Gloria


David Santiago Tovilla

En enero de 2015, llega a las salas mexicanas la película Gloria. Después de años de un tratamiento periodístico dorado por el exceso de amarillismo, la reacción ante la noticia de su exhibición puede ser de abulia. ¿Después de millones de palabras sobre Gloria Trevi y Sergio Andrade hay algo más qué decir? La escritora Sabina Berman da la respuesta: sí, la verdad.

La película es, en esencia, lo planteado en su libro publicado en 2014: Gloria: Una historia sobre la fama y la infamia. Tras un trabajo de verificación del sin número de versiones, Berman aporta un documento equilibrado, distante al estruendo para hallar motivaciones, circunstancias, realidades. Hasta la Trevi resulta beneficiada porque, por primera vez, se le proporciona un tratamiento de ser humano más allá de la maquinaria comercial inherente a su carrera.

Gloria evita satanizar las particularidades para exponer las generalidades. Así logra conducir a conclusiones e inferencias en los distintos episodios. Se registran las torvas prácticas de un productor musical que supo calcular siempre todos sus movimientos para evitar la responsabilidad legal de sus actos.

La mirada alcanza para evidenciar la incidencia de las dos principales televisoras en la agenda del consumo popular. No para proyectar un talento o una propuesta musical: todo en función de acuerdos cifrados en millones de dólares de por medio en donde todos ganan, menos los artistas.

La saña para explotar todo señalamiento de un “clan” se sustenta en el incumplimiento de un contrato. Nada tiene qué ver con una conmiseración por las víctimas, un principio de justicia o ética periodística.

La película Gloria cuida bien su historia. No deja que las pegajosas y bien recordadas canciones de la Trevi se incorporen como mera ilustración musical. Las melodías contribuyen a exponer las distintas vivencias, a completar la confesión o la narración.

Por ejemplo: “En el recuento de los daños/ lo material todo lo perdí,/ perdí mi casa y mis amigas,/ todo lo mío te lo di./ Entre los desaparecidos:/ mi resistencia y mi voluntad,/ y hay algo mutilado que he pensado/ que tal vez era mi dignidad”. Una de las mejores baladas del pop mexicano adquiere su fortaleza de la sinceridad recóndita de una persona despojada hasta de sí misma para hacer la voluntad de otro. Las canciones, en la cinta, ayudan a situar fondo y forma.

“En Gloria Trevi la provocación es el método en donde participan por igual las efusiones sincerísimas y la estrategia de consolidación de imagen. Eso la vuelve única: nunca es por completo industria, jamás es por entero provocación” apunta Carlos Monsiváis en el libro Los rituales del caos.

Esa combinación particular hicieron diferentes, resonantes, sus acciones. Ninguna otra artista, hasta ahora, ha tenido tal efectividad como objeto de culto al rifar una tanga entre sus fans. Por encima de la parafernalia artística, mediática, provocativa, Gloria Trevi colocó sus ingredientes de autenticidad que la llevaron a ser, caer y regresar.

Gloria, a partir de la excepcional interpretación de Sofía Espinosa, es un buen trabajo para empezar a quitar la telaraña inducida para empezar a observar los hechos. Ya se ha apuntado: la historia no cambia, evoluciona la historiografía o la lectura de la primera. El caso de Gloria Trevi no es la excepción.