Una voz con todos

Foto de Ali Pazani

David Santiago Tovilla

El 5 de agosto, el Canal del Congreso de la Unión, en México, se sumó a las incipientes transmisiones digitales para la televisión abierta. Por el momento sólo en el centro del país. Aún quedan cuatro meses para extenderse a todo el territorio nacional. Semanas atrás comentamos el inicio de las transmisiones esta señal, en la localidad. 

El propósito del cambio de formato es mejorar la calidad de lo entregado al consumidor. Se insiste: ahora, con cualquier pantalla moderna y con una antena que venden en el supermercado se pueden ver los programas en alta definición. Antes, el problema era que toda la tecnología televisiva sólo podía utilizarse para ver películas en blu-ray. Así que la apreciación de la viveza de los colores, las perfecciones e imperfecciones destacadas por la cámara, así como el sonido digital, sólo servían para el disfrute ocasional. 

La primera opción para que todo eso que venden como el último grito de la moda en televisión se apreciara eran los materiales grabados. La segunda alternativa era contratar el servicio HD adicional al paquete habitual del contrato de televisión de paga. Sin embargo, varios de estos canales especiales se mantienen en su idioma original: el inglés. Pero, en ciudades como Tapachula, los cableros aún no poseen esta oferta para los televidentes. Aún más, el servicio todavía se proporciona sin cajas decodificadoras: ni digital y mucho menos la de alta definición.

Hasta hoy, en Tuxtla Gutiérrez, se reciben ya, en digital: dos canales de Azteca y dos de Televisa. Lo de siempre sólo que con una calidad nunca antes vista. La diferencia, en televisión digital abierta, la hace el canal llamado Una voz con todos. En la capital de Chiapas se sintoniza en el 31.1; en Tapachula, según su página oficial, se localiza en el 42.2. Así, desde el arranque de las emisiones digitales se logra el propósito de agregar contenido a la barra programática. Una voz con todos lo consigue. 

Hay equilibrio, pluralidad, variedad temática, propuesta. En muy diversos horarios que se revise, seguro el espectador se queda ahí por su oferta cultural. Se trata de programas de media hora que, en su mayoría, otorgan en exclusiva la voz a los protagonistas. Esto es: se suprimen los entrevistadores para que los entrevistados cuenten todos los aspectos del tema que se trate; ya sea una persona o un colectivo, lo que se transmite es un dossier de calidad. No hay protagonismos que compitan con el tema a hurgar. 

Hablan quienes deben hacerlo. El trabajo de edición, por lo mismo, es cuidadoso y estricto. Este es el corte de la mayoría de los materiales que demuestran a las televisoras públicas la enormidad que tienen por aprender. Si ese es, ahora, el estándar debieran preocuparse por lo menos por alcanzarle y alejarse de la equivocada tendencia de repetir los esquemas de la televisión privada para competir con ella.

Una voz con todos atrapa en series como la de México tropical. Sí, ese ritmo que es del gusto mayoritario en el país. Pero no es la música como espectáculo sino como cultura: qué influencias hay en el mambo, qué es la salsa, de dónde vienen, cómo se combinan, cuáles son las escuelas que han dejado, porqué los mejores exponentes han alcanzado tales cumbres. Muy distante de la chismografía acostumbrada. Con otra perspectiva, cambia el modo de acercarse a las expresiones culturales. Pero en Una voz con todos hay espacio para la ciencia, la economía, las ciudades, la gastronomía. La diferencia siempre la calidad de fondo y forma.

Vale la pena, cada tanto, desconectar el cable y revisar si en la ciudad propia ya se ha incorporado alguno de estos canales que están más que en pruebas hacia la plena vigencia de la televisión digital terrestre.