Miley Cyrus


David Santiago Tovilla

La joven Miley Cyrus ha conseguido su propósito: es el tema del mes por todos lados. Se habla de los términos de su participación en un programa en vivo y su más reciente video. De nueva cuenta, es la sexualidad el eje sobre el que giran los hechos. 

Por parte de la cantante, en una evidente escalada provocadora para situarse como referente mediático. Por la gente, cuestionamientos hacia los términos de sus representaciones sexualizadas. La verdad es que Cyrus sólo ha encontrado la fórmula más burda para colocarse en el centro de la atención mundial.

De la participación en MTV que provocó el escándalo, sólo llama la atención la apuesta de Miley Cyrus por una supuesta estética de lo obsceno. Sus gestos toscos, sobreactuados, la lengua de fuera es más payasada que connotación sexual. Lo escandaloso no son sus contorsiones sino su capacidad para destruir un video tan grato en la pretensión de llevarlo a la escenificación real. El video original es de Robin Thicke: Blurred Lines

En la versión no censurada que también se encuentra en Youtube, se observan unas chicas agraciadas, sensuales, bellas, con los senos al aire y una tanga color piel para cubrir la parte pélvica sin perder la connotación de desnudez. Como un buen material que aspira a destacar en sí, no tiene una producción costosa, ni aditamentos, ni vistosidad que no sean los personajes. 

Hombres con trajes y las hermosas mujeres que recorren la distancia visual de un extremo a otro con ritmo, candor, soltura, seguridad, donaire. Nada que ver con la recreación torpe y manipuladora de la ex Hanna Montana. Las modelos usadas por Thicke muestran sus atributos con plenitud. Miley evidencia su mera comercialización. 

Cyrus parece que se ha propuesto ser una mediocre copia de Pink (hasta en el peinado), quien se ha especializado en un estereotipo de mujer ruda. Pero de Pink se recuerdan videos y melodías porque obedecen a una idea completa, un contenido integral, no la simple apuesta por el escándalo.

El siguiente paso de Cyrus fue poner en circulación el video Wrecking Ball. Aquí es su desnudez total el hecho central. Acomodada de tal manera que no puedan verse sus senos y sus genitales. 



Las tomas de espalda se han hecho con ropa interior para no mostrar tampoco su hendidura anal. Ante las reacciones, Miley pretendió con hipocresía matizar que es una canción triste y su desnudez representa la de su alma. Falso. 

Cuando las tomas no son de su cuerpo natural, la muestran con un top blanco en donde lo que destaca es no traer brassier y mantener los pezones erguidos, junto con un calzón que resalta muy bien su pubis. ¿Qué relación tiene la tristeza con lamer un mazo como si fuera un falo?

El tema no es que Miley Cyrus aparezca medio desnuda en sus apariciones y productos comerciales. El hecho es tener claridad en que se trata de una estrategia sexualizadora, como lo han hecho muchas artistas, sólo que llevada al extremo proporcional al vacío artístico de la muchacha. 

La maniobra, ahora, apela a lo explícito, pero desde hace años tiene esta tendencia, con cualquier pretexto. En septiembre de 2011, mostró en su Twitter una tanga blanca que llevaría puesta a una boda. Funcionó. Desde entonces, esas naderías se convierten en escándalo y en rentabilidad.

Hay que olvidar la atrocidad de Miley Cyrus con Blurred Lines y apreciar la versión no para televisión: