"Cincuenta sombras de Grey" o el triunfo del marketing


DAVID SANTIAGO TOVILLA
 

Treinta y un millones de copias es el corte más reciente de ventas de Cincuenta sombras de Grey. Es omnipresente impresa y virtual. Se le encuentra en el supermercado o en la librería más renombrada del país. 
Surgió de inmediato una versión de cine XXX no autorizada y hay especulación de los posibles artistas que la llevarán a la pantalla grande. Todos los días hay notas, en internet, que reducen la literatura erótica a este best seller.

No es el triunfo de la literatura, mucho menos del erotismo. Tan sólo es el éxito del marketing con inteligencia impulsado con exhaustividad desde todos los recursos de la tecnología actual.

Parte de los elementos del éxito es la temática sexual y la conexión con la dinámica del ambiente clasemediero. Las portadas de revistas de cotilleos se caracterizan por descubrir el acostón del momento. 

Roman Gubern dice que publicaciones y programas que explotan este morbo no debieran llamarse “prensa del corazón” sino periodismo braguetero: sólo les interesa cuándo, cómo, quién folló. Por estos días, la nota es que lo hicieron Justin Bieber y Rihanna. Las revistas femeninas también se caracterizan por las recomendaciones para el sexo o “verse sexy”. Esto es: la sexualidad vende, en especial, en el público femenino. Hay prácticas no públicas que pocos reconocerán. 

La “Encuesta anual de Sexo 2012”, publicada por la revista Play Boy México en Septiembre pasado, revela que ante la pregunta “¿Qué tan seguido ver pornografía?” las mujeres consultadas respondieron: 40% una vez al mes, 20% una vez a la semana, 2% diario y 38% nunca. Esto es: el consumo pornográfico se sitúa, en suma, en un 62%. Por algo, parte de la intensa campaña de Cincuenta sombras de Grey se centró en una idea “porno para mamás”. 

Pero esto de ninguna manera enaltece a las mujeres. Todo lo contrario, al explotar una situación para vender un producto. Apela a no lectoras, a personas que no tienen muchas oportunidades –tiempo, trabajo, responsabilidades- para encontrarse con la lectura, recurre a quienes no tienen mayores referencias de literatura libertina.

El otro elemento señalado para que conecte es explotar los ideales consumistas y aspiraciones de la clase media que puede comprar y leer el texto. No es una historia de la vida real sino un encuentro entre un millonario y una recién egresada de la universidad. 

Un chica sin chispa, boba, con mucha ignorancia y sin la iniciativa para indagar aunque sea en la Wikipedia de todo lo que le hablan. Tiene veintiún años y es virgen. Pues las mujeres no son así. En la misma Encuesta citada arriba, la respuesta femenina a la pregunta “¿A qué edad tuviste tu primera relación sexual?” es: 57% de los 17 a los 20 años, 25% de los 13 a los 16, 15% de los 21 a los 25, 3% después de los 25. 

De nueva cuenta: las relaciones sexuales femeninas se inician, en el 82% de los casos, antes de los 20 años. El universo femenino es extraordinario no estereotipado como la Anastasia Steele de Cincuenta sombras. En esa confección bien elaborada, la novela es más una revista de sociales con el montón de anuncios por doquier: “la más actual Mac”, “una enorme pantalla”, “tomó su Blackberry”.

Cincuenta sombras de Grey es un ladrillo de casi quinientas páginas pero mucho palabrerío. Rollo, explicaciones, justificaciones. Las descripciones sexuales no están mal, cuando llegan. Lo que harta es la actitud estúpida de la protagonista. 

Hasta Christian Grey llega a decir: “Lo siento. Créeme. No pretendía burlarme. Nunca he tenido esta conversación de forma tan explícita. Eres tan inexperta”. ¿En verdad quiso decirle esa palabra? Es diferente la inexperiencia de la tontería.

La ofensiva publicitaria del libro ha generado irritación e intentos por contrarrestarle. Andrea Hoyos escribió, en 2012: ¿Dormimos juntos? Esta autora declara: “Escribí porque estaba enfadada. Cincuenta sombras de Grey ha vendido millones de copias y es un libro malo en todos los sentidos. Especialmente en dos que a mí me indignan: no tiene ningún valor literario, ni vital. Me parece un texto pobre, limitado, ñoño, paternalista. El problema es llamarlo literatura: es un cuento de hadas con penetración, ropa de marca, técnicas sadomasoquistas”. 

En estos días, la editorial Planeta dio a conocer una parodia: Cincuenta sombras de Gregorio de Rosella Calabró. La autora italiana indica en el prefacio: “Quien no haya leído Cincuenta sombras de Grey podría pensar que se trata de una novela erótica. Yo creo, por el contrario, que es una novela onírica que cuenta los sueños políticamente incorrectísimos que prácticamente toda mujer tiene, a la chita callando, entre los brazos de Morfeo. 

"En esta trilogía, algunas cosas son francamente insoportables: Anastasia, la protagonista, habla a gritos, y Mr. Grey, también protagonista, gruñe; ambos llevan invariablemente ropa de diseño exclusivo; el único fumador es el malo de la historia; Mr. Grey —un marido primerizo— muestra su cariño dándole palmadas en el trasero a su esposa en público. Son este tipo de cosas las que dan escalofríos, y no las sesiones de sadomasoquismo intercaladas con cadencia regular entre las páginas grises, negras y rojas (y muy rosas) de la novela”.

La incesante maquinaria al servicio de la trilogía de E.L. James: Cincuenta sombras de Grey, Cincuenta sombras más oscuras y Cincuenta sombras liberadas hace inevitable citar una vez más al maestro Octavio Paz: “El comercio literario hoy está movido por una consideración meramente económica: el valor supremo es el número de compradores de un libro. Ganar dinero es legítimo; también lo es producir libros para el “gran público”, pero una literatura se muere y una sociedad se degrada si el propósito central es la publicación de best sellers y de obras de entretenimiento y de consumo popular. 

"A veces la popularidad coincide con la excelencia de la obra: Dickens y Balzac, Byron y Víctor Hugo, para citar unos cuantos ejemplos del siglo pasado. Sin embargo, es imposible olvidar que la historia de la literatura de Occidente, especialmente en la edad moderna, ha sido y es la de las minorías: escritores rebeldes y críticos del orden establecido, poetas y novelistas inventores de nuevas formas, artistas considerados herméticos y difíciles. La lógica del mercado no es la lógica de la literatura”.

*Publicado en Revista 10 número 166.