Bigas Luna

David Tovilla

Afamado por Las edades de Lulú, reconocido por Jamón, jamón, Bigas Luna se ha marchado al iniciar el mes de abril. 

Sin embargo, sus dos películas más populares no son los productos en donde vertió sus mejores cualidades. La primera, es la fallida adaptación cinematográfica del libro de Almudena Grandes con el mismo nombre. La segunda es una atractiva cinta que colocó en el mundo del cine a Penélope Cruz, Javier Bardem y Jordi Mollà.

Con resultados diversos, la creación de Bigas Luna tiene un lugar insoslayable en el cine español del siglo XX. Cada trabajo proporcionó algo: un momento, una referencia, un descubrimiento, un planteamiento, una temática o hasta una palabra: fue el primer director en usar un nombre tan sonoro en un título: La teta y la luna

Sólo hay dos cintas similares en nombre: La teta asustada, de 2009 y Sin tetas no hay paraíso en 2010. Pero lo fundamental es que Bigas Luna siempre proporcionó un elemento que llegó a marcar generaciones.

Se apuntaba líneas arriba que las cintas mencionadas son las más populares. Hay que hacer un esfuerzo por ver un producto esencial de Bigas Luna que data de 1978: Bilbao

Sin duda es lo que mejor le representa: el mundo de apariencias, las motivaciones ocultas, los deseos auténticos, las determinaciones inesperadas. Con el mejor erotismo alcanzado por este cineasta. 

La película construye su fuerza a partir de la acumulación de detalles, sonidos, planos cercanos. La cinta tiene la capacidad de hacer una crónica detallada de manías, una descripción certera de cada personaje en unas cuantas acciones. Los diálogos son apenas los indispensables. Prevalece el monólogo de un hombre obsesionado con una prostituta: Bilbao. 

Hay un ejercicio inusual: la cámara sigue la rutina del tipo. Parece que el espectador se ha enterado de lo que hace. Enseguida, una voz en off, narra en primera persona todo lo que se acaba de observar. Esto es: cuando él actúa no habla; cuando se detiene, su pensamiento se convierte en el narrador. En un cuidadoso trabajo que es ejemplar no sólo para el cine: también para la escritura. 

La película es sombría como la historia que cuenta. Oscura como la vida que documenta. Audaz y creativa al mostrar la admirable desnudez de Isabel Pisano en un pasaje de bondage con una minuciosa, paciente, depilación genital incluida. Bilbao es una mirada a la enajenación que destruye, las inercias que devoran y se imponen a cualquier emoción, la grisura que envuelve ciertas vidas para toda su existencia. Una película capaz de reiterar todo el sustrato en cada segmento. Sí, es la mejor hecha por Bigas Luna.

Otra película de Bigas Luna a verse es Caniche. Ya se le mencionaba en el número 163 de la revista digital 10, cuando se recordó a Walerian Borowczyk. Es uno de los trabajos centrados en la zoofilia o afición sexual por los animales. 

En este caso, centrado en los perros. Una pareja de hermanos que utilizan a los canes no sólo en su instrumento sexual y los convierten en su elemento de vida y muerte. Aquí, es el argumento el que prevalece y da fortaleza al filme. A muchos años, prevalece como uno de los pocos en abordar con especialización un tema nada fácil para desarrollar.

Bigas Luna se ha ido. Sus películas aún darán elementos para pensar, sentir, aprender, muchos años y camadas de cinéfilos más.