Antes de la película "50 sombras de Grey"


David Santiago Tovilla

Desde el último trimestre del año pasado, se lanzó una intensa campaña publicitaria en torno a la versión cinematográfica de 50 sombras de Grey

La alianza de los productores con los medios audiovisuales ha llevado a promover con insistencia la preventa de los boletos. 

Además, escogieron una fecha de estricto sentido comercial: catorce de febrero. Se pretende que la capacidad de venta de la novela tenga su equivalente en un taquillazo mundial. Con seguridad lo logrará, puesto que la estrategia de promoción incluye a una potencia para el consumo: Kim Kardashian quien sale a recomendar a sus millones de seguidores una película “muy buena”.

50 Sombras de Grey es una novela de ilusorio amor romántico, estereotipos, convenciones sociales. Todo muy distante de las relaciones de pareja del siglo veintiuno. El fondo es banal pero aderezarla con ingredientes de prácticas sadomasoquistas le hizo venderse por millones. “Porno para mamás” fue uno de sus ejes de proyección para el consumo. Es decir: descafeinado, para aprovecharse a un segmento específico que, en efecto, le consumió como si fuera el gran descubrimiento que no es.

Por eso, habría que vacunarse antes de ver esta producción que es un eslabón en una cadena de ventas: novela, discos, juguetes para adultos, lencería. Y, para tener manera de contrastar una verdadera película, erótica, audaz, memorable, habría que recuperar y ver la cinta de Bernardo Bertolucci: Último tango en París

La película, a pesar de realizarse hace cuatro década, se consigue en blu-ray porque es uno de los mayores clásicos en la materia. Es una reflexión sobre la sexualidad y su incidencia en la conducta humana. La diferencia cultural y generacional. La separación entre el sentir y el deber ser. La violencia a veces imperceptible en el interior de las relaciones. La infidelidad como una sombra para todos. La autenticidad como un bien escaso.

Último tango en París escapa de todos los lugares comunes. Eso la mantiene inalterable, sólida, ejemplar. En ella, la base o el principio de la relación no es la información. Un hombre, una mujer. No hay más. El deseo, la atracción, la pasión. La esencia. Lo que los cuerpos, las pulsaciones, las transpiraciones y el sexo comuniquen. 

Nada que los condicione, limite o aventaje. Ningún prejuicio, interés. Ninguna meta, propósito u objetivo, más que ser. No hay antes ni después. No existe el mundo, los otros; sólo el nosotros en ese mágico instante en que la masculinidad y la feminidad se mezclan. Para la realización no es indispensable la historia o el cálculo. Sólo se requiere del encuentro de dos voluntades en una circunstancia propicia para erigir un gran momento de vida.

Ahora, para apreciar una verdadera cinta del esquema sumisión-dominación o BDSM, también puede conseguirse con facilidad esa gran pieza abordada en los números 236 y 239 de la Revista 10: Historia de O.

Sólo la comparación con materiales cualitativos de la misma temática podrá proporcionar elementos para colocar en su verdadero sitio a una cinta como 50 sombras de Grey.