¿A huevo?


David Santiago Tovilla
Revista 10. Número 269

Ha vuelto a México la saturación de audiovisuales de las distintas fuerzas políticas en los medios nacionales. Varios sólo reflejan la mediocridad que prevalece en las franquicias. Con el argumento de no gastar recursos se improvisa y se elaboran productos sin rigor. La realidad es que hasta las prerrogativas destinadas a este rubro tienen un destino diferente. 

La falta de profesionalismo, cuidado estético y efectividad comunicativa expresa muy bien la desastrosa realidad política mexicana. Los malos mensajes hablan de sus emisores. Lo peor es que como no están acostumbrados a trabajar con evaluación y resultados ignoran que sólo logran exhibirse ante sus receptores.

En publicidad, se lleva una materia denominada “Semiótica”. En ella se revisa la capacidad de los mensajes visuales para transmitir significado. Esto a partir de cada uno de sus componentes en donde reside la transformación de algo intrascendente, cotidiano u ordinario en una totalidad radiante, propositiva, impactante. Entender la importancia de cada particularidad o elemento del mensaje lleva a clarificar su sentido y a dotarle de contundencia.

Si bien varios trabajos de precampaña destacan por su mala manufactura, el premio de promocional absurdo se lo lleva el partido Nueva Alianza. 

Es un mensaje que pretende ratificar el voto duro de donde se supone tiene su mayor militancia. Aspira a generar identificación. Pero lo que más se recuerda es su frase de cierre. A un profesionista clase mediero le preguntan si también es turquesa. Responde: “¡A huevo!” Si el objetivo fue la provocación, se equivocaron. 

Si la idea era utilizar algo del habla popular para conectar con la gente, es contradictorio porque el segmento poblacional a quien se dirige el promocional no utiliza tal expresión en público. Los “brillantes” creativos de Nueva Alianza quisieron retomar la afirmación contenida en esos términos. Como decir “sí, claro”. Pero el “¡A huevo!” también se asocia con algo forzado y por obligación. 

Es la renuncia al argumento y la proclama del autoritarismo escondido en una vulgaridad. Esa es la connotación de un nuevo lema de batalla para una fuerza política que se jacta de tener su mayor número de militantes en los profesores de este país.

El promocional de Nueva Alianza está construido sobre la figura retórica de la antítesis: dos términos que se contraponen, dos entidades de significados contrarios. Hace varias preguntas y responde con el color del partido: “¿Fresa o pandrosa?, ¿Hipster o emo?” : “Turquesa”. ¿Qué tan conocidas son tales denominaciones? ¿Todos saben a la perfección el significado del adjetivo “pandrosa”? 

Una campaña exitosa se palpa cuando los niños la reproducen. Pero si a éstos hay que explicarles en qué consiste todo eso que mencionan, ya no funciona. O su aspiración es que todos los menores reproduzcan su gloriosa frase “¡A huevo!” Además, el problema de fondo es que aunque pareciera dar una alternativa en realidad promueve estereotipos. Más allá de cualquier calificativo hay personas, seres humanos.

Desde luego, puede que Nueva Alianza esté más interesado en una intención distractora más que comunicativa. A lo mejor aspira a que a través de la anécdota del “¡A huevo!” se olvide que el partido fue promovido y fundado por Elba Ester Gordillo, ahora en desgracia…