Atisbo a Instagram

David Santiago Tovilla
Revista 10, Número 191

Las horas en imágenes. La vida en fotografías. Como toda herramienta, Instagram es lo que se desea o decide. Exponer. Ostentar. Compartir. Extender una actividad profesional al desenvolvimiento cotidiano. Diluir las suposiciones. Ser siempre sin dobleces.

Aleska Diamond es una usuaria sistemática de esta red social. Desde Hungría, todos los días desmiente esa leyenda negra en que se convirtió Linda Lovelace, protagonista del legendario filme para adultos: Garganta profunda. En este mes, por cierto, se estrena el film Lovelace en que se muestra la versión más lastimera de la vida de la fallecida actriz.

Pero Diamond, una fulgurante estrella porno, desde Hungría, documenta que la vida es una actitud. Aleska, cada día, decide ser en todo su esplendor. Diario registra su traslado en elevador: elegante, impecable, sensual, para asistir al gimnasio. La foto o el video de rigor es su jornada de ejercicios. 

Después, detalles del día: aquí un momento de lectura, allá como integrante de un jurado de un concurso de bikinis en la playa. Las imágenes esmeradas son esas del ascensor. Diamond, muestra su maravilloso cuerpo revelado en cada una de sus cualidades, con la vestimenta que sea.

Venus O’Hara es la modelo residente en España que tiene una cita matinal infaltable con Instagram. Ha declarado que posee un guardarropa con cuatrocientas bragas. 

Así que, cada día, sorprende con un “Good morning” acompañado de formas, colores, texturas. El regalo de cada día, por lo general es el torso a cuadro completo para apreciar bien prendas y el cuerpo que las ostenta. 

Venus es enjundiosa, propositiva y plena: “En Navidad recibí todavía más lencería y vi que me faltaba espacio en mi armario para todo lo que tenía. Mientras ordenaba mis piezas para crear espacio para las nuevas, me di cuenta de que a pesar de tener cientos de prendas, siempre me ponía lo mismo. 

"Volví a analizar bien lo que había y noté que tenía algunas que ni siquiera había estrenado. Fue entonces cuando tuve la idea de publicar una foto personal con la lencería del día en las redes sociales. Al principio no le di mucha importancia, pero ahora se ha convertido en mi motivación principal para levantarme cada día”.

Rihanna es una abundante proveedora de imágenes. No deja pasar muchas horas entre una y otra. En ocasiones hasta quince tomas, como la semana pasada, cuando acudió al carnaval a su natal Bardados. 

Muchos ángulos de su esbelto cuerpo cubierto sólo con sostén y bikini de pedrería. Su sonrisa, gestos, tatuajes. Su espacio en Instagram es fuente ordinaria para la infinidad de notas sobre ella que circulan en los medios del mundo. 

Rihanna no deja la menor duda de dónde, cómo, cuándo de su quehacer cotidiano. Poco margen a los paparazis quienes deben esforzarse por encontrar su intimidad porque su vida ordinaria ella misma la documenta. Al momento de este atisbo: casi mil seiscientas fotografías para sus nueve millones de seguidores.

Instagram es la red mas apropiada para la consolidación de la tendencia al consumo visual. Sin lectura de por medio, el mensaje circula en instantáneas. La imagen es todo: información, respuesta, planteamiento, definición. Ese es uno de los componentes del mundo en el siglo veintiuno.