Charlot, Chaplin, Candilejas


David Santiago Tovilla


En 1914, Charles Chaplin creó el personaje que lo inmortalizó: el vagabundo Charlot. A pesar de ser cine mudo y sin colores, la candidez del personaje logra que cintas como La quimera de oro aún pueda verse, a cien años, con gran gozo. La diferencia de su humor está en los rasgos de humanidad con la cual Spencer dotó al protagonista de sus más conocidos filmes. 

De ahí debieran aprender esos espantosos programas de falsa comicidad que proyecta la televisión y trata a sus receptores como retrasados mentales. Charlot critica, cuestiona, plantea desde una ingenuidad grata que lo mantiene vivo y capaz de mover las emociones de generaciones con otro contexto.

A pesar de ser un ícono constitutivo de la cultura del siglo XX, el centenario cumplido en febrero ha pasado casi desapercibido. Hasta donde se sabe, sólo Cinépolis, proyectará de nuevo los legendarios filmes de Charlot, en conmemoración de su cumpleaños, en todo México, durante el mes de agosto. Por fortuna, están disponibles en cualquier formato y hasta incluidos en la suscripción en algunos sitios de cine bajo demanda, en línea.

La trascendencia de Chaplin llega hasta donde menos se imagina. “Tú, llegaste a mí, cuando me voy / eres luz de abril, yo tarde gris. / Eres juventud, amor, calor, fulgor de sol, / trajiste a mí tu juventud, cuando me voy”. Los alegres participantes en las fiestas donde se elige la pista Candilejas popularizada por Roberto Carlos, en la mayoría de los casos, no asocian la melodía con el extinto cineasta. 

La pieza original es de su película que lleva mismo nombre, la cual fue presentada en Londres, en 1952, porque Charles partió de Estados Unidos ante la persecución de sospecha comunista. Por su música, Candilejas recibió, veinte años después, el Óscar a la mejor banda sonora.

Y aunque las cintas de Charlot son su carta de presentación, Candilejas es un filme necesario para conocer en su totalidad el genio de Chaplin. Todo él se sintetiza en ella. Su huella es transversal al ser director, productor, guionista, musicalizador y actor. Es la síntesis del manejo de las pasiones humanas. Amor, compasión, gratitud, generosidad, lealtad. Es una combinación de reflexión y humor. Son las dos facetas del gran Charles: el filósofo y el humorista; el ser humano y el bufón. 

La mayoría de la película se presenta sin su maquillaje característico y el personaje es él en realidad, ya en edad avanzada y representa un declive profesional. El tiempo, la volubilidad, la lástima son factores a la perfección manejados en una historia entre un hombre mayor y una joven décadas menor que él. Éxito y fracaso; presente y futuro: la existencia se conforma por todos esos instantes. 

En Candilejas Chaplin expone frases como “La vida es deseo, no significado. El deseo es el motivo de toda vida. El significado de algo no es más que otra forma de llamarlo”. La película mueve de un sentimiento a otro, absorbe, ilustra. Es completa, rotunda.

En el centenario se debe subrayar la omnipresencia de Charlot, pero también destacar la grandeza integral de Charles Spencer Chaplin.