A esta altura del siglo, la incorporación de los elementos visuales representativos de la violencia se han incorporado a diversos planteamientos estéticos. Cada vez es más natural encontrar trabajos audiovisuales que muestran sangre, hematomas, modos de la crueldad y la agresión.
De esta manera, se hace natural ver este tipo de narrativa estética en todos los medios de comunicación propios de este tiempo. Se acude así, a la conversión de la violencia en un constituyente de la cultura actual. Se le convierte en parte de la estética de este tiempo. Esta mecánica es parte de la dinámica de lo que Gilles Lipovetsky denomina “capitalismo del hiperconsumo”. Esto hace que el dolor, el sufrimiento, la crueldad se transmuten con sentido artístico. Al estetizarse pueden ser parte del engranaje de las industrias de consumo.
No hay ningún problema en que desde el arte se procesen todas las experiencias humanas. El asunto trascendente son las consecuencias de trivializar la violencia. La recurrencia a ella para adornar un producto comercial lleva a que la degradación, los antivalores humanos, sean parte del entretenimiento colectivo.
No hay ningún problema en que desde el arte se procesen todas las experiencias humanas. El asunto trascendente son las consecuencias de trivializar la violencia. La recurrencia a ella para adornar un producto comercial lleva a que la degradación, los antivalores humanos, sean parte del entretenimiento colectivo.
La estetización del horror no contribuye a generar mejores sociedades y personas. Si la brutalidad se presenta como algo característico e irremediable de este mundo ¿Cómo esperar que florezcan sus opuestos: la solidaridad, la comprensión, la tolerancia, el respeto a la integridad, la honestidad? ¿Qué de aportación para el crecimiento humano tienen las escenas de sometimiento, laceración y muerte que forman parte de la fábrica de diversión? Todo lo contrario, la acentuada exposición a estos productos derivan en la insensibilización y la morbosidad.
Estas reflexiones surgen ante el más reciente video de Rihanna. En este espacio se ha exaltado la belleza de su cuerpo y de sus videos; en particular: Stay, Pour It Up y What Now. El erotismo, la poética visual, su riqueza expresiva, han contribuido a hacer de sus canciones éxitos memorables. Incluso el dúo con Shakira es imborrable en el universo audiovisual de la música pop contemporánea.
Estas reflexiones surgen ante el más reciente video de Rihanna. En este espacio se ha exaltado la belleza de su cuerpo y de sus videos; en particular: Stay, Pour It Up y What Now. El erotismo, la poética visual, su riqueza expresiva, han contribuido a hacer de sus canciones éxitos memorables. Incluso el dúo con Shakira es imborrable en el universo audiovisual de la música pop contemporánea.
Este mes, sorprendió con la producción de su potente pieza Bitch Better Have My Money que sonaba desde semanas antes. De hecho, el material tiene restricciones de edad en Youtube, con advertencias, además, por el contenido de lenguaje, violencia y sexo. Una chica mala.
El secuestro de una mujer. Apología de la humillación, de la violación al derecho de la intimidad, de la tortura, el tratamiento de las persona como objetos. Un juego vertiginoso de imágenes todas en torno al ultraje, el encono, la intimidación hasta llegar al asesinato. Seis minutos en una noción de vida se excesos, consumos de sustancias, evasión, crimen y futilidad.
En este nuevo video de Rihanna se cumple a pie juntillas la estetización de la violencia. Una melodía que se posicionará aún como uno de los éxitos del año. Magnifico trabajo fotográfico. Recreación inmaculada del relato sádico. Cuidadosa selección de vestimenta y escenografía para proyectar perfiles y momentos.
En este nuevo video de Rihanna se cumple a pie juntillas la estetización de la violencia. Una melodía que se posicionará aún como uno de los éxitos del año. Magnifico trabajo fotográfico. Recreación inmaculada del relato sádico. Cuidadosa selección de vestimenta y escenografía para proyectar perfiles y momentos.
Una escena final sin comparación: la artista, totalmente desnuda en un baúl lleno de dólares. Su triángulo genital se cubre con uno de ellos. Sus senos al aire. El cuerpo salpicado en rojo. Un paneo de ciento ochenta grados para que se aprecie con plenitud. Sí, en la forma: un trabajo estéticamente bien logrado; en el fondo: un extenso video con un mensaje opuesto al fomento a la dignidad humana.
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