Con agradecimiento a Héctor Javier Flores
A un año de su investidura como papa, Jorge Mario Bergolio se ha convertido en una figura que el mundo sigue, escucha, admira y estima. El conductor Camilo Egaña, de CNN, en una emisión reciente, reprodujo el comentario de una infante sobre la diferencia con sus antecesores: “es un papa que rÃe”.
Los niños suelen dar el pulso y ser los primeros en advertir la empatÃa o no de un personaje. El rasgo central es la alegrÃa. En el arranque de una campaña polÃtica, se colgaron los primeros gallardetes. El candidato se habÃa empecinado en ser él quien escogiera la foto.
En las primeras indagaciones sobre la percepción del material, se registró que, al ver el cartel del hombre serio, un niño interrogó a su papá: “¿por qué ese señor está triste?” Nada mejor reflejaba lo erróneo del material. Por encima del candidato se tomó la decisión de cambiar la fotografÃa. ConstituÃa un muy mal inicio.
Por eso, no es de extrañar el tÃtulo y uno de los rasgos subrayados por John Carlin en su reciente libro sobre el extinto lÃder sudafricano: La sonrisa de Mandela. “Integridad, respeto, carisma y empatÃa, son las cuatro cualidades por las cuales Mandela conquistaba las mentes y los corazones de todo el que lo conocÃa” concluye el autor de esta novedad con dos meses de circulación en México. Y, como parte de esa personalidad seductora, Carlin apunta su franca, auténtica y plena sonrisa.
El testimonio de John Carlin acerca de la evolución de Sudáfrica y la aportación de Mandela tienen un libro anterior que, en español, fue titulado: El factor humano. Este texto fue llevado al cine por Clint Eastwood.
Basada en una historia verÃdica, recibió el nombre de Invictus. Como suele ocurrir, quizá sea más famosa la cinta que las lÃneas escritas en las que se basó. Volumen y pelÃcula se centran en la incidencia de Mandela para que sus adversarios históricos ganaran la final del mundial de rugby. ¿Por qué anotar esto? Porque, su nuevo libro, La sonrisa de Mandela,no se trata de una de esas obras secuela del fallecimiento del personaje.
La intención de Carlin es compartir en un texto ameno y accesible, su percepción integral de la personalidad de Mandela, a partir de su vivencia como corresponsal del diario The Independent. Argumenta: “Miremos a donde miremos, nuestra fe en los lÃderes polÃticos ha tocado fondo.
La mediocridad, el fanatismo y la cobardÃa moral campan a sus anchas. Nelson Mandela, que siguió siendo generoso y astuto a pesar de haber estado veintisiete años en la cárcel, destaca como un ejemplo oportuno y una fuente de inspiración imperecedera. La humanidad es y ha sido capaz de grandes hazañas, y siempre hay motivos y oportunidades para que hagamos las cosas mejor”.
En efecto, en pocas páginas, John Carlin da cuenta de lo que observó en el periodo de la salida de Mandela de prisión y su paso por la presidencia de Sudáfrica. Da algunas respuestas a hechos no del todo explicados, como la separación del lÃder con su compañera de lucha: Winnie. Tema que se erigió en tabú para los integrantes del Congreso Nacional Africano.
Entre el testimonio propio y de algunos de los protagonistas de la época, Carlin reconstruye las principales adversidades, enemistades y liderazgos que el talento de Nelson desarmó. Cómo pudo evitar una inminente guerra civil. Hechos del que desprende lecciones ejemplares como “tanto en polÃtica como en la guerra, la primera regla es conocer al enemigo”. Perspectiva que llevó a Mandela a aprender, en prisión, la lengua afrikáans de los racistas radicales para poder hablar con ellos.
La sonrisa de Mandela es un libro en donde el entrevistador no pretende lucir su conocimiento y exhaustividad. Carlin realiza un homenaje con humildad y respeto: “Mandela me enseño algo tan simple como difÃcil de encontrar: que se puede ser al mismo tiempo un gran polÃtico y una gran persona. Admirado y querido, era la antÃtesis de la maldad del poder, lo opuesto a un lÃder que despliega su talento para mover a las masas y sacar lo peor de la naturaleza humana.
La sonrisa de Mandela es un buen pretexto para hacer una pausa en el programa de lecturas y acercarse a los rasgos de humanidad que contribuyeron a hacer universal el nombre de Nelson Mandela.
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