David Santiago Tovilla
La actuación de Nicolás Maduro confirma que, quienes se parapetan en un discurso de “izquierda” en realidad buscan justificar su anacrónico comportamiento autoritario. No hay pensamiento, reflexiones o visión. Sólo existen lugares comunes, entendimiento y acomodo personal de las palabras. Este bufón quisiera exterminar a quienes se han organizado en una insurgencia ciudadana.
Fernando Savater explica en su Diccionario del ciudadano sin miedo a saber que los términos derecha e izquierda tienen una relación indisoluble: “La actitud de derechas en un campo sólo se entiende tomando en cuenta a la izquierda que se le opone en ese mismo aspecto. Y ambas mitades enfrentadas se necesitan mutuamente: para que haya izquierda o derecha válida debe existir también su alternativa. Los izquierdistas que sueñan con suprimir a la derecha o viceversa no son políticos, sino en el mejor de los casos maníacos y en el peor, serial killers… Es decir: partidarios de un régimen totalitario, lo que quiere decir sin oposición admitida y respetada”. Éste, es, desde luego, el monólogo de Maduro.
Los manifestantes han dejado claro que el centro del debate se relaciona con un lado sino con la situación dramática en que vive en pueblo venezolano. El fondo es diferente: es la protesta contra todo lo que, hoy, obstaculiza el progreso y arrastra hacia la penuria. De nuevo Savater: “son progresistas quienes luchan contra la miseria y la ignorancia, reaccionarios quienes las favorecen por cualquier razón.
Es un asunto que poco tiene que ver con la división tradicional en derecha e izquierda. Se puede ser reaccionario de derecha cuando se considera que la miseria es consecuencia inevitable del mercado, así como la ignorancia proviene de que ciertas personas no merecen ser educadas tanto como las demás. Pero también se puede ser reaccionario de izquierdas, cuando llega a creerse que luchar contra la miseria es eliminar a los ricos en lugar de suprimir a los pobres o que evitar la ignorancia es enseñar a pensar en la unanimidad colectiva y no en la disidencia individual”. Por eso, porque es un reaccionario de “izquierda”, Maduro pretende descalificar como “fascistas” a los disidentes.
Si Maduro algún día leyera y en especial el libro Cinco escritos morales de Umberto Eco entendería que el adjetivo sólo puede aplicarse a él. El autor de El nombre de la rosa propone el término “Ur-Fascismo” o “fascismo eterno” y establece una tipología que “basta con que una de ellas esté presente para hacer coagular una nebulosa fascista”. Véanse algunas de ellas para pensar en Venezuela, junto con Eco. Al tiempo, hay que hacerse la pregunta ¿Quién es el fascista?:
- No aceptación del pensamiento crítico. El espíritu crítico opera distinciones, y distinguir es señal de modernidad. En la cultura moderna, la comunidad científica entiende el desacuerdo como instrumento de progreso de los conocimientos. Para el Ur-Fascismo el desacuerdo es traición. De acuerdo con los seguidores de Nicolás Maduro estar con él es sinónimo de lealtad, no estarlo es traición a la patria.
- Miedo a la diferencia. El desacuerdo es un signo de diversidad. El Ur-Fascismo crece y busca el consenso explotando y exacerbando el natural temor a lo diferente. El primer llamamiento de un movimiento fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos. Por eso, Maduro promete “defender a Venezuela de apátridas y fascistas”. Ante lo ajeno, distinto, se recurre a la descalificación. La falta de argumentos conlleva a la búsqueda del descrédito mediante la adjetivación.
- Surgimiento de la frustración individual o social. Una de las características típicas de los fascismos históricos ha sido el llamamiento a las clases medias frustradas, desazonadas por alguna crisis económica o humillación política, asustadas por la presión de los grupos sociales subalternos. ¿De dónde surgen los actores de corte paramilitar que constituyen la Asociación Bolivariana de Motoristas?
- Obsesión por el complot. En la raíz de la psicología Ur-Fascista está la obsesión por el complot, posiblemente internacional. El 22 de febrero, Nicolás Maduro reiteró "contra Venezuela no sólo hay un golpe en marcha, además una campaña mundial".
- Gracias a un continuo salto de registro retórico, los enemigos son simultáneamente demasiado fuertes y demasiado débiles. Propios y extraños se admiran que Maduro primero expulsa a los diplomáticos de Estados Unidos y a lo pocos días vuelve a nombrar a un embajador.
