"Pornografía, obsesión sexual y tecnológica" de Naief Yehya

David Santiago Tovilla


La bibliografía en español seria, profesional, objetiva y documentada sobre la pornografía es escasa. Hay algunos trabajos provenientes de España: No cruces las piernas. Un ensayo sobre el cine pornográfico español, de Emili Olcina; La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas de Román Gubern; y La ceremonia del porno de Andrés Barba y Javier Montes. 
Un libro de total manufactura mexicana, actualizado y con el soporte de una investigación durante los últimos veinte años es raro. Existe y es el más reciente material de Naief Yehya: Pornografía, obsesión sexual y tecnológica.

Yehya ha escrito un libro imprescindible para los erotólogos. Un ejemplar que se lee con detenimiento para asimilar cada capítulo con fruición. El texto, publicado por Tusquets Editores, es de esas admirables obras que al término de su lectura uno desearía haber escrito. 

A pesar de una profunda inmersión y conocimiento del tema, Naief descarta cualquier asomo de arrogancia y documenta la pasión con la que ha estudiado. Esa actitud distingue a los grandes escritores que buscan compartir un conocimiento de quienes aspiran más a los reconocimientos.

A pesar de la sexualización de todos los mensajes publicitarios, la palabra pornografía aún es incómoda y restringida. Es un tema tabú que por lo general se descalifica o evade. Dentro de las razones para ello están: la hipocresía y la ignorancia. Es una asociación subjetiva y un punto de vista más que un fundamento. Su condición profusa no deriva en opiniones sólidas y se finaliza por vincular con ella lo que se quiere. 

Pocos términos son tan relativos como éste. Como bien señala Naief Yehya: “la pornografía no se define por lo que muestra, sino por las reacciones que provoca en el publico. Una variedad de factores interviene en la experiencia pornográfica, tantos y tan complejos que parece imposible intentar desentrañarlos. La pornografía puede ser a la vez una clasificación moralista, un producto, un fenómeno y una cultura”.

Pornografía, obsesión sexual y tecnológica tiene el soporte de una revisión multifacética y exhaustiva. Incorpora un puntual recorrido por la historia de la literatura libertina. Relata episodios y cuestiona la unión de los extremos: los grupos conservadores y el feminismo radical. Alude historias enredadas como la de Linda Lovelace, protagonista del filme clásico Garganta profunda; en contraparte, con la exitosa carrera de Jenna Jameson. 

Recupera la evolución visual del cuerpo, el placer y la genitalidad, desde las tarjetas postales hasta el esplendor fílmico de los setenta y la exacerbada exposición actual. Subraya el declive económico de la industria porno ante la masificación a través de la internet. Apunta géneros, subgéneros y “leyendas urbanas” como los videos snuff o grabaciones de ultrajes reales. 

Explica que la esencia de las producciones audiovisuales aspiran a registrar una verdad genital. Abundante información en un solo lugar. Una contundente visión: “La cultura del siglo XXI se ha pornificado. No hay duda al respecto. Una expresión marginal y transgresora que depende de la dualidad entre ilusión y obsesión se ha convertido en uno de los sellos emblemáticos de la cultura popular de este tiempo”. 

Un gran libro con un magnífico mensaje: “La mejor alternativa para combatir la ignorancia sexual no es tratar de abolir el deseo prohibiendo la pornografía sino ofreciendo educación sexual y quizá mostrando que es posible vivir en paz con nuestras fantasías”.

Hay que leer este libro de Naief Yehya para tener elementos al abordar un el tema de la experiencia pornográfica que está por todos lados pero continúa como algo reservado, privado, secreto.