"La sociedad Juliette" de Sasha Grey


DAVID SANTIAGO TOVILLA

Hace poco menos de un mes, empezó a circular La sociedad Juliette, libro de Sasha Grey. Fue pronta noticia porque se trata de una de las más exitosas actrices del cine para adultos, ya retirada.

Así que un primer paso sería quitar el morbo para indagar si tradujo en texto sus experiencias laborales. Un material bibliográfico habla por sí mismo. 

En absoluto, al margen de cualquier trabajo desempeñado por el autor. En este caso, hay una autora: Marina Ann Hantzis, quien prefirió utilizar su nombre artístico también para su primer planteamiento literario. Así que a los apuntes de Sasha Grey hay que acercarse sin ideas preconcebidas.
          

En el contexto del denominado boom de literatura de los últimos dos años, La sociedad Juliette sí establece una diferencia. Tiene una intención narrativa; logra mover al lector con su veracidad; transmite la sinceridad desde la que fue concebida. 

Se presenta como una novela. Es demasiado ambicioso denominarle así. Sería mejor considerarlos relatos eróticos conectados a través de sus personajes. 

Las letras de Sasha Grey están orientadas a deleitar, conmover e instruir al lector pero en la esencia de la literatura erótica: la pasión sexual humana. Vladimir Nabokov, dedica unas páginas finales de su obra clásica Lolita para explicar por qué no escribió narrativa erótica y prefirió centrarse en una temática. 

Es decir, renunció a las descripciones sexuales porque se limitan a “la copulación. Estilo, estructura, imágenes, nunca han de distraer al lector de su lujuria. Debe consistir en una alternancia de escenas sexuales”. Prefirió concentrarse en el planteamiento y consiguió instaurar el término “lolita” para las adolescentes atractivas y provocadoras. Al situar la expectativa literaria y colocar el libro de Sasha Grey como un ejercicio narrativo erótico se constituye en una revelación.

No necesita palabrerío que justifique su tema. Es concreta, directa, sin temor a nada. No rehúye a nombrar, decir. Su gran aporte está en el encomiable capítulo seis.  

Se inicia con un breve discurso sobre el lenguaje: “¿Por qué lo llaman ‘lefa’?¿Qué tiene de malo ‘semen’? ¿Es que no es lo bastante sexy? ‘Lefa’ suena tonto, a barato, a desechable. Suena a nombre de marca. Spam, Tampax, Alpo y Lefa”. 

Después, Sasha Grey escribe una apología del esperma como pocas veces suele encontrarse: “Me gusta sentir su semen. Me gusta sentir cómo me lo dispara en la boca. 

"Me gusta decirle que se corra en mis tetas para poder dibujar circulitos, como un pintor mezclando los colores sobre la paleta. Él es la pintura. Yo soy la pintura y el lienzo. Me gusta pintar con su leche sobre mi cuerpo para poder notar cómo se seca, cómo se endurece y se contrae, y me pellizca la piel al hacerlo. Me gusta cómo se cuartea en  escamas mientras yo pinto. 

"Me gusta levantar en un dedo una escama de su semen reseco y mirarla como uno mira un copo de nieve, intentado vislumbrar los dibujos cristalizados que contiene. Me gusta bajar la vista y ver cómo sale a chorro. Primero, sale en un largo chorro, como arcos pegajosos y líquidos que no paran de crecer en consistencia y volumen. Luego empieza a fluir con lentitud, de forma inexorable, como la espuma de una lata de cerveza que se ha agitado demasiado antes de abrirla”. Más de una decena de párrafos con esa prosa precisa, recreativa, categórica. 

Es la mejor parte de La sociedad Juliette: “Y luego me gusta limpiarme su semen reseco del cuerpo en la ducha y notar cómo vuelve a la vida al contacto con el agua, casi como si resucitara de la muerte. Me gusta mirar esa agua, su semen, cómo cae por el desagüe, y pienso en el viaje en el que está a punto de embarcarse. En los lugares en los que ha estado y en los lugares donde acabará. Desde el interior del cuerpo de Jack hasta el interior de mi cuerpo. Desde mi cuerpo hasta el mar. Nacido de la naturaleza y de vuelta a ella. Como todas las cosas. Como debe ser”.

            Los ingredientes como una “Fábrica de Follar” para una clase social menor y una “Sociedad Juliette” para políticos, empresarios, millonarios son aderezos temáticos. 

Lo central son los momentos cúspide narrativa sobre el placer sexual, a partir de una concepción de vida: “El secreto para poder hacerlo está en olvidarse de lo que estás haciendo y mover las extremidades de forma independiente y por instinto. Y eso es lo que pasa también con el sexo. Con el buen sexo: que tu cuerpo se mueve en un movimiento perpetuo, tu mente se relaja por completo, cede el control y lo absorbe todo”. 

En las consecuentes descripciones sucesivas de los encuentros carnales, como bien señaló Nabokov, está la virtud de la propuesta de Grey. Se insiste: bien situada su propuesta, se comprenderá de mejor modo que las letras de Sasha Grey tienen su mérito circunscrito al relato carnal. La sociedad Juliette, sin duda, será un referente positivo de los textos eróticos del siglo XXI. Enhorabuena Sasha.