Cuauhtémoc Cárdenas


David Santiago Tovilla

La historia de México a finales del siglo XX tiene en Cuauhtémoc Cárdenas a uno de sus referentes. La modificación de un sistema de partido de Estado y su tránsito hacia la alternancia democrática están relacionados también con el activismo cardenista.El gran visionario: Octavio Paz, lo auguró veinte años antes de que ocurriera. En El ogro filantrópico puede leerse lo que vislumbró en 1978: “Lo más probable es que ese remedo de pluralismo, lejos de aliviarla, agrave la crisis de legitimidad del régimen. Si así fuese, el desgaste del PRI se acentuaría y el Estado, para no disolverse, tendría que apoyarse en otras fuerzas sociales: no en una burocracia política como el PRI sino, según ha sugerido recientemente Jean Meyer, en la burocracia militar. Hay, sin embargo, otro remedio. Pero es un remedio visto con horror por la clase política mexicana: dividir al PRI. Tal vez su ala izquierda, unida a otras fuerzas, podría ser el núcleo de un verdadero partido socialista”.

Y ocurrió tal como lo previó el mayor intelectual mexicano. La ruptura provocada por Cárdenas llevó a tener en el país las primeras elecciones presidenciales competidas, en 1988. Aunque la candidatura de Cuauhtémoc desembocó en una verdadera insurgencia electoral, prefirió canalizar los ánimos sociales hacia un partido político.

La idea de Cárdenas era fundar el Partido de la Revolución Democrática (PRD) en todos los aspectos. Buscaron hacer asambleas en el país para reunir el número de ciudadanos que permitieran articular un nuevo partido. Algo ocurrió que no se logró y tuvieron que cambiar de nombre a un partido existente: el Partido Mexicano Socialista. Es decir, el PMS sólo cambió su denominación a PRD.

Veinticinco años después, Cuauhtémoc Cárdenas ha renunciado. Se ha querido equiparar tal renuncia con otras que han ocurrido en ese tiempo, pero no se compara con ninguna por las significaciones. Cualquier ejercicio de lo que el personaje es y no, marca la diferencia cualitativa. Cuauhtémoc es él y el bagaje histórico que le acompaña aún sin partido político.

El conocimiento de la historia es básico para emitir cualquier juicio fundamentado. A lo largo de 2014, Cuauhtémoc planteó asuntos de fondo. Esos que ya, en mayo de 1993, otro fundador del PRD: Heberto Castillo, expuso en la revista Proceso: “Durante muchos meses se insistió en que el PRD era un partido de ciudadanos y no de tendencias. Se afirmo que en él no se reconocían cuotas de poder a las organizaciones que le habían dado vida, pero en la práctica se repartían posiciones atendiendo a esas corrientes. Quien no participa en una corriente o tendencia, carece de fuerza real dentro del partido. Numerosos intelectuales y artistas simpatizan desde fuera del partido porque dentro no tienen campo de acción. La estructura del PRD es hasta ahora muy vertical, muy presidencialista. No es la mejor para alcanzar la democracia en México. Nuestro partido ha actuado más como instrumento electoral de unos pocos para alcanzar posiciones políticas que para servir de instrumento de lucha del pueblo”. Una franquicia calificó, ahora, Cuauhtémoc y se fue…