El terror no tiene color ni ideología

Foto de Julien Maculan

David Santiago Tovilla

El 19 de agosto de este año, circuló el primer video de una decapitación por parte de los militantes del Estado Islámico de Irak y el Levante (más conocido por sus siglas en inglés: ISIS). Concebido con total manejo escénico en donde se cuidaron todos los detalles como la vestimenta, la simpleza para la adecuada apreciación de los colores, el mensaje verbal. 
Por su condición primigenia, sorpresiva y despiadada, el audiovisual fue un éxito propagandístico. Lo vieron quienes debían verlo. El mundo terminó de enterarse de la existencia de un grupo de los que, con distintas banderas y pretextos: secuestra, confina, veja, asesina. ISIS saltó al primer plano en el aborrecimiento mundial. Sus posteriores ejecuciones ya no han tenido el mismo impacto, más que justificar la celeridad con que se creó una alianza internacional para combatirlos.

Ahora, es una organización que dice escudarse en una religión para utilizar el recurso del terror y la crueldad. A los extraños, pretenden atemorizar; a los propios, consolidar el convencimiento de sus decires, métodos y convicciones. Pero no son los únicos. Más allá de lo que dicen representar quienes incurren en cualquiera de las prácticas de agresión, cautiverio, tortura y terror, todos sus actos se reducen a la comisión de delitos de todo tipo. 

No hay ninguna diferencia entre los grupos delictivos que ejecutan por intereses económicos o mensajes entre bandas y los asesinatos por “motivaciones” ideológicas. Proceder contra la integridad física de seres humanos, desde un simple embate hasta el grado extremo de la supresión, habla de las limitaciones y problemas mentales de sus autores. Sus diversas incapacidades son trasladadas a acciones. Sus frustraciones sólo se remedian con el abuso de poder: de las armas o del que tengan a la mano. Sus hechos no pueden distinguirse por la dignidad: destilan siempre vileza.

La historia no puede juzgarse con categorías morales: buenos o malos. Quien así lo plantee forma parte de la manipulación, la simulación, el engaño. Hay que evaluar cada suceso desde las más amplias perspectivas y con la mayor información posible, sin prejuicios o ataduras. Dejar los colores, estandartes. 

Los videos de las ejecuciones de ISIS, de 2014, tienen su equivalente de aquella fotografía de Eddie Adams tomada en Vietnam, en 1968. Una sola gráfica, entonces, en blanco y negro, hizo entender a todos lo que ocurría en aquel lugar. La imagen cruel suele quitar la venda para juzgar a sus autores. Videos y fotos documentaron al jefe de la policía en Saigón al momento de ejecutar a un guerrillero vietnamita, en plena calle. Está en la memoria del terror, al margen de la causa que dicen defender los asesinos.

Cuando circuló el video del asesinato de Foley, se informó que tenía años en cautiverio en manos de ISIS. En este continente, recuérdese que Ingrid Betancourt estuvo recluida durante seis años por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Hay policías colombianos que llevan quince años retenidos en las peores condiciones: vidas detenidas con una excusa.

No hay color, ideología, causa que justifique el terror. Los delitos tienen ese nombre y sus autores también: delincuentes.