La industria de los estereotipos y el desamor

Foto de Kat Smith

David Santiago Tovilla
“Piénsalo/ tú y yo este sábado/ bien enfiestados no sé.. Piénsalo.../ Tú y yo tomando en la misma botella/pasándola a gusto…/ Me gustas te gusto/ pa que nos hacemos/ te llevo la Banda y nos amanecemos”. 

Es la melodía Piénsalo, primer lugar en el mes de agosto en la música de ese género, en México. El top es representativo de las ideas que se impulsan. Nada es casual. Es un círculo de consumo consolidado. La industria se limita a manejar estereotipos, esos modelos de vida exagerados e ilusorios. Manejo de aspiraciones, promoción de “cualidades”, educación estética. 

Los fragmentos de la pieza de la Banda MS ilustran muy bien: el entorno, el ritmo de vida, lo confluencia de las personas es la diversión, el goce del momento. Tal como lo subraya Mi vicio más grande de la Banda El Recodo: “Yo arremango y gozo la vida/ para que no me cuenten, ni echen mentiras/ seguido me enfiesto con lo que acelere/ doy gracias a Dios por tan lindos placeres. 

La felicidad, el amor, la realización ocurre en torno a la fiesta, el consumo de la bebida, la libación ilimitada para que la noche acabe antes que las botellas, desde luego acompañados de tonadas cuya calidad musical no es tan trascendente, basta el mismo sonsonete, lo importante es la letra que conjura durante esos instantes la cruel realidad.

Y aunque la letra sitúe un lugar específico, la referencia no importa porque se ha convertido casi en un himno. En cualquier botanero, cuando suena Un fin en Culiacán de la Adictiva Banda San José de Mesillas el ambiente se prende y son raros hombres o mujeres que no coreen, griten y agiten la botella en la mano al decir: “Voy a echar la vuelta/ por el boulevard/ de preferencia que sea/ un carro chingón/ ropa de marca/ para que parezcas buchón…/ Es despertar bichi (desnudo) con una edecán/ escuchar la banda…/ pa subirlas fotos en el Instagram/ presumirle al mundo/ en donde nací/ que viejas tan buenas/ nacieron aquí”.

El otro gran tema explotado es el desamor que da motivo a la descalificación, la injuria, el desplante y el machismo desaforado, como dice el estribillo del segundo lugar de la lista popular. 

Ojos en blanco de la Arrolladora Banda el Limón canta: “Ahora te marchas me mandas al diablo/ Pero no me agüito soy hombre y me aguanto”. No hay corresponsabilidad. Tampoco existe la entendible incompatibilidad. El mundo sólo tiene dos actores: buenos-malos y lo decide quien emite la calificación. Como ocurre con Me tocó perder de la Banda Los Recoditos: “Arrepentido hoy me encuentro de esta relación/ saliste una cualquiera que no tuvo compasión”.

Aunque la letra vaya de uno u otro sesgo, la estética es la misma: mansiones en perfecto orden, refinamiento y lujo, vehículos deportivos o camionetas awd, mujeres hermosísimas y perfectas en oposición al amante varón con sobrepeso; y, sin falta copas, vasos o botellas. Ese es el imaginario popular, inducido por la industria, en el siglo veintiuno, en un México que no ha podido superar la pobreza y la caída del dólar vislumbra más problemas…