En enero de 2015, llega a las salas mexicanas la pelÃcula Gloria. Después de años de un tratamiento periodÃstico dorado por el exceso de amarillismo, la reacción ante la noticia de su exhibición puede ser de abulia. ¿Después de millones de palabras sobre Gloria Trevi y Sergio Andrade hay algo más qué decir? La escritora Sabina Berman da la respuesta: sÃ, la verdad.
La pelÃcula es, en esencia, lo planteado en su libro publicado en 2014: Gloria: Una historia sobre la fama y la infamia. Tras un trabajo de verificación del sin número de versiones, Berman aporta un documento equilibrado, distante al estruendo para hallar motivaciones, circunstancias, realidades. Hasta la Trevi resulta beneficiada porque, por primera vez, se le proporciona un tratamiento de ser humano más allá de la maquinaria comercial inherente a su carrera.
Gloria evita satanizar las particularidades para exponer las generalidades. Asà logra conducir a conclusiones e inferencias en los distintos episodios. Se registran las torvas prácticas de un productor musical que supo calcular siempre todos sus movimientos para evitar la responsabilidad legal de sus actos.
La mirada alcanza para evidenciar la incidencia de las dos principales televisoras en la agenda del consumo popular. No para proyectar un talento o una propuesta musical: todo en función de acuerdos cifrados en millones de dólares de por medio en donde todos ganan, menos los artistas.
La saña para explotar todo señalamiento de un “clan” se sustenta en el incumplimiento de un contrato. Nada tiene qué ver con una conmiseración por las vÃctimas, un principio de justicia o ética periodÃstica.
La pelÃcula Gloria cuida bien su historia. No deja que las pegajosas y bien recordadas canciones de la Trevi se incorporen como mera ilustración musical. Las melodÃas contribuyen a exponer las distintas vivencias, a completar la confesión o la narración.
Por ejemplo: “En el recuento de los daños/ lo material todo lo perdÃ,/ perdà mi casa y mis amigas,/ todo lo mÃo te lo di./ Entre los desaparecidos:/ mi resistencia y mi voluntad,/ y hay algo mutilado que he pensado/ que tal vez era mi dignidad”. Una de las mejores baladas del pop mexicano adquiere su fortaleza de la sinceridad recóndita de una persona despojada hasta de sà misma para hacer la voluntad de otro. Las canciones, en la cinta, ayudan a situar fondo y forma.
“En Gloria Trevi la provocación es el método en donde participan por igual las efusiones sincerÃsimas y la estrategia de consolidación de imagen. Eso la vuelve única: nunca es por completo industria, jamás es por entero provocación” apunta Carlos Monsiváis en el libro Los rituales del caos.
Esa combinación particular hicieron diferentes, resonantes, sus acciones. Ninguna otra artista, hasta ahora, ha tenido tal efectividad como objeto de culto al rifar una tanga entre sus fans. Por encima de la parafernalia artÃstica, mediática, provocativa, Gloria Trevi colocó sus ingredientes de autenticidad que la llevaron a ser, caer y regresar.
Gloria, a partir de la excepcional interpretación de SofÃa Espinosa, es un buen trabajo para empezar a quitar la telaraña inducida para empezar a observar los hechos. Ya se ha apuntado: la historia no cambia, evoluciona la historiografÃa o la lectura de la primera. El caso de Gloria Trevi no es la excepción.
Gloria evita satanizar las particularidades para exponer las generalidades. Asà logra conducir a conclusiones e inferencias en los distintos episodios. Se registran las torvas prácticas de un productor musical que supo calcular siempre todos sus movimientos para evitar la responsabilidad legal de sus actos.
La mirada alcanza para evidenciar la incidencia de las dos principales televisoras en la agenda del consumo popular. No para proyectar un talento o una propuesta musical: todo en función de acuerdos cifrados en millones de dólares de por medio en donde todos ganan, menos los artistas.
La saña para explotar todo señalamiento de un “clan” se sustenta en el incumplimiento de un contrato. Nada tiene qué ver con una conmiseración por las vÃctimas, un principio de justicia o ética periodÃstica.
La pelÃcula Gloria cuida bien su historia. No deja que las pegajosas y bien recordadas canciones de la Trevi se incorporen como mera ilustración musical. Las melodÃas contribuyen a exponer las distintas vivencias, a completar la confesión o la narración.
Por ejemplo: “En el recuento de los daños/ lo material todo lo perdÃ,/ perdà mi casa y mis amigas,/ todo lo mÃo te lo di./ Entre los desaparecidos:/ mi resistencia y mi voluntad,/ y hay algo mutilado que he pensado/ que tal vez era mi dignidad”. Una de las mejores baladas del pop mexicano adquiere su fortaleza de la sinceridad recóndita de una persona despojada hasta de sà misma para hacer la voluntad de otro. Las canciones, en la cinta, ayudan a situar fondo y forma.
“En Gloria Trevi la provocación es el método en donde participan por igual las efusiones sincerÃsimas y la estrategia de consolidación de imagen. Eso la vuelve única: nunca es por completo industria, jamás es por entero provocación” apunta Carlos Monsiváis en el libro Los rituales del caos.
Esa combinación particular hicieron diferentes, resonantes, sus acciones. Ninguna otra artista, hasta ahora, ha tenido tal efectividad como objeto de culto al rifar una tanga entre sus fans. Por encima de la parafernalia artÃstica, mediática, provocativa, Gloria Trevi colocó sus ingredientes de autenticidad que la llevaron a ser, caer y regresar.
Gloria, a partir de la excepcional interpretación de SofÃa Espinosa, es un buen trabajo para empezar a quitar la telaraña inducida para empezar a observar los hechos. Ya se ha apuntado: la historia no cambia, evoluciona la historiografÃa o la lectura de la primera. El caso de Gloria Trevi no es la excepción.
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