"Viendo visiones" de Carlos Fuentes


David Santiago Tovilla

Hace diez años, en el 2003, el Fondo de Cultura Económica publicó un libro especial de Carlos Fuentes: Viendo visiones

Se trata de un volumen distante de las estadísticas del consumo masivo hacia la obra del extinto literato mexicano. Una razón para ello, sin duda, es su precio. La obra reúne textos de Fuentes sobre arte plástico. 

La editorial, en consecuencia, cuidó la presentación. Se aprecia que procuró el deleite visual del lector tanto en lo leído como lo aludido. Quinientas páginas con prioridad al color, la imagen. Leer las evocaciones; generar las propias a través de fragmentos, focalizaciones de las obras.

El conjunto de textos se rige por el gusto, el placer estético. No es una historia de arte o un ejercicio académico. Es un guiño de Fuentes hacia trabajos o autores que él apreciaba. 

Comparte su complicidad, pasión, afición, debilidad. Viendo visiones es una excelente manera de acercarse al Fuentes en funciones de crítico de arte. Es el libro dedicado, sistematizado, para cubrir esa faceta. Eso lo hace diferente a la vasta producción narrativa. También ahí reside su interés atemporal.

Encontramos al Fuentes reflexivo, teórico, didáctico: “La visión del arte es la mirada inconclusa, la historia pasajeramente narrada por un narrador que debe pasársela, abierta, descendiente, al que sigue”. 

“La historia del arte es inseparable de la historia de sus prohibiciones”; “La naturaleza de lo que es visto es transformada porque ha cambiado la manera de verla... La manera en que vemos es la manera en que elegimos, y la manera en que elegimos es la manera en que somos libres”; “Nuestra identidad es nuestra libertad; tenerla es buscarla; creer que la tenemos, es perderla.”

Carlos Fuentes invita a mantener en la mente a dos autores: Piero della Francesa y Diego Silva de Velázquez. La referencia a ambos es recurrente, desde los ojos de la fascinación. Incita, motiva, da elementos para regresar una y otra vez a una de los cuadros pilares del Museo Nacional del Prado: Las meninas: “la obra más perfecta de la pintura sólo porque se niega a la perfección de lo concluido”.

En una década, el panorama del arte plástico no se ha modificado sustancialmente. El mosaico de Viendo visiones logra detener la mirada en nombres y producciones vistas a la ligera o diluidas en exposiciones colectivas. Se detiene en las figuras sin detalle, transfiguradas, de Jacobo Borges. 

La perspectiva fresca, inocente, casi infantil de Juan Soriano. Pondera los rostros múltiples consignados por Juan Martínez. Se involucra en el juego erótico, pornográfico, de los desnudos a través de líneas de Brian Nissen. Señala las virtudes del universo no abigarrado sino abundante de Pierre Alechinsky, entre otros.

Cuadros, artistas, ideas y la prosa trabajada que constituyó el estilo de Carlos Fuentes: “Mi fascinación con el arte del grabado tiene mucho que ver con estas reflexiones. Tengo una razón. 

"No hay expresión plástica más cercana a este rasguño, a ese perfil de nuestra sombra en una caverna que el arte difícil, físico, punzante, metálico, casi cavernario del grabado. El nombre lo dice. Grabar. Intentar, marcar, imprimir, registrar, fijar. Pero también herir, rasgar, estirar, corrugar. Y también afectar, dejar huella, signar la conciencia y la memoria Y también retratar. Y también imprimir. Y también ornamentar.”

La lectura o relectura de Viendo visiones contribuye a levantar la vista hacia el mundo del arte que exalta, transforma, hace crecer.