David Santiago Tovilla
Juan Gabriel regresó una vez más al Palacio de Bellas Artes en 2013. Realizó los festejos de sus cuarenta años de trayectoria artística. Hizo la grabación correspondiente en audio y video que fue lanzada hace unos días.
El primer sencillo buscó generar el interés inmediato al ser uno de los más clásicos temas del máximo exponente de la música popular en México: “El Noa-Noa”. La pieza en video fue subida a Internet para su conocimiento mundial, el primero de abril, desde una plataforma de gran impacto: el sitio “Vevo”, propiedad de Google, Sony y Universal.
La muestra del concierto denota, sobre todo, la principal característica de Juan Gabriel: su capacidad de trabajo. Consciente de lo que implica un espectáculo, cada presentación tiene un ingrediente particular: incorpora elementos coyunturales, estribillos que pondrá de moda, arreglos especiales, extensión renovada. Un artista completo que prepara, reinventa, actualiza y concibe su tiempo en el escenario como un todo. El video de “El Noa-Noa” 2014 es culminante: coristas, mariachis, público. Una gran instrumentación que hace crecer, en lo musical, a la rítmica melodía. Sí, el soporte actual de la canción es sonoro: violines, trompetas, percusiones. Instrumentos puros en su plenitud que generan un gran momento. De la versión original se mantiene ese bajo que marca la pauta de toda la canción; lo nuevo: más celeridad.
Treinta y cuatro años después de colocarla en el gusto del público con el álbum “Recuerdos”, “El Noa-Noa” no sólo se mantiene incólume: ha alcanzado la categoría de mito. Y éste, como bien explica Enrique Florescano, en el volumen “Mitos Mexicanos”: en contraste con la historia, que se refiere a hechos verdaderamente ocurridos, el contenido del mito puede ser un acontecimiento real o imaginario, o un episodio que nunca ocurrió pero que muchos piensan que efectivamente tuvo lugar. En otras palabras, la verdad del mito no está en su contenido, sino en el hecho de ser una creencia aceptada por vastos sectores sociales. Hoy el bar Noa-Noa, en donde Juan Gabriel debutó, ya no tiene una existencia material. Fue derribado en 2007. Sin embargo, está más vivo que nunca en la mente colectiva.
La muestra del concierto denota, sobre todo, la principal característica de Juan Gabriel: su capacidad de trabajo. Consciente de lo que implica un espectáculo, cada presentación tiene un ingrediente particular: incorpora elementos coyunturales, estribillos que pondrá de moda, arreglos especiales, extensión renovada. Un artista completo que prepara, reinventa, actualiza y concibe su tiempo en el escenario como un todo. El video de “El Noa-Noa” 2014 es culminante: coristas, mariachis, público. Una gran instrumentación que hace crecer, en lo musical, a la rítmica melodía. Sí, el soporte actual de la canción es sonoro: violines, trompetas, percusiones. Instrumentos puros en su plenitud que generan un gran momento. De la versión original se mantiene ese bajo que marca la pauta de toda la canción; lo nuevo: más celeridad.
Treinta y cuatro años después de colocarla en el gusto del público con el álbum “Recuerdos”, “El Noa-Noa” no sólo se mantiene incólume: ha alcanzado la categoría de mito. Y éste, como bien explica Enrique Florescano, en el volumen “Mitos Mexicanos”: en contraste con la historia, que se refiere a hechos verdaderamente ocurridos, el contenido del mito puede ser un acontecimiento real o imaginario, o un episodio que nunca ocurrió pero que muchos piensan que efectivamente tuvo lugar. En otras palabras, la verdad del mito no está en su contenido, sino en el hecho de ser una creencia aceptada por vastos sectores sociales. Hoy el bar Noa-Noa, en donde Juan Gabriel debutó, ya no tiene una existencia material. Fue derribado en 2007. Sin embargo, está más vivo que nunca en la mente colectiva.
El “Noa-Noa” dejó de ser una referencia hacia un punto de Ciudad Juárez, para erigirse en todos los lugares con su perfil. Sí, ese que surge de los esbozos de una letra que no dice mucho: nocturno, divertido, inolvidable, para bailar, diferente. Todos los antros así son la encarnación actual del mítico “Noa-Noa” juangabrielano. Está adherido a diversas generaciones y estratos sociales. Ocurre aún cuando Juan Gabriel maneja indudables expresiones homosexuales en ésta y varias melodías. Sin confesar nunca su preferencia y responder “lo que se ve no se juzga”, ha mantenido el respeto con el manejo de la ambigüedad. Letras en donde el interlocutor no tiene una identidad de género: no se sabe si se dirige a una mujer o a un hombre.
En el caso de “El Noa-Noa”, la clave está en dos expresiones: “un lugar de ambiente”, donde todo es “diferente”. El “Diccionario del sexo y el erotismo” de Félix Rodríguez González ilustra: “Lugar de ambiente: masculino, eufemismo. Local (bar, pub, etc.) que sirve de lugar de encuentro a los homosexuales”. Pero también el término aislado tiene las mismas invocaciones: “Ambiente: Masculino. Eufemismo. Lugar o zona frecuentada por homosexuales; conjunto de establecimientos (bares, locales, saunas, etc.) donde se reúnen y relacionan”. Véase, en el mismo documento, la otra palabra: “Diferente. Adjetivo. Que no es heterosexual, es decir, que es homosexual, bisexual o transexual. La palabra es española pero ha añadido un sentido nuevo, por influencia del inglés ‘different’”.
Así, “El Noa-Noa” de Juan Gabriel es himno, proclama, convocatoria, credo. Su carácter ambiguo se corresponde con la hipocresía del machismo mexicano. Pero ésta y otras canciones del artista se agigantan con el tiempo: cuando las memorizan, tararean o cantan, porque logran ser de todos al margen de todas las circunstancias. Tanto para quienes le dan su connotación sexual, como para quienes la despojan de ésta y siguen su estribillo pegajoso. Esa es su vastedad, esculpida durante cuatro décadas, que celebra del mismo modo: en grande.
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