- Para el fascismo no hay lucha por la vida, sino más bien, “vida para la lucha”. Lleva consigo un complejo de Harmaguedón: puesto que los enemigos deben y pueden ser derrotados, tendrá que haber una batalla final, de resultas de la cual el movimiento obtendrá el control total. Eso es lo que motiva a los “sectores” a suscribir manifiestos que dicen nada y se limitan a repetir las peroratas oficiales: “sabemos que el Pueblo Bolivariano en Venezuela y su gobierno, encabezado por el Compañero Nicolás Maduro, sabrán derrotar estos intentos de la derecha fascista y honrarán la memoria del Comandante Hugo Chávez profundizando el proceso revolucionario. Llamamos a estar alertas de los acontecimientos en Venezuela y expresar nuestro apoyo y solidaridad ante los intentos desestabilizadores y golpistas de los enemigos de la Revolución Bolivariana”. El 25 de febrero, el ministro de Exteriores dijo, contundente y congruente con esta línea del perfil: “Estamos a punto de coronar una gran victoria”.
- El elitismo es un aspecto típico de toda ideología reaccionaria, en cuanto fundamentalmente aristocrático. El Ur-Fascismo no puede evitar predicar un “elitismo popular”. Cada ciudadano pertenece al mejor pueblo del mundo, los miembros del partido son los ciudadanos mejores, cada ciudadano puede convertirse en miembro del partido. El líder, que sabe perfectamente que su poder no lo ha obtenido por mandato, sino que lo ha conquistado con la fuerza, sabe también que su fuerza se basa en la debilidad de las masas, tan débiles que necesitan y se merecen un “dominador”. Maduro se vanagloria: “¿Dónde está Leopoldo López? En la cárcel como yo dije que iba a estar, gracias al Poder Judicial y la Fiscalía Genera, y los vamos a ir capturando uno por uno. Aquí no hay un presidente débil”.
- El Ur-Fascista transfiere su voluntad de poder a cuestiones sexuales. Éste es el origen del machismo (que implica desdén hacia las mujeres y una condena intolerante de costumbres sexuales no conformistas, desde la castidad hasta la homosexualidad). En el vocabulario de Maduro, desde que era candidato, utiliza un término para intentar menospreciar a la oposición: “mariconsones”. Su homofobia es parte innegable de su personalidad.
- El Ur-Fascismo se basa en un “populismo cualitativo”. En una democracia los ciudadanos gozan de derechos individuales, pero el conjunto de los ciudadanos sólo está dotado de un impacto político desde el punto de vista cuantitativo (se siguen las decisiones de la mayoría). Para el Ur-Fascismo los individuos en cuanto individuos no tienen derechos, y el “pueblo” se concibe como una cualidad, una entidad monolítica que expresa la “voluntad común”. Puesto que ninguna cantidad de seres humanos puede poseer una voluntad común, el líder pretende ser su intérprete. Nicolás Maduro declaró, el 25 de febrero: “Les pido respeto para la paz y que me cuiden; porque lo mejor para Venezuela es que Maduro esté al frente de la estabilidad política mientras el pueblo se mantiene trabajando”.
- El Ur-Fascismo habla la “neolengua”. Todos los textos escolares nazis o fascistas se basaban en un léxico pobre y en una sintaxis elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico. Maduro ni siquiera es original en esto. Ha copiado, trasladado, la fraseología del totalitarismo castrista: sabotaje internacional, guardia del pueblo, poder popular. A esto se suma un sinnúmero de calificativos en contra toda disidencia: fascistas, sicarios, vende patrias, antibolivarianos.
- La neolengua que padecen los venezolanos se enriquece, también, con las expresiones resultado de la ignorancia del aprendiz de dictador. Como documenta el diario “El universal”, de Caracas, Maduro le propuso a la Real Academia Española, la aceptación de la palabra “millonas” porque era bonita para no aceptar su error de expresar “millones y millonas” de personas. En una colaboración para el diario español “El país”, Paulina Gamus hace un breve recuento: “A la Torá, libro sagrado de los judíos, la llama el Tarot. Para caracterizar algo difícil dice que es como buscar una aguja en un panal y cuando alguien desde el entorno le corrige ¡PAJAR! Responde, bueno panal y pajar, es igual de difícil encontrar la aguja. Amenaza a los venezolanos con lo que ocurriría si alguna vez se vuelve loco: “No quedaría polvo sobre polvo,” por decir piedra sobre piedra. En una ocasión, le pidió a una médica que le pusiera el telescopio (estetoscopio) en el corazón. Cómo olvidar aquella histórica sentencia suya sobre las dos mitades en que está dividido el país, una mayoritaria y otra que es minoría”.
Conexiones