon Brando en: El último tango en París. De la producción cinematográfica del cine japonés aparece El imperio de los sentidos, y del cine español nos llega: Átame, de Pedro Almodóvar. Así también la última película de famoso director Stanley Kubrick Ojos bien cerrados, con espléndidos desnudos de Nicole Kidman (para los hombres) y de Tom Cruise (para las mujeres).
La Muestra incluye la clásica película francesa: Emmanuelle, con la maravillosa Sylvia Kristel; y concluye con Crash, Romance, Historia de O y Maîtresse.
El autor lleva años estudiando y gozando el tema del erotismo, por lo que se le considera un experto en la materia. El año pasado presentí dos libros con el mismo tema, uno de narrativa que se llama La vida es la suma de los instantes, y otro de ensayos cuyo título es Vislumbres libertinos.
David, en el libro que hoy se comenta, vuelve a incidir en el misterio de las relaciones interpersonales que se nutren con la neblina del sexo. Después del misterio Divino no hay misterio más apasionante que la sexualidad y David se atreve una vez más a mirar por medio de la cerradura.
*Publicado en Revista 10, número 63:
Conexiones