"Licenciado Cantinas": Bunbury y la celebración musical


DAVID SANTIAGO TOVILLA
Para Paco y Karen

El jueves 23 de octubre, Enrique Bunbury y Andrés Calamaro ofrecerán un concierto en Villahermosa, Tabasco. La capital vecina será una de las ocho únicas sedes para este encuentro que juntará a los admiradores de dos columnas de la música en español actual.
Bunbury llegó a Chiapas a principios de año para promover su más reciente disco: Palosanto. Sin embargo, es su producción anterior, de 2011: Licenciado Cantinas en donde está su mejor apuesta por la celebración musical. Da la impresión que uno de sus mejores trabajos como intérprete no tuvo el reconocimiento que ameritaba. Parece que no se entendió el ejercicio de lanzar una antología musical de América Latina al estilo de Enrique Bunbury.

Sí, Licenciado Cantinas es una celebración que el Diccionario de la Real Academia Española asocia con “Alabar, aplaudir algo; reverenciar, venerar solemnemente con culto público”. Es un diálogo de el artista español con distintas canciones populares que ha escuchado en sus conciertos por este continente. Es decir, desde su origen, el volumen reúne canciones imperecederas.

En Licenciado Cantinas aparece con mayor claridad la capacidad musical de Bunbury. Al despreocuparse de la letra, se ocupó de toda la atmósfera melódica. Trabajó con meticulosidad cada tema, pues sabía que sería contrastado con todas las interpretaciones populares conocidas hasta ese momento. 

Debía darle originalidad, particularidad y distinción. Lo consigue con la única manera que puede hacerlo un músico: con un oído exigente para adicionar arreglos, ejecutantes, participaciones.

Desde la primera pieza de Agustín Lara en solitaria ejecución, sin voz, con una armoniosa sucesión de sonidos puros, perfectos. Aquí un contrabajo, allá un acordeón, una viola, una mandolina persistente. Pocas composiciones existen como ésta que atrape en unos cuantos segundos en una atmósfera generada a golpes de notas.

El resto de canciones tienen el mismo tenor. El virtuosismo musical de Bunbury se derrocha para transformar versiones tradicionales. Está una sonora y rítmica “Llévame". La cúspide del equilibrio entre letra popular y acordes está en “El solitario” o “Diario de un borracho”, una cumbia transformada en rock. 

Incansable de escuchar por la incorporación genial de una tuba que le suele dar mucha vida a las canciones, tal como ocurrió con el MTV Unplugged de Julieta Venegas, de 2008, y como se escucha en las calles de los pueblos. 

El disco es certero al cerrar con una composición de Atahualpa Yupanqui: “El cielo está dentro de mí”: bombos, maracas, armónica, sin perder la idea de la letanía que caracterizó al cantautor argentino.

Quizá porque este disco tiene un nivel musical muy elevado es que su siguiente producción se percibe menor. Por eso, hay que colocar a Licenciado Cantinas en un lugar aparte, atemporal, esmerado, inmenso. Una celebración inusual, infrecuente de las esencias musicales.

Con seguridad, algo del dueto con Calamaro se reflejará en alguna producción discográfica. A ver qué sorpresa llega con el 2015.