"Afroditas, Evas, Lolitas" d José Antonio Lugo

Foto de lucas mendes

David Santiago Tovilla

Revista 10. Número 275

“La obscenidad debe ir acompañada de la trivialidad, porque cualquier índole de placer estético ha de reemplazarse por la simple estimulación sexual, que exige la palabra tradicional para una acción directa sobre el paciente. El pornógrafo tiene que seguir esas viejas normas rígidas para que su paciente sienta la misma seguridad de satisfacción que, por ejemplo, los aficionados a los relatos policiacos. 

"Así, en las novelas pornográficas, la acción debe limitarse a la copulación de clichés. Estilo, estructura, imágenes, nunca han de distraer al lector de su tibia lujuria. La novela debe consistir en una alternancia de escenas sexuales. Los pasajes intermedios se reducirán a suturas de sentido, puentes lógicos del diseño más simple, breves exposiciones y explicaciones que el lector probablemente omitirá, pero cuya existencia debe reconocer para no sentirse defraudado. 

"Además, las escenas sexuales del libro han de ir “in crescendo”, con nuevas variantes, nuevas combinaciones, nuevos sexos, y, por lo tanto, el fin del libro debe estar más repleto de lascivia que los capítulos iniciales”. Esta larga exposición es de Vladimir Nabokov, el autor de Lolita. Es un apunte que, en las ediciones actuales, se incluye al final del libro. 

El escritor ruso consigna su extrañeza por la censura a su texto y la negación de los primeros editores a imprimirle. Al no contener esa concentración en la sexualidad descrita arriba, afirma que Lolita no puede inscribirse en la literatura pornográfica y que todo el escándalo proviene del tema en sí. La novela fue pionera en plantear la relación entre un hombre de cuarenta años y una “ninfa” de doce.

Todo parece indicar que la orientación emitida por Nabokov fue seguida al pie de la letra por José Antonio Lugo en el volumen Afroditas, Evas, Lolitas. Un libro con apenas tres semanas de circulación, coeditado por Ficticia y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Lo trascendental es que, en efecto, Lugo desiste de concentrarse en el cómo para que prevalezca el qué. En los veintiocho relatos breves de mujeres con nombres en orden alfabético, destacan las situaciones, decisiones. 

Aunque las narraciones se inscriben en la literatura erótica y la motivación central de todos los personajes es el ejercicio de su sexualidad, guarda distancia con la narración pormenorizada de los encuentros sexuales. Más bien los coloca en un contexto que hacen entender a cada uno de los personajes femeninos de esa particular galería. De ese modo, el lector no sólo es testigo de los momentos de pasión, es cómplice de las incitaciones.

Afrodistas, Evas, Lolitas es un excelente libro para combatir la popular pero aborrecible 50 sombras de Grey. Acá, las mujeres son ejemplares: decididas, autosuficientes, valientes. José Antonio Lugo desecha el estereotipo de la fragilidad, la dependencia, la realización en función de la pareja. Ellas establecen el mundo en el que quieren estar o no. No hay páginas farragosas de romanticismo para justificar un acostón. 

La sexualidad plena no requiere explicaciones. Se ejerce o no. Ocurre porque la educación social fomenta la culpa para tener sexo. Y en dicha escuela, la mujer lleva la peor parte: recuérdese que a ella pretende responsabilizarse por aquello de comerse la manzana. Lugo, en contrario, muestra a las féminas tal como son y proceden en la vida cotidiana. Sin palabreríos o eufemismos. En consecuencia, en el mundo de Afroditas, Evas, Lolitas se concentra el verdadero acto de follar: aquel que proviene de actos soberanos, propios, sin principio o final, sin pasado o futuro indispensables. Bien por Isabel, Jacqueline, Alma, Daniela…

Afroditas, Evas, Lolitas es acompañado de las magníficas ilustraciones del dibujante Eko. En el estilo que, durante años, publicó en el suplemento Sábado, del periódico Uno mas uno y que reuniera en un volumen publicado por Grijalbo como El libro de Denisse.