Foto de Jan Tinneberg |
El término lo ha planteado Gael GarcÃa Bernal, en la entrega de los Premios Fénix para el cine latinoamericano: “Nuestro trabajo es crear una narrativa que le da vida a las historias de las personas. Con una pelÃcula no se puede hacer justicia pero la idea es contar con una justicia narrativa que nos den ganas de luchar para que una injusticia no vuelva a suceder”.Contrario al mar de palabrerÃo, lugares comunes y hasta necedades que satura a los medios, GarcÃa Bernal conceptualiza algo que está en su propia carrera. Revela visión, actitud, sentido. Es congruente. Ahora lo dice pero lo más importante: lo ha hecho.
En 2010, una pelÃcula con Gael representó a España en la competencia por el Óscar a la mejor pelÃcula extranjera: También la lluvia. Se trata, de la exposición de dos temas: la guerra del agua, en Bolivia; y, un atisbo al violento “descubrimiento” de América. El primero de ellos es el que da nombre a la cinta de IcÃar BollaÃn. Documenta un movimiento social surgido en el año 2000 en la ciudad de Cochabamba.
Una verdadera revuelta popular ante la privatización del agua potable municipal y una legislación que llegaba al exceso de prohibir la utilización hasta de agua pluvial por parte de la población. Es decir, la prohibición incluÃa también la lluvia. Mientras el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático concluÃa, en Yokohama, Japón, en marzo de este año que “se empiezan a reducir los recursos de aguas superficiales y subterráneas renovables y con ello se intensificará la competencia por el agua”, en Bolivia desde hace catorce años la gente luchó por el lÃquido.
Confrontación con el ejército, estado de emergencia, huelgas, disturbios y la muerte de un adolescente convulsionaron al lugar durante cuatro meses hasta la anulación de la ley.
La guerra del agua de Cochabamba es un caso sintomático que merece rescatarse, recordarse, documentarse porque no es un episodio muy conocido. Esa desproporción de la privación del agua y la correspondiente bravÃa acción ciudadana mereció, en palabras de Gael: la justicia narrativa para evitar su olvido y subrayar su aportación a la historia en el último año del siglo XX.
Otro gran motivo, de otra pelÃcula en donde GarcÃa Bernal es protagonista y también candidata al Óscar en 2012 es No, la cinta y casi documental sobre la campaña para derrotar al dictador Augusto Pinochet, en Chile, de la que hablamos en el número 177 de la revista 10. Esto es: Gael sabe de qué habla cuando alude a las luchas civiles y el combate a la injusticia desde su trinchera: el cine.
Lo planteado por GarcÃa Bernal es parte de la ruta necesaria para cambiar ese México de finales de 2014. No hay que buscar afuera y en los otros: debe modificarse la acción diaria colectiva. Revisar si el proceder individual se puede medir con los raseros de la ética, la responsabilidad y la legalidad, lo que no ocurre con la mayorÃa de las prácticas sociales y polÃticas de este paÃs.
Lo planteado por GarcÃa Bernal es parte de la ruta necesaria para cambiar ese México de finales de 2014. No hay que buscar afuera y en los otros: debe modificarse la acción diaria colectiva. Revisar si el proceder individual se puede medir con los raseros de la ética, la responsabilidad y la legalidad, lo que no ocurre con la mayorÃa de las prácticas sociales y polÃticas de este paÃs.
Empezar a remontar herencias como el “obedézcase pero no se cumpla” que viene del periodo colonial cuando los asuntos de la Nueva España debÃan ser ordenados por el Rey y debÃa esperarse meses o años para que la resolución fuera y regresara a estas tierras. Esa escuela para burlar la ley que se heredó entonces y cada generación ha perfeccionado hasta la actualidad, por ejemplo.
La simulación y la concepción patrimonialista de la polÃtica, también. Mientras las inercias y prácticas anómalas sigan en los actos cotidianos, en todos los ámbitos, el deterioro de la vida social continuará.
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